Teruel: la imaginación contra el desierto
- El negativo crecimiento vegetativo unido al éxodo hacia otros lugares hacen que Teruel pierda en torno a un centenar de habitantes cada mes
- La densidad media de la provincia es de 9 habitantes por kilómetro cuadrado, la inferior de España junto a Soria, pero hay amplias zonas con datos muy inferiores
- El 70% de los pueblos turolenses tienen menos de 300 habitantes, 90 están en grave riesgo de quedar despoblados
- El histórico déficit en infraestructuras ha contribuido al aislamiento y despoblación. Solo una autovía y una obsoleta línea férrea atraviesan la provincia
- El Gobierno de Aragón mantiene abiertas las escuelas rurales que cuentan, al menos, con 3 alumnos. La medida ha evitado el cierre de decenas de centros
- Hay ejemplos de éxito contra la despoblación: el cultivo de trufas en Sarrión, las empresas online en Castelserás, o el estacionamiento de aviones en la Plataforma Aeroportuaria de Teruel, están contribuyendo a ganar o a fijar población
- #CRdespoblacion
El aislamiento, casi el olvido, ha dejado su marca en Teruel. En muchas zonas de la provincia el desierto se impone a fuerza de soledad y abandono. Como una enfermedad.
Es un mal común en España. Los territorios del interior añoran los días de siegas y trillos, los tiempos en los que los niños llenaban de bullicio el patio de la escuela y en las mesas de la cantina se cantaban “las cuarenta”. Ahora solo quedan unos cuantos viejos paseando sus recuerdos por las callejas vacías. O no queda nada.
Pasa también en distintas zonas de Europa. Cuando comenzaba el siglo XX el viejo continente albergaba al 25% de la población mundial, ahora el porcentaje no llega al 10.
Para buscar un origen debemos situarnos en los años 50. La industria comenzaba a imponerse a la economía agrícola y ganadera, y junto a las fábricas las ciudades extendían sus extrarradios. Las urbes ofrecían las oportunidades que el campo parecía negar, los pueblos comenzaron a vaciarse. Hasta hoy.
Hace tiempo que el asunto adquiere dimensiones preocupantes. En muchos lugares la sociedad lleva años reclamando atención, alertando sobre el avance del desierto. El tema ha acabado elevándose al capítulo de prioridades de la agenda política. El gobierno trabaja en una estrategia nacional en materia demográfica, un plan que incluirá medidas para combatir la despoblación rural y otras para reforzar las garantías de igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, independientemente de su lugar de residencia. Porque un habitante de un pueblo del interior de Teruel tiene los mismo derechos de acceso a la sanidad o a la cultura que cualquier vecino del centro de Madrid.
Conscientes de ello, las Comunidades más afectadas por el problema demográfico, aquellas en las que la brecha rural es mayor, han hecho frente común para, entre otras cosas, reclamar un reparto presupuestario que tenga en cuenta que la prestación de los servicios básicos en las zonas menos pobladas es más costosa, pero tan necesaria como en las capitales. Quieren también que la Unión Europea se implique, que la despoblación sea un criterio de peso en la distribución de los fondos comunitarios.
Retrato del desierto
La demografía
Son datos. Teruel tiene 134.500 habitantes, prácticamente la mitad que hace un siglo. Además el 26% de su población se concentra en la capital. Hay zonas de la provincia que arrojan una densidad de 2 habitantes por kilómetro cuadrado, aunque la densidad media es de 9 habitantes por kilómetro cuadrado, la menor de España junto a Soria. Desde hace años el crecimiento vegetativo es negativo. El pasado año murieron 765 personas más de las que nacieron, lo que unido al éxodo hacia otros lugares supuso que la provincia perdiera en torno a un centenar de habitantes cada mes. Y todo parece indicar que así será durante los próximos años. El 70% de los 236 municipios turolenses tienen menos de 300 habitantes. Hay 90 pueblos en riesgo extremo de quedar despoblados. Vacíos.
Las infraestructuras
El aislamiento es una de las principales causas de la despoblación y en el aislamiento incide de forma determinante la falta de infraestructuras de comunicación. Es un déficit histórico que colectivos como “Teruel Existe” llevan décadas denunciando.
Teruel fue la última capital española a la que llegó el ferrocarril, en 1901, y sigue siendo la única sin conexión directa con Madrid por ferrocarril, tampoco tiene conexión directa por autovía.
El AVE se olvidó de Teruel. La única línea férrea que atraviesa la provincia, que une Zaragoza con Valencia, es antigua y está en lamentable estado. Hay tramos en los que los trenes circulan a menos de 30 kms/h, más despacio que un tractor. Este ferrocarril tarda más de 5 horas en cubrir los 308 kms. de Zaragoza a Valencia. Por comparar: el viaje en AVE entre Zaragoza y Málaga, 832 kms., dura 4 horas.
El caso es que esa línea férrea forma parte, según se aprobó hace una década, del corredor Cantábrico-Mediterráneo. El proyecto debe conectar las capitales costeras del norte –Santander, Bilbao y San Sebastián- con Valencia, pasando por Teruel. Todo el corredor debería realizarse con doble vía electrificada, para trenes de altas prestaciones, sin embargo las mayores inversiones hasta ahora se concentran en el tramo norte, de Zaragoza al Cantábrico. El tramo Zaragoza-Valencia, el que pasa por Teruel, apenas ha recibido lo suficiente para solventar alguno de sus muchos problemas. Desde “Teruel Existe” apuntan que en realidad se está priorizando, por razones ajenas, la conexión Cantábrico-Mediterráneo por Cataluña.
