El homenaje a Andrés Sardá hilvana una estela de lágrimas en la pasarela
- Verónica Blume, Martina Klein, Vanesa Lorenzo y Judit Mascó lloran al diseñador fallecido en 2019
- Además, Roberto Diz, Devota&Lomba, Ágatha Ruiz de la Prada y Miguel Marinero.
- Todos los desfiles de Madrid Fashion Week en rtve.es
El minuto de silencio por el señor Andrés Sardá se ha roto con una gran ovación. El diseñador se fue en septiembre de 2019 y aunque llevase muchos años alejado del trabajo, debido a la enfermedad, siempre ha estado muy presente. Nuria, su hija, ha mantenido muuy vivo su nombre y también su legado. Ahora las pantallas de la pasarela han servido para repasar una carrera impecable que comezó en los años 60 vendiendo mantillas. Suya era la que llevó Jackie Kennedy cuando fue al Vaticano. Desde entonces hizo de su profesión una pasión, revolucionando el sector, ampliando horizontes, enamorando temporada tras temporada.
Cuatro de sus modelos fetiche han abierto el desfile. Judit Mascó, Martina Klein, Vanesa Lorenzo y Verónica Blume, muy emocionadas, han salido vestidas de negro con mantillas de encaje del mismo color. Martina ni se acuerda de la última vez que pisó esta pasarela. Las demás lo hicieron en el 20º aniversario de Duyos pero ella se lo perdió porque estaba embarazada. "No recuerdo cuándo estuve la última vez pero seguro que hace más de una década", dice.
El desfile se articula en cuatro actos. El primero recuerda los inicios de la firma, con un extenso desarrollo de las prendas de encaje, hilo conductor de la colección. El segundo se detiene en los años 70, "hacemos un guiño a las fajas ortopédicas y damos una vuelta a las piezas de esos años", revela. "La tercera parte se instala en los 80 y 90, "de esos años recuperamos piezas icónicas de nuestro archivo", dice. Y la cuarta escena, es una fotografía de lo que la empresa es ahora.
"Me ha costado mucho emocionalmente, ha costado condensar toda nuestra historia y que quede algo interesante y que se vean bien todas las prendas", dice. "Y también hemos querido hacer un homenaje a estas modelos que nos han acompañado tantos años, y no solo en pasarela, y conseguir un trabajo de moda, imagen y ropa que sea coherente. Sin ellas no hubiesemos creado la imagen de Andrés Sardá. ¡Ellas tenían que estar!".
Sostiene en las manos un sujetador de encaje de licra y lana cashmere, una pieza antigua que la asombra. "Mira estos jacquares en los tirantes con el mismo dibujo del encaje, ¡esto ya no se hace!", cuenta. Cada prenda es un recuerdo, y a veces un hito. "En los 70 mi padre se empeñó en utilizar la licra, fue una revolución y un desastre comercial, ¡y eso lo hizo en su primera colección!".
Recuerda los años 80, cuando entró en la empresa. "Era el boom de la lencería, la época dorada. Eran años muy osados y todo era fácil. Ahora hay una vuelta a la lencería con la gente joven pero es de otra manera", dice. Y otra manera de contar y mostrar las colecciónes. La suya siempre es elegante y atractiva. La mujer Sardá entra en una nueva década y lo hace con la vista puesta atrás. La moda por las prendas vintage está de rabiosa actualidad pero además hay un componente nostálgico que en muchos casos aumenta el valor a las piezas.
Antes fue el turno de Roberto Diz. El modisto ha abierto los desfiles de Ifema con una colección muy potente, tanto en la forma como en el contenido. "Estoy muy preocupado por los que está pasando en el mundo, por los desastres, la contaminación... ¡Esto va a explotar!", dice. Y esa preocupación es la que traslada a la colección. "Me he imaginado un accidente aéreo, y todas esas maletas desperguidas por el suelo, las de los ricos y los pobres, que se junta con el material de la bodega y todo la porquería dejan las migraciones en el planeta".
Este caos mental y estético se traduce en prendas muy variadas. "Hay vestidos hechos con tejidos reflectantes, como los que usan los efectivos que acuden al siniestro". Entre ellos un vestido con volantes que hace guiños a Emanuel Ungaro, uno de los grandes que falleció en diiembre de 2019."Era un gran esteta, y tenía un gusto maravilloso, muy parisino". Destaca un chaleco en un chéviot clásico con bordados de flor de lis que está inspirado en los chalecos salvavidas.
