RAE. La norma y la palabra
- La Real Academia Española surgió de una reunión de 8 ilustrados en el palacio del Marqués de Villena, fundador y primer director de la institución, en el verano de 1713
- Durante 266 años no hubo mujeres en la Real Academia. En 1979 leyó su discurso de ingreso Carmen Conde, la primera académica de la RAE. Actualmente hay 8 académicas
- En 2014 se publicó la última edición del Diccionario de la Lengua Española (DLE), la vigésimo tercera. Contiene 93.000 palabras que suman más de 200.000 acepciones
- Las futuras ediciones del Diccionario serán, en origen, digitales. Además cada año se irán añadiendo vocablos, modificaciones o enmiendas
- La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) reúne a las Academias de 23 países de habla hispana
- Las decisiones sobre las principales obras académicas se toman por consenso entra las academias de la ASALE
FICHA TÉCNICA:
- Guion: JUANTXO VIDAL
- Realizador: JOSÉ LUIS ARAGÓN
- Imagen y sonido: JOSÉ MARÍA BALLANO, IRENE RUIZ, SUSANA GARCÍA CARRILLO, FERNANDO RODRÍGUEZ CANO, JUAN LAGE, ANTONIO GARRIDO, JUAN CARLOS REVILLA, LUIS RAPADO, MARINA TOLDOS, FERNANDO GARCÍA BRIOLES, JUAN MANUEL ROJO, IGNACIO MÍNGUEZ.
- Montaje: MONTSE LUNA
- Sonorización: SENÉN FEITO
- Postproducción: CHEMA GINÉ
- Producción: ANA PASTOR, LOURDES CALVO
- DOCUMENTACIÓN SS.II.
De las 6.000 lenguas que se hablan en el planeta, el español es la tercera en número de hablantes. Somos 500 millones. Sólo el 9% vivimos en España. Por eso, aunque le llamemos “español”, el idioma es patrimonio de todos y cada uno de los integrantes de esa extensa comunidad que se extiende del sur al norte de América, en Filipinas, en Guinea Ecuatorial, y, claro está, en España, aunque en el resto del planeta también hay hispanohablantes. Todos dan, damos, vida a la lengua, la enriquecemos, la adaptamos, la modificamos… Las Academias de la Lengua Española están atentas, toman el pulso al idioma y orientan sobre su uso más adecuado, pero al final, los hablantes deciden, decidimos.
LA ACADEMIA, LOS ACADÉMICOS, LAS (POCAS) ACADÉMICAS
A comienzos del siglo XVIII la gran lengua de prestigio en Europa era el francés. Ejercía una importante presión sobre las comunidades limítrofes, ser afrancesado estaba de moda. En el verano de 1713, en Madrid, un grupo de 8 ilustrados preocupados por la pureza de la lengua castellana se reunieron en el palacio de uno de ellos, el marqués de Villena. De aquel encuentro surgió la Academia Española de la Lengua. Al año siguiente el rey Felipe V, el primer Borbón en el trono español, otorgó a la nueva institución el título de Real.
Aquellos 8 académicos son los primeros de una lista que casi alcanza los 500 en los más de tres siglos de historia de la RAE. En el listado, no podía ser de otra manera, hay nombre prominentes de las letras (Castelar, Zorrilla, Echegaray, Benavente, Baroja, Menéndez Pidal, Azorín…), también algunas ausencias (Valle Inclán, Jardiel…), una especialmente lacerante: las mujeres. Hay que llegar a 1979 para encontrar a la primera académica, Carmen Conde. Durante más de dos siglos y medio fueron discriminadas, y aquí hay que citar a Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Concha Espina, María Moliner… En los últimos años se intenta reparar esa brecha. Hoy en los 46 sillones de la RAE se sientan 8 mujeres.
Las sedes
Hasta 1894 los académicos no tuvieron un lugar propio donde celebrar sus reuniones. Ese año se inauguró el edifico creado para la RAE por el arquitecto Miguel Aguado de la Sierra, una construcción de estilo clasicista que se elevó sobre terrenos cedidos por la Corona junto al Museo del Prado y la iglesia de los Jerónimos. La obra fue costeada a medias por el ejecutivo y los académicos.
