Álvaro Siza, arquitectura para la mirada
- El prestigioso arquitecto firma una colección de gafas con su particular estilo minimalista
- La tecnología es la clave del sector de la óptica para reinventarse y seguir creciendo
Imagina sus gafas como edificios y dice de ellas que “utilizan nuestra cara como un paisaje”. No es poesía, en tal caso es arquitectura. Pedro da Silva, fundador de la casa portuguesa VAVA, habla muy orgulloso de la colaboración que ha hecho con Álvaro Siza, el maestro, el genio galardonado con premios como el prestigioso Pritzker o el Nacional de Arquitectura que se concede en España. Todo lo que hace es especial. Ya sea un museo, una iglesia, una piscina o, como ahora, unas gafas.
“Siza se volcó desde el primer momento. Hizo dos bocetos, uno en metal, muy disruptivo, y otro en plástico y metal, menos arriesgado. Nos enamoramos inmediatamente del proyecto e hicimos las propuestas de materiales”, cuenta. “Escogió aluminio y bioplástico, un acetato de celulosa producido a partir de fibras de pulpa de madera y algodón, y una paleta de color formada por negro, gris oscuro, gris claro y azul oscuro”.
El resultado es una colección limitada que pone en valor la artesanía, la calidad y el diseño en su estado más puro. También la tecnología; eso sí, aplicada a la funcionalidad. Álvaro Siza siempre ha dicho que la arquitectura es un servicio que se transforma en un arte y ahora esta colección de gafas refuerza esa idea, la utiliza para “estimular e inquietar” y, además, para emocionar. ¿A quién? A un cliente especial que “curiosamente no es el más ecléctico o avant-garde” pero sí está conectado con la filosofía y los valores de la marca.
Entre ellos, la artesanía y la sostenibilidad. “Nuestras monturas se hacen a mano y usamos exclusivamente el acetato de Mazzucchelli ( acetato ecológico, 100% reciclable) que lo produce desde 1849 con los más altos estándares de calidad. La gran mayoría de las marcas utiliza plástico para las lentes pero nosotros usamos exclusivamente los cristales de Barberini. ¡Solo la pureza natural del vidrio puede garantizar la mejor precisión óptica!”.
La casa portuguesa, que tiene colaboraciones con Red Hourani y Jaun Atkins, fue la pionera en crear lentes totalmente planas. Su apuesta pasa por los cristales redondos, y los trazos rectos de la montura. Solo así logran un equilibrio perfecto, sin concesiones al ornamento y los códigos obsoletos de masculinidad y feminidad. El minimalismo es aquí más que un estilo una filosofía. “El gran desafío está en el ejercicio de reducción de elementos compositivos superfluos, decoración y romanticismo para construir un género neutro. Nos inspiran los personajes sin género que ayudan a dibujar una silueta mínima, una figura monocromática. Creo que el futuro será genderless, receless y borderless”.
Ese será otro futuro. Porque el primero hace tiempo que llegó a nuestras vidas. “El futuro es hoy, empezó en los años 30 del siglo XX con todas las corrientes vanguardistas, como el Futurismo Italiano. ¡Basta ver la película Metropolis de Fritz Lang para entender que el futuro empezó hace mucho tiempo!”.
Pero resulta curioso lo poco que se ha avanzado, al menos en moda. En los últimos años solo se han visto revisiones de décadas anteriores, vueltas y vueltas a los 70, 80 y 9 del siglo XX: pobres ejercicios de creatividad orquestados por los gigantes del textil para vender de forma masiva. “Vivimos en la cultura del éxtasis de consumo, el fenómeno de las megatendencias es una realidad. Hay poco espacio para la innovación y el riesgo, y el capitalismo, con su obsesión por la maximización del beneficio, está empujando a la sociedad a un consumo masivo, matando el individualismo.
“Al comienzo de cada nueva temporada, la industria explora el horizonte en busca de tendencias de interés inmediato inspiradas en el pasado. Se trata más de ser creativo que ser realmente un creador”.
Vivimos, por desgracia, en sociedades castrantes que bloquean al individuo que se desmarca y potencian al colectivo. Lo conservador lo inunda todo y queda poco espacio para el diferente. “Por suerte hay diseñadores que siguen desafiando la convención de manera espectacular”. Y es ahí donde el hombre se impone a la máquina. La tecnología es necesaria, más ahora que se aboga por la sostenibilidad y la reducción del impacto que la moda, en todas sus vertientes, tiene sobre el planeta.
“Las maquinas no tienen capacidad creativa, soló hacen lo que les pedimos. Basta ver la evolución de la industria del automóvil para comprobar que el diseño se ha vuelto demasiado aburrido y previsible”.
Por suerte hay románticos, aunque sean de ciencia ficción, como Pedro da Silva, capaces de seducir a talentos como Álvaro Siza para trabajar juntos en esa nueva mirada que el mundo necesita. La mirada de ese otro futuro que ya está aquí.
Pedro da Silva ha viajado a Madrid para presentar las piezas hechas en colaboración con Álvaro Siza. Y lo ha hecho en L´Atelier. Esta óptica, que en palabras del portugués, es un revitalizador del barrio de Las Letras, se ha transformado por unos momentos en una sala de exposiciones en la que dialogan las gafas con las fotografías de la iglesia de Santa María, en Marco de Canavezes (Portugal), una de las obras más aplaudidas de Siza y todo un icono de su arquitectura.