Pacino no consigue salvar a Mencía de las brujas de Trasmoz pero logra que Bécquer regrese a Madrid
Tres saltos en el tiempo no han sido suficientes para que Mencía pueda empezar de cero o, mejor dicho, para que le dejen en paz. En su deseo por huir de una continua persecución, la joven viajó desde 1510/1511 hasta 1678 y lo intentó de nuevo en 1864, en Trasmoz. ¡En buen lugar fue a parar!
Un pueblo en el que las brujas tenían a todos los habitantes bajo su poder gracias a las enormes cantidades de mandrágora que volcaban en sus aguas. Amelia y Alfonso no se salvaron del "hechizo".
¡Hasta llegaron a pronunciar las palabras para "recibir" a Satanás! "Señor, en tu nombre a ti me entrego, de aquí en adelante yo he de ser una misma cosa contigo: yo he de ser demonio". Cuando Alfonso recuerde lo que ha pasado...
La noche del aquelarre
¿Quién nos iba a decir que la señorita Amelia cayera en la trampa y que unos retortijones salvarían a Pacino? Aunque, cierto es que este siempre ha tenido una pericia e instinto policial envidiables.
Bécquer le pide a Mencía que huyan juntos a Madrid
Como sabéis el poeta escribió nueve cartas que mandó a Madrid para que las publicase el periódico El Contemporáneo. La alarma salta en el Ministerio cuando un agente avisa de que Bécquer ha escrito una “décima carta” que, originalmente, nunca redactó, consecuencia del enamoramiento de una joven llamada Mencía.
El escritor continúa en el Monasterio de Veruela y no quiere volver a Madrid sin su amada. Cuando la encuentra en el bosque no pierde la oportunidad de pedirle que se vaya con él.
La joven Mendieta, sometida al polígrafo
Si Lola creyó en algún momento que las cosas iban a ser fáciles, se equivocaba. Irene continúa sin fiarse de ella. ¿Volverá la joven Mendieta a traicionar al Ministerio? Desde luego que bajo su supervisión no. Y ya conocemos a la señorita Larra... no se anda con rodeos.