Turismo, ¿menos es más?
- El Ayuntamiento de Palma ha sido el primero en prohibir los alquileres turísticos en edificios plurifamiliares
- El llamado "síndrome de Venecia" afecta ya a algunas ciudades de nuestro entorno, saturadas por los excesos del turismo
- La industria turística representa el 70% del PIB de las Baleares y casi un 15% del total de la economía española
- #CRturistificación
GUION Carmen Bonet
REALIZACIÓN Arturo Villacorta
IMAGEN Pablo Balsa
SONIDO Antonio Garrido
MONTAJE Montse Luna
GRAFISMO Antonio Valentín
AMBIENTACIÓN MUSICAL Angeles Rodríguez/José Luis Ayuso
SONORIZACIÓN Isabel Arribas
DOCUMENTACIÓN SS.II. TVE
PRODUCCIÓN Ana Pastor / Lourdes Calvo
El lunes 8 de octubre el crucero turístico más grande del mundo atracó en el Puerto de Palma, la capital balear, cuando aún no había amanecido. Desde el hotel donde estábamos alojados pudimos ver como se aproximaba al Puerto, tan iluminado como una atracción de feria. Se adivinaban ya sus enormes dimensiones. Horas después, a la luz del día, y de cerca, aún era más impresionante. El Simphony of the Seas, pertenece a la última generación de buques de crucero: gigantes y con muchas posibilidades de ocio en su interior (¡desde 22 restaurantes a un teatro!). En esta ocasión no iba al completo (6.680 plazas), aunque unos 6.000 pasajeros no están mal para un viaje por el Mediterráneo.
El "turismo de cruceros" es precisamente uno de los elementos de los que se habla cuando el problema es la masificación y la presión turística sobre algunas ciudades. La capital balear puede llegar a recibir el mismo día hasta seis cruceros distintos. Un gran número de turistas que, de golpe, inunda las calles del centro de la ciudad. Es la consecuencia más evidente en el centro histórico de Palma, aunque no la única. Desde distintos colectivos, asociaciones y grupos ecologistas se lleva años pidiendo un control de la actividad turística, un cambio para un modelo del que no se benefician por igual todos los ciudadanos, y que, según dicen, está acabando con los territorios (desde los barrios a las explotaciones agrícolas) y afectando gravemente a los recursos. Una isla, además, es un lugar con límites muy claros, y por tanto mucho más vulnerable ante los excesos.
Y excesos es la palabra que podría ilustrar algunos de los males de esta industria turística que en algún momento, hace ya unas cuantas décadas, permitió salir del aislamiento a un país aletargado y empobrecido tras la Guerra Civil, y que aún hoy sigue siendo la principal fuente de ingresos de muchas regiones españolas. Porque, no lo podemos negar: España y Turismo son dos términos inseparables. Hubo un tiempo en que parecía que era lo único que teníamos que ofrecer al exterior. Pero hoy las cosas han cambiado bastante. Tal vez por eso desde algunos sectores y foros se pide una “revisión” de algunos aspectos, hoy ya no tan beneficiosos.
En algunos lugares, como en la ciudad de Palma, el Ayuntamiento (a propuesta de vecinos y asociaciones) ha prohibido ya el alquiler turístico en viviendas plurifamiliares, un tipo de alojamiento propiciado por plataformas como Airbnb, que ha afectado seriamente al precio de la vivienda y, por consiguiente, a la vida de muchos mallorquines. En otras ciudades, como Barcelona o Madrid, se han incrementado las inspecciones y las órdenes de cierre de viviendas turísticas.
Primero fueron las costas, luego el interior; y ahora es la propia ciudad, sus cascos históricos y sus barrios más tradicionales, los que han entrado en un proceso de cambio. Hace unos años el punto de mira estaba en conceptos como gentrificación, una primera modificación en la estructura socioeconómica de los barrios. Hoy, esa gentrificación se vuelve más específica, y son hoteles y turistas los que cambian los lugares. Y las ciudades, afirman algunos, se convierten en “parques temáticos”, lugares sin alma, al servicio de una industria que mueve millones y millones, en dinero y personas.
Se buscan soluciones y alternativas a una industria que en algunas zonas es la actividad económica sobre la que gira casi todo.” Podría ser un buen reclamo. Todos tienen la respuesta en la palabra diversificación. Pero ¿qué queremos diversificar? ¿el modelo turístico ó el modelo económico?
Mientras en algunos lugares ya se han visto obligados a tomar medidas (prohibición de alquileres turísticos o no promocionarse en temporada alta), otra palabra, "turismofobia", también ha empezado a sonar. Hace décadas los forasteros eran recibidos con los brazos abiertos por las poblaciones locales. Hoy, no hay tanto entusiasmo y además, para el ciudadano de a pié, las cifras record en turistas no tienen ningún reflejo en su calidad de vida y su bienestar. A veces, al contrario…
En los años 60 se produjo el boom del turismo en nuestro país. Ahora, ya es el momento de otro gran boom; porque viajar ya no es privilegio de unos pocos, ni excepción para recién casados, o vacaciones de verano. Hoy todos somos potenciales turistas, y el turismo una gran empresa que tendrá que renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos.