James Dean, eternamente joven
- James Dean es una de las grandes leyendas del cine norteamericano.
- El 30 de septiembre de 1955 un accidente de coche acabó con su vida y con una fugaz carrera como actor
- Con sólo 24 años y tres películas se convirtió en el eterno rebelde
- La noche temática lo recordará con dos documentales el sábado 8 de septiembre, a las 23.30 horas, en La 2
James Dean es una de las grandes leyendas del cine norteamericano. El 30 de septiembre de 1955 un accidente de coche acabó con su vida y con una fugaz carrera como actor. Con sólo 24 años y tres películas se convirtió en el eterno rebelde. “Gigante”, el que fue su último largometraje, es reflejo de la división de clases y discriminación hacia las personas de origen mejicano en los territorios sureños de Estados Unidos.
La noche temática rinde homenaje a James Dean, un mito forjado a través de una cautivadora imagen, su intensa forma de interpretar y un trágico final.
James Dean: El principito y el pequeño bastardo
Comenzamos la emisión con un documental alemán del año 2005 de 52 minutos de duración. Está dirigido por Werner Köhne yAndré Schäfer y producido por Florianfilm Production.
"El Principito se volvió hacia el Zorro:
Adiós, dijo. Adiós, dijo el Zorro.
He aquí mi secreto.
Es muy simple:
no se ve bien sino con el corazón.
Lo esencial es invisible a los ojos".
El mito que se ha ido creando a su alrededor
no tiene tanto que ver con él;
sino con la imagen que se hizo de él la gente que lo conoció.
Que si me dijo tal cosa,
que si él significaba tal cosa para mí,
que si me hizo entender tal y cual cosa... No.
Jimmie, en lo que a mí respecta,
no era simplemente un amigo.
Era un hermano. Era parte de mi vida.
Yo lo había perdido todo.
La gente se empeña en retratarlo como un ser perdido,
desesperado y rebelde.
Pero él no se rebelaba prácticamente contra nada.
Le encantaban los niños, la gente mayor, los animales...
No paraba de reír. Pasamos ratos maravillosos.
El 30 de septiembre de 1955,
su rostro se quedó congelado en ese instante.
Eternamente joven.
Podemos hacer elucubraciones sin fin
sobre las posibilidades de James Dean.
"Yo, James Byron Dean,
nací el 8 de febrero de 1931 en Marion (Indiana).
Mis padres, Winton y Mildred Dean, y yo
vivimos en el Estado de Indiana hasta que cumplí seis años.
El trabajo de papá para el Gobierno nos obligó a mudarnos.
Era protésico dental y fue trasladado a California.
Allí vivimos unos años.
Mamá enfermó y desapareció de mi vida cuando yo tenía nueve años.
Nunca supe la razón de su muerte. Aún sigue obsesionándome".
Desde un punto de vista psicoanalítico,
es evidente que tener detrás a una figura materna tan especial
influyó notablemente en su carácter.
La rebelión contra el padre es algo muy normal
en la mayoría de los adolescentes que viven en el seno de
una familia patriarcal.
Sin embargo, lo habitual es que los adolescentes
terminen cediendo y conformándose,
si no tienen la suerte de tener unos padres
que se retiren a un segundo plano.
Si un niño se queda solo con su madre,
normalmente lo agarrarán firmemente por los hombros y le dirán:
“Tienes que hacer algo con tu vida.
Y no cualquier cosa: algo importante”.
Esta es muy conocida, sin duda.
Él imponía su criterio,
a cualquier fotógrafo que le retratara.
No permitía que se le hiciera una sola foto
que no reflejara exactamente lo que él quería ver.
Esta fue idea suya.
Para los fotógrafos era una delicia trabajar con él,
porque no teníamos que pensar nada: la creatividad la ponía él.
El fotógrafo, en este caso yo,
solo tenía que apretar el botón.
La parte creativa fue cosa suya.
Yo creo que hizo eso en todas las fotos que hicieron.
No era un chico rebelde cuando vivió aquí.
Era muy normal.
Y no creo que haya nadie en Fairmount
que lo recuerde como un rebelde.
Jimmie llevaba tres años aquí cuando nací yo.
Así que para mí era igual que un hermano mayor.
Alguien que siempre estaba ahí cuando era pequeño.
Recuerdo que iba al instituto en su pequeña moto.
Y también, que me llevaba a dar paseos en ella.
