ALMADRABA. EL LABERINTO DE LOS ATUNES
- Las 4 almadrabas que se anclan en la costa gaditana dan empleo directo a 500 personas e indirecto a otras 1.200
- A mediados de los 70 las almadrabas desaparecieron. La demanda del mercado japonés fue fundamental para su recuperación
- La almadraba es una pesquería sostenible. Captura ejemplares maduros de atún rojo, que se han reproducido durante años
- El Plan de Recuperación puesto en marcha en 2006 por el ICCAT ha dado resultados positivos para la pervivencia de la especie, siempre que se mantenga su pesca controlada
Por primavera las orcas se dejan ver por la costa gaditana. Es la señal. Los grandes cetáceos llegan siguiendo el rastro de su más preciado bocado: el atún rojo. En esa época lo atunes cruzan el Estrecho en dirección a las cálidas aguas del Mediterráneo interior. Allí desovan. Un viaje, guiado por el instinto, que se repite cada año.
Y en ese trayecto los hombres salen al encuentro del túnido salvaje. Así ocurre desde hace miles de años en la breve franja donde se juntan los mares.
En febrero comienza la tarea, la dura labor de preparar los enseres y trasladarlos al mar, a un par de millas frente a la costa, para conformar la compleja estructura de la almadraba. Es un laberinto de redes verticales, un entramado de boyas y flotadores, cadenas y plomos, cables y anclas cuyo fin último es conducir a los grandes atunes hacia “el copo”, el círculo de embarcaciones donde son sacrificados.
Ya no es el sangriento espectáculo de antaño. Las cosas han cambiado. Prima la calidad sobre la cantidad. Para conservar la carne en sus mejores condiciones hay que actuar con rapidez, muerte rápida, traslado rápido, ultracongelación rápida. Técnicas japonesas; no en vano los nipones están en el origen del renacer de las almadrabas a finales de los 70, tras años en los que llegaron a desaparecer. Los japoneses compraban más del 90% de las capturas, cambiaron hábitos de consumo y propiciaron la revalorización culinaria del atún. Hoy se sigue exportando a Japón atún rojo de almadraba, pero la mayor parte se consume en el mercado nacional y europeo.
Hace décadas, la pesca masiva del atún rojo, con técnicas industriales, encendió las alarmas. Ahora la especie se ha recuperado; los controles y las cuotas de capturas están dando resultados, por eso las almadrabas miran con optimismo hacia el futuro. Los laberintos de redes seguirán anclándose cada año frente a Conil, frente a Barbate, a Zahara y a Tarifa. El año próximo puede que a estas cuatro almadrabas se sume la de Sancti Petri.