Propiedades de la carne de pollo
- Es la carne más consumida en nuestro país por su precio y versatilidad en la cocina
- Sabemos que es carne blanca pero, ¿significa eso que sea saludable?
- Hablamos aquí de las propiedades de la carne blanca
Piensa en cuántas veces al mes prepararas platos que giran en torno al pollo. La carne de esta ave es la más consumida en nuestro país, fundamentalmente por su precio asequible, su versatilidad en la cocina y también porque se popularizó como una opción saludable cuando hace años se pasaron a demonizar las grasas. ¿Lo es realmente? ¿Hasta qué punto influye la manera de cocinarla? ¿Qué partes son las más magras? Vamos a conocer las propiedades de la carne de pollo.
Antes de nada, aprende a manipularla
Es muy probable que hayas comprado cientos veces carne de pollo. Y también es muy probable que hayas cometido algunos errores graves en su manipulación y conservación. Hay que tener ciertas precauciones ya que estamos tratando con un producto fresco de origen animal. Por ejemplo, recuerda comprarlo en último lugar; lo ideal es que no pase más de una hora entre que lo compramos en el mercado y lo guardamos en el frigorífico.
Pero es que una vez que está en la nevera el máximo tiempo que debería pasar son unas 48 horas. Si lo congelamos la cosa cambia, “pausamos” a las bacterias pero sigue habiendo reacciones químicas: cambios de color, oxidaciones…
Por eso, aunque tengamos lo tengamos en el congelador, si queremos conservar todas las propiedades de la carne de pollo, mejor que no pasen más de seis u ocho meses. Y si la cocinas también aguantará mejor que cruda, en un guiso o en salsa la puedes conservar hasta tres o cuatro días.
Sus aportes nutricionales
Sin duda el pollo es una muy buena fuente proteica, pero no es un alimento completo. Mejor si lo acompañamos de verduras, grasa de calidad (como la que aporta el aceite de oliva) y de hidratos de carbono (en función de nuestra actividad física). El problema radica en qué tipo de corte elegimos.
Lo ideal es escoger aquellos que nos presentan el pollo menos transformado, por ejemplo un muslo o un contramuslo siempre serán mejores que un derivado. Y otra pieza muy habitual son las alitas, pero por mucho que nos puedan gustar tenemos que ser conscientes de que no es la opción más saludable, al tener más cantidad de grasa localizada fundamentalmente en la piel.
Y claro, también influye el tipo de cocinado que apliquemos a la carne. Lo ideal es decantarse por el asado, la plancha o prepararla hervida, aunque en este último caso resulte menos sabrosa. Por otra parte, por si hacía falta decirlo, ni los fritos, ni los rebozados y fritos son una buena opción.