Bueno: para mí era como un niño.
Si necesitaba algo siempre llamaba o venía a mi casa primero.
Siempre estaba hambriento.
Era muy buen chico.
Muchos pensaban que era un vago, pero no era verdad.
Conseguía trabajo para otras personas,
y luego repartían las ganancias. Así que no era un vago.
Jimmie era simplemente Jimmie.
Le gustaba la velocidad. Era su segundo nombre.
Hasta luego, cuídense.
Que tengan buen viaje.
"A mí ciudad le gusta la esterilidad industrial.
Mi ciudad es pequeña y ama su retraimiento.
Mi ciudad prospera a base de fanatismo.
Mi ciudad es grande en términos de idolatría.
Mi ciudad cree en Dios y en los suyos.
Mi ciudad odia a católicos y judíos.
Mi ciudad es bullicio egoísta e inocente.
Mi ciudad lee el periódico concienzudamente.
Mi ciudad es amable. Nací desnudo.
Mi ciudad no es lo que soy. Yo estoy aquí".
Aquel plano de James Dean al principio de la película
fue como una revelación.
Su actuación era convincente.
Y su lenguaje corporal, tan de la calle,
agarrando aquel peluche...
El propio actor parecía indefenso. Tan presente.
La emoción que transmitía era intensa y muy bien expresada ante la cámara.
Es el nacimiento de un novedoso estilo de interpretación,
que quiero pensar que ya es el estilo americano.
Y James Dean es uno de los grandes artífices
de ese nuevo realismo americano.
Está ahí.
Acurrucado en posición fetal abrazando a un mono de juguete.
La escena tiene que ver con la evolución.
En realidad, descendemos del mono adolescente,
y por tanto puede decirse que, en cierto modo,
ya hemos cumplido nuestro destino evolutivo.
Pero ahí está él. Acurrucado en el suelo.
Es el comienzo de una nueva cultura. Está naciendo.
Básicamente, la cultura de los 50 surgió de la guerra y la depresión.
Yo lo llamo el sueño gordo.
En lo material teníamos todo lo que podíamos necesitar:
dos automóviles, el lavadoras... De todo.
La gente empezó a darle vueltas al sentido de la vida.
Comenzó a hacerse ese tipo de preguntas.
Por otro lado estaba la amenaza de la bomba atómica;
con la que supuestamente el mundo se iba a acabar.
Por tanto, los adolescentes debían pensar:
“Los adultos se han vuelto locos.
Van a destruir el planeta, así que vamos a celebrar
la fiesta del fin del mundo”.
De ahí el rock and roll, los beatmix, Kerouac, James Dean...
James Dean, por ser actor de cine,
podía mostrar esa nueva criatura
a las siguientes generaciones.
Él se convertiría en un punto de referencia
para los jóvenes de los 60, de los 70
y de las siguientes generaciones
a través del punk y de la cultura estadounidense.
El carácter de James Dean era muy complejo.
Tenía algo de delincuente juvenil.
Algo de Beatnik.
De peón de granja,
y también de chico sensible y atormentado que escribe poesía.
Y todos esos prototipos se fundían en él.
Dando vida a esa representación casi perfecta del adolescente.
Esa criatura que a todo el mundo le gustaría ser.
"¿Cuál es tu camino, tío? Camino de santo. Camino de loco.
Camino de arco iris. Camino de lo que sea.
Un camino a cualquier parte y de cualquier modo.
¿Adónde? ¿Cómo? Tienes que preocuparte por tu chico.
No se hará hombre a menos que sepa moverse.
Haz lo que este médico te dice.
Te lo aseguro: no importa dónde viva.
Siempre tengo mi maleta preparada debajo de la cama.
Estoy listo para largarme.
He decidido desentenderme de todo.
Sabemos cómo es el tiempo.
Podemos hacer que sea más lento o que avance.
Entendemos las cosas y nos sabemos todos los trucos.
Jack Kerouac. En el camino".
Yo iba a la Universidad de California.
Estaba en el Departamento de Artes Escénicas de la universidad,
y preparábamos una producción de Macbeth, de Shakespeare.
Había un joven estudiante que representaba el papel del rey.
El rey tenía un largo discurso.
Cuando abrió la boca y empezó a declamar fue absolutamente terrible.
Jamás había escuchado nada tan malo.