La suntuosidad del palacio contrasta con el espíritu austero y metódico que preside la actividad académica. De sus estancias cabría destacar tres:
- La Sala de Académicos de la Biblioteca, con sus estanterías repletas de valiosos volúmenes, si bien los más extraordinarios (manuscritos, códices, incunables…) se conservan en la cámara de seguridad, junto a otros objetos de valor acumulados durante años por la RAE. Un tesoro. Los fondos bibliográficos de la Academia cuentan unos 280.000 volúmenes.
- El Salón de Plenos, el lugar donde se toman las grandes decisiones para el diccionario y las otras obras académicas, también donde se realizan las votaciones para la elección de nuevos miembros. La sillas, con sus 46 letras talladas, se alinean sin orden alguno en torno a una impresionante mesa ovalada, y bajo una no menos impresionante lámpara.
- El Salón de Actos es el lugar de las grandes ocasiones, de las tomas de posesión y los discursos de ingreso. Presiden la estancia los retratos de Felipe V y de Miguel de Cervantes, éste último, la imagen más difundida del genial escritor, es en realidad un retrato apócrifo. El noble salón es a menudo lugar de representaciones, lecturas públicas y otros eventos.
Desde 2.007 la RAE cuenta además con otra sede, un moderno edificio cedido por el gobierno en la madrileña calle de Serrano.
Los jueves, comisiones y pleno
Cada jueves, excepto en los meses estivales, el silencio reinante en los pasillos y estancia de la Real Academia cede al murmullo contenido de los académicos. Es el día de las reuniones semanales, de las comisiones y el pleno. La mayor actividad se registra por la tarde.
En el vistoso perchero de la entrada, cada percha tiene asignado a su correspondiente académico. Cuando se produce una vacante por fallecimiento, la asignación avanza a la percha siguiente. El perchero es una medida de tiempo en la Real Academia. Los jueves se llena de abrigos.
A las seis de la tarde los académicos se reparten en distintas comisiones, con contenidos específicos (Neologismos, Lenguaje Científico, Ciencias Sociales, Cultura…). En estos grupos de trabajo cuentan con al apoyo de los lexicógrafos de la Academia que se encargan además de preparar el material sobre los asuntos a debatir. De aquí, de las comisiones, saldrán las propuestas para el pleno.
El pleno comienza a las siete y media de la tarde, convocado a toque de campanilla por el académico que ejerce de censor (censor, según la tercera acepción del Diccionario: En las academias y otras corporaciones, persona que se encarga principalmente de velar por la observancia de estatutos, reglamentos y acuerdos). En torno a la mesa ovalada los académicos se sientan para debatir sobre los temas sustanciales: la incorporación de nuevas palabras al Diccionario, las alteraciones de acepciones o de normas ortográficas o gramaticales, los planes de la institución, la cobertura de vacantes académicas… Todos los asuntos se trasladan a las otras 22 academias de la lengua española para que expresen sus opiniones. Las decisiones finales quedan para una Comisión Delegada del Pleno, a no ser que el tema sea tanta enjundia que aconseje volver a la mesa oval.
Durante el pleno, las cuatro puertas de acceso a la sala permanecen cerradas. Los debates, a veces encendidos, siempre respetuosos, tienen por testigos a Góngora, Quevedo, Calderón, Lope o Jovellanos, que, desde la quietud de sus retratos, observan impertérritos, serenos, cuanto allí sucede.
vacante: 1. adj. Que está sin ocupar
Un académico lo es de por vida. Son puestos vitalicios. Cuando se produce un fallecimiento se pone en marcha un proceso que comienza por publicar la vacante en el BOE. A partir de ahí se abren las propuestas de candidatos; cada candidatura debe ser avalada por tres académicos. La elección del nuevo académico contempla un máximo de 3 votaciones, con diferentes quórums. Como mínimo se requerirá la mayoría absoluta, mitad más uno de los votos, de los académicos presentes en la sesión.
El académico electo tiene un plazo máximo de dos años para leer su discurso de ingreso, para tomar posesión de su silla. Para la ocasión, el Salón de Actos acoge autoridades y brillos, y no suele quedar libre ninguna de sus más de 300 localidades. El nuevo académico podrá hacer uso de tan prestigiosa condición, además adquiere el tratamiento de excelentísimo o excelentísima. No cobrará sueldo alguno por su labor académica, solo un gaje o dieta -140 €- por cada reunión a la que asista.
