Por qué no debemos reprimir nuestras emociones
- Hacerlo nos supondrá muchos problemas, incluso de salud
- Pero tenemos que aprender cómo y cuándo expresarlas
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Muchas veces funcionamos como ollas a presión, acumulando y acumulando nuestras emociones hasta que ya no podemos más. El problema está cuando no somos capaces de liberar un poco de esa presión, igual que las ollas con las válvulas de seguridad, para evitar explotar. Vamos a intentar comprender por qué no debemos reprimir nuestras emociones y cómo podemos hacerlo correcetamente.
Qué puede ocurrir si no dejamos de hacerlo
Podemos explotar, obviamente no de forma literal, pero si actuar y hacer o decir cosas de las que luego nos arrepintamos en un estallido emocional. ¿No te ha pasado alguna vez? Y desgraciadamente ese no es el peligro más serio que tiene reprimir nuestras emociones. Una vez más, esa frustración se puede traducir en dolores de tipo somático.
Por ejemplo molestias de tipo gástrico, la famosa úlcera causada por estrés, tensión de espalda, dolor de cuello y la cabeza, erupciones en la piel… Seguro que en algún momento de tu vida has tenido dolencias de este tipo. Es cierto que dejar de reprimir nuestras emociones no es fácil, es un proceso que lleva cierto tiempo y primero necesitamos aprender cómo y cuándo expresarlas.
Cómo mostrar correctamente nuestras emociones
Para hacerlo necesitas seguir un proceso lógico de diferentes pasos y etapas. Primero necesitas comprender lo que estás sintiendo, trabaja tu percepción emocional y sé consciente de ellas. ¡Podrás identificarlas en función de las pistas que te dé tu cuerpo! Después es muy importante que seas capaz de poner nombre a lo que sientes, etiqueta tu emoción.
También es fundamental que busques la causa que despierta esos sentimientos en ti. Y sé consciente de que muchas veces no tiene tanto que ver con la situación que estás viviendo como con tu interpretación de esos hechos. Y como en tantas situaciones de la vida, recuerda que es mejor si te paras a observar lo que te está sucediendo. No tomes decisiones “en caliente” o si estás alterado, a lo mejor no es el mejor momento para hacerlo.
Y por último pierde el miedo, verbaliza lo que sientes, pero distingue la emoción de la conducta. Es decir, tú puedes estar enfadado pero gritar no es la forma correcta de expresarlo sino una reacción desproporcionada.