Hablaba con un acento muy marcado de Indiana.
Y no sabía pronunciar algunas palabras del discurso,
según la norma inglesa.
A mí me entró la risa.
Le dije una grosería.
Algo como: “¿Quién es ese paleto de Indiana
que lleva la falda escocesa y se le ven las rodillas?
Es espantoso: no sabe ni hablar”.
Bien. Pues, al cabo de un mes de conocernos,
empezamos a hacer amistad.
Un día me dijo:
“¿Por qué no buscamos un sitio para los dos?”.
Aunque casi no le conocía,
pensé que sería mejor eso que donde estaba viviendo entonces,
y le dije que sí.
Entonces se puso a contarme, mientras íbamos en el autobús,
su visión de la vida.
"Nunca se lo he contado a nadie.
Supongo que siempre he temido que pensaran que estoy loco.
¿Alguna vez has tenido la sensación
de que las cosas no están en tus manos?
Me refiero a saber que tienes algo que hacer,
y que no tienes ningún control sobre ello.
Aún no sé muy bien el qué.
Pero cuando llegue el momento lo sabré".
"Sé que quiero ser actor. Pero no solo es eso.
Eso no es todo.
Ser simplemente actor o director,
aunque sea muy bueno, no es suficiente.
Tiene que haber algo más.
Si aceptas el mundo y dejas que sucedan cosas a tu alrededor,
vivirás experiencias que nunca imaginaste que vivirías.
No quiero ser simplemente un buen actor.
Aunque sea el mejor.
Quiero crecer y crecer.
Llegar tan alto que nadie pueda alcanzarme.
Quizá te suene absurdo o egocéntrico.
Pero yo creo que solo existe una forma de grandeza.
Para mí, la verdadera grandeza del ser humano está en la inmortalidad".
"Las primeras semanas que pasé allí estaba tan confuso
que solo paseaba por Time Square,
que estaba a dos manzanas de mi hotel.
Para huir de la soledad, veía tres películas al día".
Cuando volvimos a vernos en Nueva York,
Jimmie había cambiado un montón.
Ahora estaba en condiciones de enseñarme algunas cosas.
Las tornas habían cambiado.
Lo cual estaba muy bien, y lo disfruté mucho.
Vivíamos juntos y hacíamos muchas juntos.
Él se había creado un círculo de amigos
con mucho talento: intelectuales.
Gente muy interesante, que solía reunirse en un local
junto a nuestro hotel.
Así que conocí a algunas de esas personas a través de Jimmie.
A partir de ahí cambió nuestra relación y nuestra amistad.
Ahora estábamos en pie de igualdad.
Ya no era el tímido pueblerino de Indiana.
Me había adelantado un poco y yo tenía que ponerme al día.
Tal vez intentaba dar con una imagen en la que sentirse a gusto.
Parecía como...
abandonado.
Era muy guapo. Pero sobre todo muy divertido.
Se reía un montón.
No fue nada de...
“Ay, Dios mío. ¡Qué guapo es! ¡Me va a dar un ataque!”.
No.
Hice algo que las chicas no solían hacer en los 50.
Me fui a vivir con él.
Y sí: dormíamos en la misma cama.
Teníamos una relación, como cualquiera.
Yo era su novia y él fue mi primer amor de verdad.
Durante un tiempo fuimos inseparables.
Hace mucho fui una película que se llamaba “Los niños terribles”,
sobre un hermano y una hermana que vivían en un ático,
y aunque trataba de un incesto mantenían una relación preciosa,
en la que dejaban a todo el mundo fuera.
Y ese fue en parte nuestro problema:
que no pudimos mantener al margen nuestra relación
durante mucho tiempo.
Había que estar en el mundo.
Yo creo que ese fue uno de los motivos
por lo que lo nuestro terminó.
Porque el mundo empezó a adueñarse de la vida de Jimmie
y se hizo famoso.
(SUSPIRA)
Me dijo: “Vístete. Tienes que ir al Astor Bar, en Broadway.
Tú entras al bar, te pides una copa y esperas a ver qué pasa”.
Yo sabía perfectamente lo que iba a pasar.
Ya había estado en el Astor, y era un lugar donde los hombres
buscan a otros hombres, y los chicos buscan a otros chicos.
Yo no sabía que hacer.
Era algo que nunca habíamos hablado entre nosotros.
Tuve que ir allí,
quedarme de pie en la barra y pedirme una copa.
