Terra Festa
- Las celebraciones religiosas están en el origen de la gran tradición de orquestas y verbenas en Galicia
- Las estimaciones hablan de unas 4.500 fiestas anuales que incluyen unas 15.000 actuaciones musicales
- Más de 4.000 personas viven directamente de la música de verbena, entre artistas, técnicos y representantes
- En los 90 se produjo la inflexión hacia las verbenas-espectáculo, con extraordinarios escenarios móviles, gran potencia sonora y cuidados efectos de luces
- Numerosas voces piden mayor protección para el sector de la música verbenera, incluso que se considere Patrimonio Cultural de Galicia esta tradición festiva
- #CRverbenas
FICHA TÉCNICA
- Guion: Juantxo Vidal
- Realización: Arturo Villacorta
- Imagen/sonido: Vicente Gil / Irene Martín
- Montaje: Eulalia Morcillo
- Sonorización: Isabel García Leal
- Ambientación musical: José Ayuso
- Postproducción: Chema Giné
- Documentación TVE
- Producción: Ana Pastor / Lourdes Calvo
Para muchos gallegos la verbena es parte de su patrimonio cultural. Sería incomprensible una fiesta patronal sin verbena, sin baile y sin orquestas. Hay fiestas todo el año, pero es sobre todo en verano cuando la verbena se extiende por la ondulada geografía gallega, de punta a punta.
El baile comenzó junto a la iglesia
Si algo caracteriza a los núcleos de población en Galicia es su dispersión. Las aldeas se multiplican por doquier. Se contabilizan más de 300 municipios, concellos, cada uno de ellos tiene además varias parroquias. La parroquia es una entidad territorial de extraordinario arraigo, hay cerca de 4.000, y cada parroquia honra a su santo patrón con algún día de fiesta cuando el calendario lo indica. Es la tradición.
Hay además lugares, barrios, que se suman a la fiesta, que organizan sus propias verbenas. Por si fuera poco, desde hace unos años crecen las jornadas gastronómicas (fiesta de la almeja, del pulpo, del cocido…), y en casi todas se acaba bailando.
Según la web Orquestas de Galicia cada año se realizan en la Comunidad en torno a 4.500 celebraciones festivas, que incluyen unas 15.000 actuaciones de diferentes formaciones musicales. Estamos ante un fenómeno extraordinario, ante una tradición que, lejos de decaer, cobra fuerza verano a verano. Cada temporada las principales orquestas renuevan sus espectáculos, amplían su catálogo de sorpresas sobre escenarios grandes y brillantes. Parece que poco más se puede ofrecer, pero la descarnada competencia entre formaciones hace que año a año la tuerca del espectáculo dé otra vuelta.
Hubo un momento crítico, en los 80. Los jóvenes abandonaron la fiesta, la verbena. Se convirtió en terreno casi exclusivo de padres y abuelos, territorio del pasodoble y la cumbia. Entonces las formaciones tuvieron que reinventarse, apostaron por el espectáculo, por las luces y las coreografías, adaptaron el repertorio. Y los jóvenes regresaron. En ello tuvo mucho que ver la aparición de los escenarios móviles, tráileres capaces de desdoblar sus estructuras a lo largo, a lo ancho y a lo alto, capaces de transformarse en un estallido de luz y sonido. Los viejos palcos de las plazas, los kioscos que siempre se habían albergado a los músicos, se quedaron pequeños y anacrónicos.
El escenario y el entorno
No hay datos concretos pero se estima que en Galicia hay radicadas unas 400 formaciones musicales que ocupan directamente, entre artistas y técnicos, a más de 4.000 personas. En la temporada estival recibe además a orquestas y grupos de otras comunidades, sobre todo de las limítrofes.
La verbena es una tradición tan profundamente arraigada que muchas de las formaciones acumulan varias décadas de actividad musical. La decana es la Orquesta Compostela, a punto de cumplir un siglo pegada a la verbena; otra orquesta de renombre, Los Satélites, está celebrando su 80 aniversario; París de Noia, una de las punteras en los rankings, lleva más de 60 años poniendo música a la fiesta…
Las principales formaciones viven fundamentalmente de la música, son profesionales que dedican el invierno a preparar concienzudamente el estallido festivo veraniego. Para reflejar la vida de estas gentes hemos puesto el objetivo de CRÓNICAS en cuatro formaciones diferentes:
- “París de Noia”. Una de las grandes orquestas de Galicia, con multitud de seguidores de varias generaciones. Se fundó en 1957. Entre músicos y técnicos cuenta 30 personas. Ofrece en torno a 200 actuaciones anuales. Su espectáculo mueve 4 tráileres.
- “El Combo Dominicano”. Seguramente a causa de la emigración, los ritmos latinos siempre han sido bien acogidos en las verbenas gallegas y los del Combo son los grandes representantes de esos estilos. La orquesta se formó en Canarias –donde reside- a comienzos de los 90, con músicos de allí y de la República Dominicana. Comenzaron a viajar a Galicia en 2005 para actuar durante unos días, luego fueron meses, ahora pasan más de la mitad del año en tierras gallegas.
- "América de Vigo”. El grupo roquero de las verbenas . Voces exquisitas y virtuosismo instrumental para reproducir los grandes temas del rock y el pop de los 70 y los 80, de Queen a Led Zeppelin, de Yes a Whitesnake, pero también clásicos de pop español. Llevan haciendo lo mismo 40 años. Lo bordan.
- “Show Musical Alba”. Alba Docampo es cantante solista. Su padre le echa una mano, conduce la camioneta-escenario y le ayuda con el pequeño montaje del espectáculo. Lleva música pregrabada y adapta su repertorio a las circunstancias. Lo mismo hace una verbena que una sesión vermú o una fiesta particular. Además, estudia Estética.
Las formaciones, los artistas, son una parte, la otra lo es el público, y en el medio están las Comisiones de Fiestas, el auténtico motor de las verbenas. Grupos de vecinos que trabajan desinteresadamente para sostener la tradición, para que el santo siga teniendo su celebración, para que la fiesta no decaiga y para que, a poder ser, supere a las de las parroquias de los alrededores. A menudo tienen apoyo municipal, sobre todo en las localidades medianas y grandes, pero en muchas aldeas la verbena depende únicamente de la recaudación puerta a puerta, de iniciativas como rifas o banquetes populares, del puesto de bebidas instalado en la campa de baile… Es de justicia reconocer su trabajo y los artistas no lo pasan por alto.
La economía
La verbena sostiene un sector económico nada despreciable, un sector heterogéneo que transciende al propio hecho musical: feriantes, hosteleros, constructores de escenarios, comercio musical, equipos de sonido, luminotecnia, toldos… Por tanto el hecho social, la arraigada tradición, tiene una innegable e importante vertiente económica. Y aquí surgen los lamentos. Desde las formaciones se quejan del excesivo peso del IVA, un 21%, que unido a gastos de representación, seguros, transportes, etc., reducen los márgenes de beneficio a cifras que no todos puede soportar. Solo las grandes orquestas, las formaciones que tienen un elevado número de actuaciones por temporada, subsisten con cierta holgura. Pero muchos músicos tienen que pluriemplearse en grupos paralelos para asegurarse la vida. Además, dicen, la crisis golpeó fuerte y los cachés se estancaron. Por todo ello piden medidas de protección, sobre todo en materia fiscal, pero también en otros órdenes. Son muchas las voces partidarias de reconocer a las verbenas y su entorno como parte del patrimonio cultural de Galicia, un patrimonio que debe defenderse desde las instituciones.
Nada ayudó al sector el “caso Lito”. Ángel Martínez, “Lito”, era un apreciado representante de orquestas, en su agenda figuraban más de 80, entre ellas varias de las potentes. Quienes le conocen dicen que es el gran responsable del salto hacia las verbenas espectáculo. Su condena -12 años de cárcel por fraude fiscal- sacudió como un seísmo el mundo de la verbena. Según los jueces “Lito” ocultó dinero al fisco en los contratos de eventos festivos durante los años 2011 y 2012. La condena le obliga además a pagar 40 millones de euros a Hacienda. Ahora se han intensificado las inspecciones, los controles.
La despoblación, la gran amenaza
Es un hecho. Por la geografía gallega se dispersan aldeas vacías, parajes rendidos a la soledad, casas e iglesias cerradas. Otros muchos lugares están a un paso del abandono, con apenas unos cuantos habitantes, ancianos en muchos casos, para sostener un mínimo pálpito de actividad antes de perderse en el olvido. Es un panorama triste. Con cada pueblo abandonado hay tradiciones perdidas. Ni las campanas llaman a misa el día del santo patrón, ni la verbena suena en la plaza. Y cada día son más.