Mal por tren, mal por carretera. Sólo una autovía atraviesa la provincia de Teruel, la A-23, conocida como Autovía Mudéjar. Une Zaragoza y el Levante atravesando el oeste turolense. En breve comenzará la construcción de otro corto tramo de la autovía A-68 para conectar el norte de la provincia, Alcañiz y el Bajo Aragón, con Zaragoza. Y no hay más. La mayor parte del territorio turolense, toda la zona del interior y la margen oriental, está surcada por serpenteantes carreteras que discurren entre pueblo y pueblo pegándose a una orografía atractiva y complicada.
Hay otra autovía proyectada hace más de 3 décadas que sigue sin llegar a Teruel. Es la A-40, la autovía que atraviesa la península de Oeste a Este por la Meseta Sur. Debería conectar Ávila con Teruel, pasando por Toledo y por Cuenca. Todo está en marcha, excepto el tramo final, Cuenca-Teruel, paralizado desde hace años por la Declaración de Impacto Medioambiental. Si se buscara una alternativa y se extendiera el trazado hasta Alcañiz, la autovía atravesaría el interior de la provincia, sería un importante eje vertebrador. Pero no hay visos de que esto suceda.
Uno de los objetivos plasmados en el Plan Estratégico de Infraestructuras es que en 2020 todos los españoles tengan una vía de alta capacidad, una autovía, a menos de 30 kilómetros de sus casas. En gran parte de Teruel seguirán esperando.
- Teruel, la provincia rodeada
Los diques
Pese a todo, hay ejemplos que demuestran que no es imposible cambiar el rumbo del problema. Ya sean iniciativas públicas o privadas, o la combinación de ambas, en Teruel hay lugares que están consiguiendo poner muros al desierto, algunos incluso mejoran sus expectativas demográficas. En estos casos, como en otros muchos, la imaginación juega un papel fundamental.
En todas las comunidades afectadas por la crisis demográfica la lucha contra la despoblación está en el eje troncal de la acción política. En Aragón esto se traduce en iniciativas diversas, como la puesta en marcha de un fondo destinado específicamente a combatir la despoblación financiando proyectos surgidos en el ámbito local, en los pueblos. La comunidad va a contar con una ley de emprendimiento de trabajo autónomo que recogerá capítulos centrados en el fomento del autoempleo en el medio rural.
La decisión del gobierno aragonés de mantener abiertas las escuelas rurales con al menos 3 alumnos ha salvado del cierre a buen número de centros escolares de la comunidad.
En Teruel hay 24 escuelas con 6 alumnos o menos. Una de ellas es la de Fuentes de Rubielos que el curso pasado acabó con solo una alumna. El colegio estaba abocado al cierre, pero se ha salvado gracias al llamamiento realizado desde el ayuntamiento de la localidad. Antes de comenzar el curso llegaron dos parejas con hijos, dos nuevas familias vecinas de Fuentes de Rubielos. La escuela sigue adelante; ahora tiene 6 alumnos.
La Plataforma Aeroportuaria de Teruel (PLATA), a 10 kilómetros de la capital, es otra historia de éxito. Es un gran aparcamiento para aviones, donde se realizan también tareas de mantenimiento y reciclado de aeronaves, pruebas de motores o enseñanza de vuelo. Sus condiciones geográficas y climáticas lo convierten en el lugar idóneo para mantener aviones aparcados durante largos periodos. Tiene capacidad para 250 aeronaves de todos los tamaños. Esta empresa pública (60% del Gobierno de Aragón, 40% del Ayuntamiento de Teruel) en 6 años de actividad se ha convertido en líder europeo en su sector. En la Plataforma trabajan más de 350 personas que están revitalizando el entorno. Y va a seguir creciendo.
Castelserás, un pueblo de poco más de 800 habitantes próximo a Alcañiz, es el mejor ejemplo de lo productivo que puede resultar el binomio autoempleo-internet. Es muy posiblemente el lugar que concentra más comercios online de España. Desde esa localidad del norte de Teruel salen para todo el mundo pedidos de cuchillos, recambios para hostelería, consumibles de informática, juguetes, alimentación…hasta alfalfa. Todo comenzó a finales del pasado siglo, en un curso de informática a Ricardo Lop se le ocurrió vender por la red los productos de los catálogos que su hermano tenía en la armería que regenta. Hoy la empresa de Ricardo, “Aceros de Hispania”, es líder en la distribución de cuchillería. Tiene más de 80.000 clientes repartidos por el planeta. Muchos han seguido su ejemplo. Internet ha facilitado el emprendizaje en Castelserás, y ha conseguido así fijar población en la localidad. La próxima extensión de Internet de calidad al entorno rural menos poblado es un soplo de esperanza en la lucha contra el desierto.
Otro pueblo, en el sur turolense, ha conseguido ganar población en las últimas décadas. Sarrión es un caso único. Unos pocos emprendedores, entre ellos Daniel Bertolín, se propusieron a comienzos de los 90 cultivar trufas negras, las mismas que estaban desapareciendo de los montes. La idea ha llenado la comarca de extensos cultivos truferos. Decenas de familias viven del preciado hongo. Sarrión se ha convertido en la capital española de la trufa, produce casi tanta como toda Francia. Como consecuencia, comenzó a llegar mano de obra para trabajar en los campos. El colegio público, que en 2011 no llegaba a 80 alumnos, ahora tiene 126.
La alternativa rural