Y en efecto: alguien se acercó,
y me propuso que nos fuéramos juntos a casa.
Yo le dije: “Disculpa. Tengo que llamar a un amigo”.
Llamé a Jimmie y le pregunté: “¿Qué hago ahora?
En realidad no quiero hacerlo”. Y él me contestó:
“Pues, si no quieres hacerlo, no lo hagas.
No hagas nada que no quieras hacer. Vuelve a casa”.
Cuando llegué, Jimmie no estaba.
Sobre mi almohada, había un ejemplar de El Principito,
de Antoine de Saint-Exupéry.
Y tenía pegada una nota que decía lo siguiente:
“Un regalo por el que siempre se está en deuda”.
Era todo un misterio.
Yo no sabía cuáles eran sus intenciones
ni lo que quería decir con aquello. Así que leí el libro.
Yo no lo había leído,
y me caló hasta lo más fondo.
Creo que fue de las cosas,
de los regalos más hermosos que nadie me ha hecho nunca.
Y es una lástima.
Porque Jimmie y yo nunca lo hablamos.
"En el aire reflexivo de la noche,
el sonido de los tambores, monótono, estridente y simbólico,
sugerente y sensual,
tatúa imágenes orgiásticas en mi cerebro.
El penetrante olor a ginebra y a cerveza de 90 céntimos
se entrelaza con la ocasional calma en curso.
A veces inmóvil.
A veces, intensamente dolorosa hasta la contorsión.
Y saltos largamente esperados rellenan la densa niebla
de chicle con el perfume del sudor.
Los invitados apenas ocultan su regocijo.
Esta maldita bestia, virgen siete días a la semana,
hace reverencias con el equilibrio de una Paulova ebria.
Un aura de terror.
Son las siete y media de un lunes por la mañana.
Es mi “Divina comedia”: el Dante de la calle 52".
La primera vez que vino había un sofá allí.
Se sentó en un extremo,
y el pobre se quedó ahí todo encogido,
pero luego empezó a hablar de la obra en la que estaba trabajando,
que era “El inmoralista”, con Geraldine Page,
y entonces se levantó e interpretó una danza con las tijeras.
Tenía mucha gracia.
Cuando se levantó para actuar era otra persona.
Mi esposo no vio ninguna de sus películas
hasta después de su muerte.
Y entonces se dio cuenta del gran actor que era.
"Vive deprisa. Muere joven y deja un bonito cadáver".
En fin: Marilyn Monroe murió joven y hermosa.
No les dio tiempo a tener arrugas y a engordar, como el Sr. Brando.
Ni a desfigurarse en un accidente de coche, como Montgomery Cliff.
Dean murió cuando aún tenía muchos dientes en su sitio.
Ya me entiende.
A Jimmie le faltaban los dientes delanteros.
Se le rompieron cuando era pequeño, en un accidente.
Se cayó de un árbol, creo. -De una moto.
-Una moto.
Una vez salieron a tomar algo. Una copa, vamos: a beber alcohol.
Y en un momento dado, Jimmie se quitó los dientes
y los echó en la bebida.
Siempre estaba haciendo payasadas de ese tipo.
-Esa fotografía se hizo para probar una nueva película fotográfica.
Jimmie era accesorio.
Le dijo: “¿Te importa caminar por la calle?
Quiero comprobar la luz que consigo con esta nueva película”.
Roy estaba probando la película. No estaba fotografiando a James Dean.
Nadie sabe esto. Yo estaba allí.
-Las fotografías prolongarán eternamente la vida de Jimmie Dean.
Para mí,
las fotografías son incluso más importantes que las películas.
(GRITA)
(TODOS GRITAN)
La interpretación según el método
es desde luego una técnica.
Por eso se llama método.
Es una metodología para abordar un personaje.
O un guion.
Pero el método tiene que ver con el yo.
Una confrontación prolongada del yo
y la capacidad de expresar lo que está sucediendo...
Contigo: con el actor.
Contigo en el momento.
Estamos convencidos de que,
cuanto más personal sea la experiencia,
mayor comprensión generará.
Yo les digo a todos mis alumnos jóvenes que se fijen en él.
Porque yo no puedo enseñarles ese paso.
Pero creo que James Dean, sí.
Esa confrontación prolongada con el yo,
a través de la expresión del carácter,
es muy exquisita.
Sublimemente exquisita en su interpretación.
Llevaba un par de meses aquí cuando, de repente,
una mañana me despertaron unos golpes en mi puerta.
Era Jimmie, que venía de Nueva York.
Yo le pregunté: “¿Qué haces aquí?
¿No se supone que estabas en Nueva York?”.
Y me dijo:
“No, tenía que venir. Voy a hacer una película con Kazan.
Elia Kazan”.
“¡Es increíble!”, le dije. ¿De qué se trata?.
Lo contrataron para hacer “Al este del Edén”.
"La novela más atrevida de la década. Con personajes sorprendentes.
Y emociones desatadas.
La película más descarnada que se ha hecho nunca".
"James Dean es Cal: el chico más salvaje que hayan visto nunca.
Julie Harris es Abra:
la chica más sincera que hayan visto nunca.
Jo Van Fleet es Kate:
la mujer más perversa que hayan visto nunca.
Me sentí tan abrumado por su actuación...,
tan impactado por la enormidad de lo que estaba viendo en pantalla,
por lo que había sido capaz de hacer de sí mismo
y por la extraordinaria fuerza de la película también
que, cuando acabó,
tuve que irme, y ni siquiera le vi.
Él me hizo una seña y dijo:
“Venga, nos vamos a una fiesta”.
Y yo le contesté: “No, tengo que irme”.
Corrí hasta mi coche y me fui a casa.
Era lo más absurdo que podía haber hecho.
Fue como si rebosara dentro de mí toda la ambición
y toda la lucha de esos cinco años que pasamos juntos.
Me di cuenta de lo que realmente había sucedido.
Y era algo tan grande y trascendente que me superó.
Así que me metí en el cuarto de baño,
me senté en el borde de la bañera y me puse a llorar,
con una mezcla de alivio y asombro.
No sé cómo definirlo.
Entonces empezaron a llamar y a aporrear mi puerta.
Era Jimmie, que me decía:
“¡Venga! Tienes que venir a la fiesta.
Vente a la fiesta.
Pensé que vendrías a la fiesta.
Abre la puerta y déjame entrar”.
Pero yo no podía.
Así que él trepó por una ventana.
Entró y me encontró sentado en el borde de la bañera llorando.
Y simplemente me preguntó:
“¿Es por mí o por ti?”.
Y yo dije: “Un poco por los dos”.
"Quiero dejar atrás este mundo pequeño y restringido
en el que vivimos.
Quiero intentar llegar a alguna parte donde todo sea,
simplemente, perfecto".
"Liz y Rock.
Dos de las estrellas más seductoras del momento,
en una película lo bastante grande como para reunir a ambos: 'Gigante'.
Una de las mayores experiencias cinematográficas
de todos los tiempos.
Sí, en cierto modo James Dean actuó en contra de la película.
Suele estar en un lugar apartado, o detrás de otras personas.
No en el centro.
Es como si representara su propia obra.
Pero luego da un paso adelante y consigue que todos participen
en su drama. Es subversivo.
Darle la réplica debía de ser complicado si eras un actor rígido
y siempre hacías todo igual.
Había que estar preparado para sus sorpresas.
Para mí, la evolución de James Dean en sus películas es extraordinaria.
Casi un misterio.
Empieza con “Al este del Edén”, como Adán y Eva.
Luego pasa a una especie de rebelión semejante
a la revolución estadounidense: nuestra liberación del Antiguo Mundo.
Y después llegas a gigante.
Que es lo que sucede cuando todos tus sueños se hacen realidad.
En cierto modo, es lo que le habría sucedido a James Dean
si hubiera sobrevivido y permanecido en Hollywood.
Se pierde de vista casi por completo el sentido de la película.
No trata de los personajes de Rock Hudson y Elizabeth Taylor,
sino de Jeff Ring.
Él es el hombre rural estadounidense que exclama:
“¡Al infierno con todas estas estupideces!”.
"Le besé en la mejilla. Le deseé lo mejor,
y vi cómo se alejaba por la calle.
Dio unas patadas a algunas piedras, como un crío.
Y se paró debajo de una farola para encender un cigarrillo.
Luego enderezó los hombros, dobló la esquina y desapareció".
"El Principito subió a una montaña.
¿Quién eres?, dijo el Principito. ¿Quién eres? ¿Quién eres?
respondió el eco.