ASALE y el panhispanismo lingüístico
En 1495, tres años después de que Colón pusiera pie en América, el eminente humanista Antonio de Nebrija incluyó en su "Vocabulario español-latino" el término canoa para designar a una embarcación de un solo tronco. La palabra, tomada del taíno que se hablaba en la zona caribeña, fue recogida por el propio Colón en sus diarios. Nebrija la convirtió en el primer americanismo de un diccionario de la lengua española. Hoy son miles las palabras americanas que forman parte de nuestro idioma, palabras de uso común que todos utilizamos a diario, que forman parte del tronco central del léxico del español. Nuestro mundo sería más pobre sin chocolate, sin hamacas, sin tomates, sin caimanes ni jaguares… Necesitaríamos palabras nuevas para designar a los huracanes, al caucho, al poncho, a la caoba… Pero en el DLE hay también numerosas palabras que se desconocen fuera de una zona determinada, que se utilizan solo en un ámbito geográfico, palabras que enriquecen el idioma, que aportan diversidad. Porque los 500 millones de hablantes del español deben entenderse, pero no necesariamente hablar igual. Viva la diversidad, viva la unidad.
En la búsqueda permanente de ese equilibrio entre lo particular y lo común trabajan las 23 academias que integran la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), surgida en 1951 por iniciativa del entonces presidente mejicano, Miguel Alemán. Junto a la RAE y las academias de los países americanos (incluida la Academia Norteamericana) están asociadas las academias de Filipinas y Guinea Ecuatorial. La sede principal de la RAE acoge también a la sede de la ASALE. El director de la Academia española es presidente nato de la asociación de academias.
En el seno de la ASALE ha surgido y se ha potenciado la política lingüística panhispánica. Desde hace dos décadas las distintas corporaciones colaboran de forma permanente en sus obras y proyectos. Estudian y debaten las distintas propuestas y someten a un amplio consenso las normas comunes de los hispanohablantes sobre léxico, gramática y ortografía.
El español , en definitiva, no es patrimonio exclusivo de los españoles que solo representan al 9% de los hispanohablantes.
LAS PALABRAS
En el origen, fue el diccionario
Fue la primera tarea que se impusieron los fundadores de la Real Academia, elaborar un diccionario de la lengua, del castellano, como ellos denominaban al idioma. Fue una tarea laboriosa y concienzuda. En 1726 apareció el primer tomo, trece años después se completó la obra con el sexto volumen de que se conoce como Diccionario de Autoridades. Junto a las palabras y sus acepciones loa académicos adjuntaron textos de autores de la época, ejemplos que certificaban la existencia del término y sus significados. Una obra tan extraordinaria como escasamente manejable. En 1780 la Real Academia publicó en primer Diccionario en un solo tomo, sin los textos de apoyo del Diccionario de Autoridades. Desde entonces se han publicado 22 ediciones más, la última en 2014.
El gran cambio. La revolución tecnológica
Asistimos a los últimos días del DLE tal y como lo hemos conocido: un libro con una serie de términos, ordenados alfabéticamente, acompañados de sus correspondientes definiciones. La última edición del Diccionario recoge 93.000 palabras que suman más de 200.000 acepciones. Los académicos han tenido que optar por incluir los términos más relevantes del amplísimo léxico del idioma, pero muchos han quedado fuera del Diccionario. Es cuestión de espacio, un libro no da para mucho más. Por eso el DLE se elabora ya sobre una base digital, sin limitaciones espaciales, preparado para ofrecerse en línea. Posteriormente se editarán versiones en formato libro, versiones que podrán incluso adaptarse a las necesidades concretas de grupos de usuarios.
Es más, al finalizar cada año se publicarán ampliaciones del DLE que pasarán a integrar la edición digital. La primera ampliación, en diciembre pasado, incorporó 3.350 enmiendas, modificaciones o nuevos términos (posverdad, humus, buenismo, postureo…).