Diz hace soberbios vestidos con cintas de goma de alta densidad, unos se aprietan al cuerpo tapándolo por completo. Otros ofrecen un sensual juego de transparencias y opacidades que resulta fascinante. "Son una metáfora de la opresión social que hay ahora, oprimen el cuerpo y a la vez lo moldean".
Fascintantes son sus túnicas negras con adornos de azabache, y también sus esmóquines. "Son totalmente nuevos, más ceñidos a la cintura y con hombreras más marcadas". Las mangas tapan las manos y los bajos ocultan los zapatos, que en algunos momentos han dado más de un quebradero de cabeza a las modelos. Las joyas, en tamaño gigante, contenían pequeñas figuritas que hacían referencia a esa basura y esos restos de los accidentes.
Vicky Martín Berrocal dice que hacía por lo menos 15 años que iba a la pasarela pero siente pasión por Roberto. "Es un genio". Ademñas colaboran juntos en el sector nupcial ya que Diz hace colecciones cápsula para su firma Victoria. Pronto presentarán la segunda y con esta alizanda la diseñadora, que abandonó la moda flamenca, se reafirma en la moda de fiesta y los trajes de novia.
Modesto Lomba, de Devota&Lomba, ha ofrecido una elegante colección marcada por la selección de tejidos y la cuidada paleta de color. Los sastres van muy mimados y cuidados. Los vemos con chaquetas de rayas horizontales y pantalones rectos, un tanto masculinos. Otros llevan bermudas y botas altas, otros van en terciopelo de algodón en tono berengena. Todos muy elegantes. Las camisas con fruncidos rugosos y golpes de estampado salvaje, todo en los mismos tonos de verde y negro, son encantadoras, como los abrigos, envolventes y confortables, siempre en apetecibles tonos de verde o camel. Algunos se abrochan en el lateral, abrazando el cuerpo.
Destacan las prendas acolchadas, cazadoras y chalecos que se desprenden de su estilo deportivo para adoptar un aire muy femenino, delicado y elegante. Los lazos recorren la colección, ayudando a contener las siluertas o los cuellos. Siempre de forma contenida, porque hasta cuando Lomba maximiza lo hace de forma elegante. Llama la atención un soberbio mono en tono morado casi nazareno que tiene el cuerpo de esmoquin. Muy elegante. Y las superposiciones aportan un aire desenfadado que también, gracias al talento del modisto, se ve elegante. Las capas, ultrafemeninas, y los pantalones de lentejuelas que forman bellos paisajes, también son elegantes. Todo en Lomba lo es, hasta los vestidos bady doll en terciopelo, algunos con cuellos de colegiala. Hasta esos son elegantes.
El modisto dice estar muy concienciado con los problemas que vive el planeta y quiere concienciar en el respeto a los seres vivos poniendo el acento en la fragilidad de la naturaleza. "Cuestionamos el mal aprovechamiento de los recursos, el consumo desmedido, los desechos tóxicos, la extinción de especies y de bosques, y las políticas ineficientes contra el cambio climático", dice. Y, muy consecuente, no ha dado nota de prensa en papel, la ha enviado por correo electrónico.
Los invitados y la prensa que entraban al desfile de Miguel Marinero se encontraban una escena preciosa. La gente del taller del modisto que lleva muchos años trabajando con él estaba en el centro de la pasarela cortando, cosiendo... Lástima que antes de salir las modelos hayan abandonado ese improvisado atelier porque hubiese sido maravilloso ver desfilar a las modelos con las prendas que han hecho ellos. Una pena.
Marinero ha querido centrar todo el protagonismo en esta colección con la que retoma el estilo 'señora' y apenas se atisba el aire renovador que su hijo Nicolás quiere imprimir a la firma. No está el peletero para modernidades y por eso ha vuelto a la zona de confort. Vemos que trabaja las prendas de abrigo intentando que se vean jóvenes y frescas pero no logra convencer con una propuesta donde el excentricismo, que pretende ser un plus, resta puntos a la colección. Las transparencias, poco elegantes, chirrían en esta propuesta que quiere ser invernal.
Ágatha Ruiz de la Prada ha cerrado los desfiles del día en Ifema. Las Campos se han sentado en primera fila para aplaudir a la hija de Terelu y a Mila Ximénez. "Esta colección es un homenaje a la túnica y a las mujeres maduras", dice la diseñadora. "Mila es la clienta ideal, incita a otras mujeres a agathizarse, a quitarse complejos y no pasar desapercibida". La colección tiene, dice, una parte onírica, conceptual y artística y luego está la línea más comercial.
Pedro del Hierro cerrará la jornada con un desfile que se celebra en el Palacio de Cibeles.