Amigos míos, estoy solo, dijo el Principito. Estoy solo.
Estoy solo. Estoy solo, respondió el eco.
El secreto de su éxito fue interpretar con aquella intimidad.
Que la gente pensara que le conocía.
Y a quienes gustaba James Dean
fantaseaban con tener una relación con él.
-Él era el sensible Principito que vivía en su propio asteroide.
Pero también era el pequeño bastardo.
Tenía un carácter complejo.
No era el típico chico encantador y sin dobleces.
-Era un solitario. Pero no estaba solo. ¿Me entiende?
De todo lo que vino después, nada ha hecho que desaparezca
mi admiración por Jimmie. O mi amor por Jimmie.
Era un amigo soberbio... Maravilloso.
-Yo no catalogaría a Dean como cool.
Ni inventó ese concepto ni lo personificaba.
Después de todos estos años,
y después de haberse convertido en el gran icono internacional
que es ahora,
y de toda esa comercializaciónde carteles,
relojes de pulsera o fundas de cojín con su imagen grabada,
yo creo, aunque no puedo demostrarlo, que si Dean aún estuviera vivo
y viera todo eso,
probablemente su reacción sería de disgusto.
El 8 de febrero de 1931, en Marion (Indiana), nace James Byron Dean. Bajo la figura de un padre autoritario y una madre que le inculca el interés por el arte y por aprender cosas nuevas fue formándose su carácter, marcado para siempre por la muerte de su madre cuando tenía 9 años. Su padre no tardó en enviarle a vivir con sus tíos.
Antes de hacer su primera gran interpretación en el cine, Dean tuvo algunos papeles en el teatro y la televisión. Posiblemente su primer trabajo profesional fue un pequeño papel en un anuncio de Pepsi. Poco después, consiguió el papel del apóstol Juan en una película para la televisión. Después llegó a Nueva York: Dean descubre todo un surtido de tendencias y estilos de vida que disfrutaba enormemente y adoptaba con avidez.
En 1954 entró en Hollywood de la mano de uno de los directores más importantes, Elia Kazan. James Dean empezó a verse como una prometedora estrella en Al este del Edén. Tras un éxito arrollador, volvió a subírsele a la cabeza su pasión por la velocidad. A pesar de las quejas de directores y productores preocupados, se compró un Porsche y lo ponía a tope en las colinas de Hollywood en un intento de recuperarse a sí mismo. Después rodó Rebelde sin causa y Gigante.
En su último día de vida, Dean se dirigía por carretera al norte de California para acudir a una carrera de coches con su nuevo Porsche. Ese día desapareció el actor para siempre dando paso a la leyenda. Cuando se proyectó Gigante en las salas de cine en 1956, ya llevaba muerto más de un año.
Los niños de Gigante
Finalizamos nuestra emisión con un documental norteamericano del año 2015 con una duración de 52 minutos. Está dirigido por Héctor Galán y producido por Galan Incorporated y Latino Public Broadcasting.
Gigante, dirigida por George Steven, es un clásico del cine americano basado en la polémica novela del mismo nombre de Edna Ferber. La película está protagonizada por un trío legendario: Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean. Es la historia de tres generaciones de una poderosa dinastía ganadera en Texas. Junto a esto tiene un importante trasfondo social al llevar a la pantalla una mirada firme sobre el racismo hacia los chicanos. Un tema atrevido para el público de aquel momento. Hector Galán también llama la atención sobre el papel que representa Elizabeth Taylor como Leslie Benedict y sus connotaciones prefeministas.
Varias décadas después de su estreno, los niños de origen mexicano que participaron en la película relatan cómo vivieron el rodaje durante el verano de 1955 en Marfa, al oeste de Texas. Una fascinante relación entre la ficción y la realidad de estas familias. George Stevens permitía que los lugareños se mezclaran con el elenco y que participaran como extras o como tramoyistas. No era raro ver a James Dean comprando a los niños lugareños refrescos y contándoles historias de aventuras.
Con los testimonios de los mexicano-americanos participantes y parte del equipo que realizó la película, el documental ofrece una oportunidad extraordinaria para explorar el panorama social predominante en aquel momento y que fue proyectado a través del gran prisma de Hollywood. Todo ello en un contexto histórico, reforzado por las entrevistas hechas a notables historiadores, periodistas y académicos, entre ellos Charles Ramírez Berg y Ramón Rentería.