La informática ha revolucionado sobremanera el territorio lingüístico. Ha hecho posible que los usuarios podamos disponer en nuestros dispositivos de un enorme caudal de información, podamos consultar diccionarios, buscar sinónimos y antónimos, utilizar correctores ortográficos o sistemas de traducción automática… La Real Academia ofrece gratuitamente en su web, rae.es, todas las obras que produce: la Ortografía, la Gramática, el DLE -la aplicación digital del Diccionario recibe 800 millones de consultas anuales-, el Diccionario de Dudas, el de Americanismos, el Histórico… Pero además ofrece gran cantidad de sus fondos digitalizados, desde las fichas de sus viejos ficheros (más de 10 millones de fichas léxicas o lexicográficas) o los discursos de ingreso de los académicos, a buena parte de los extraordinarios volúmenes de su biblioteca y los documentos de su archivo.
La revolución tecnológica ha posibilitado también afrontar obras que hace sólo tres décadas resultaban inabarcables, trabajos de tal amplitud que casi escapan a la comprensión, como el “Corpus del español del siglo XXI” (CORPES XXI) o el "Nuevo diccionario histórico del español". Ambos están en la red.
El CORPES XXI reúne textos seleccionados con criterios proporcionales (70% de América, 30% de España), cronológicos y temáticos entre todas las zonas de habla hispana. Son textos de todo tipo, escritos y orales, de ficción o no ficción, novelas, panfletos, convocatorias oficiales, mensajes de Twitter, artículos periodísticos, prospectos, guiones cinematográficos, noticiarios radiofónicos o televisivos… Una enorme base de datos que cada año va acumulando 25 millones de formas (formas ortográficas que van entre dos blancos en un texto, o entre dos silencios en el lenguaje oral). En este momento quien acceda al corpus puede consultar 227 millones de formas, con sus significados, sus acepciones, las zonas donde se emplean… El CORPES XXI ofrece, e irá ofreciendo, una panorámica perfecta, precisa, del uso de la lengua en cada momento. Es una herramienta fundamental para los investigadores, para los lexicógrafos, para la elaboración de otras obras académicas.
El “Nuevo diccionario histórico del español” (NDHE) pretender ofrecer el catálogo léxico completo del español, todas las palabras que han conformado el idioma a lo largo de su historia, las que se usan y las que han dejado de usarse. Nada más ni nada menos. Es el certificado de vida de las palabras, desde que llegaron a nuestra lengua. La tarea exige dosis de entusiasmo, perseverancia y paciencia. De momento llevan acumulados 2.600 términos, cada uno de ellos se presentan como parte de una familia (enfermedades, armas, instrumentos musicales, etc.), con su origen, sus sinónimos, sus acepciones, incluso con numerosos ejemplos de uso de la palabra. Para entender correctamente a los clásicos conviene tener a mano el enlace al NDHE, o simplemente para escarbar por pura curiosidad en las vicisitudes del léxico.
El “Español al día”
En el servicio de consultas del Departamento de “Español al día” trabajan nueve personas. Cada día atienden más de 300 consultas, dudas que les plantean los hablantes por dos vías: el formulario de consultas por correo electrónico en la web de la Academia, rae.es, y la cuenta de Twitter, @RAEinforma.
Es el departamento académico que mantiene un contacto más directo con los hablantes, el que mejor puede tomar pulso a la realidad del idioma. Atienden dudas que tiene que ver con todos los aspectos lingüísticos pero las más habituales son las de ortografía y las de uso de léxico. Entre éstas últimas destacan en los últimos tiempos las relacionadas con los extranjerismos ligados a las nuevas tecnologías y redes. La RAE recomienda siempre que, si lo hay, se utilice el término correspondiente en español (tableta en lugar de tablet). Otro asunto que suscita buen número de dudas es la utilización del femenino en vocablos que no lo tienen (miembra, portavoza, estudianta…); la Academia considera que hay que dejar hacer a los hablantes, en unos casos los usos se convencionalizan (infanta, presidenta, médica…), en otros no.
En sus respuestas, los profesionales del departamento adjuntan siempre la fuente donde pueden corroborar el uso adecuado. Es por ello que el servicio de consultas es una herramienta extraordinaria de difusión de las normas entre los hablantes.
Aprovechando el conocimiento directo del manejo cotidiano del idioma que proporciona el servicio de consultas, el departamento se encarga de redactar los borradores de dos de las obras fundamentales para fijar las normas: la “Ortografía de la lengua española” y el “Diccionario Panhispánico de Dudas”.