Cómo plantar un árbol frutal
- Plantar árboles es una decisión que tiene muchas ventajas y beneficios para nosotros y nuestro entorno inmediato
- Hay muchas posibilidades y te las contamos en este post
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¡¡Hola, amigos hortelanos!! Hay pocas intervenciones humanas en la naturaleza tan cargadas de energía positiva como plantar un árbol. Es una de las acciones que mejor simbolizan nuestro cuidado del medio ambiente, nuestra contribución a la regeneración de la naturaleza y a la protección y conservación de la vida en el planeta Tierra. Y más allá de esa simbología, plantar árboles es una decisión que tiene muchas ventajas y beneficios para nosotros y nuestro entorno inmediato: satisfacción de plantarlo y verlo crecer, embellecer el entorno, atraer fauna variada, moderar la temperatura, evitar pérdida y empobrecimiento del suelo y hasta dar buena sombra.
Pero dentro de todas las satisfacciones que podemos tener al disfrutar de la presencia de un árbol hay una muy especial que sólo nos ofrecen los árboles frutales: la fruta. Así que si nos animamos a plantar un árbol, un frutal es una magnífica opción. Pero además del placer de la cosecha, los frutales se adaptan a nuestros deseos y posibilidades: crecimiento más o menos rápido, tamaño más o menos grande, fácil adaptación a maceta en general, gran variedad de formas y aspectos, etc. Y para aquellos intrépidos hortelanos y maceto-hortelanos que os embarquéis en la bonita aventura de cultivar un frutal, os proponemos un plan de acción básico para plantarlo y empezar el cultivo.
1. Elegir el árbol
Primero hay que elegir un árbol que encaje bien con el clima de nuestra zona para que éste sea una ayuda en su desarrollo. Después hay que elegir la edad del arbolito en función de su velocidad de crecimiento y de nuestras expectativas, ya que puede variar mucho en función de la especie (un granado es muy lento y un cerezo muy rápido). En general debemos elegir arbolitos entre 2 y 4 años de edad (4-10 cm de tronco y 1,20-1,80 cm de altura), suficientemente mayores para haberse ya fortalecido y no demasiado mayores para que se adapten mejor a su nueva ubicación. También hay que tener en cuenta que no darán su primera fruta hasta los 4 o 5 años de edad los más precoces. Además, hay que decidir si plantamos a raíz desnuda o con cepellón.
Los árboles a raíz desnuda son más baratos (o gratis si nos han nacido espontáneamente), pero hay que plantarlos en época fría, entre finales de otoño e invierno que es cuando hacen su "parada" vegetativa, para tener las máximas posibilidades de que agarren (evitando en lo posible épocas de fuertes heladas). Con cepellón podemos trasplantar en cualquier momento del año, aunque es preferible evitar las épocas de floración y carga de fruta. Una vez elegido el frutal a poner hay que comprobar que el árbol en cuestión está en buenas condiciones, que el tronco está recto, que no tiene daños en raíz, tronco o ramas, evitar los que tengan bultos y grandes nudos, que las ramas están podadas y no muy largas.
2. Elegir el lugar
Tengamos en cuenta que el árbol crecerá a lo alto, alrededor y a lo ancho y también se extenderán sus raíces, así que si lo plantamos en suelo, debemos elegir un sitio donde todas sus partes puedan crecer, evitando que en el futuro afecte a otros elementos, incluídos los subterráneos (tuberías,arquetas, etc). En parte vamos a decidir el tamaño que llegará a tener nuestro árbol, ya que lo iremos podando para darle forma y el porte, pero siempre debemos considerar un espacio suficiente para que alcance su tamaño final, salvo si es en maceta porque podemos cambiarlo de sitio si es necesario. Pero además debemos buscar la ubicación que más le favorezca, buscando la iluminación más adecuada para la especie que hayamos elegido (aunque en general se requieren sitios donde tengan bastante sol), que disponga de un poco de espacio a su alrededor para "respirar" y que tenga la mayor protección posible contra el viento y las heladas. Bueno, sin olvidar que sea un sitio donde nos quede bonito...
3. Preparar el árbol
Si no está podado, hacer una poda antes de trasplantar dejando al menos cuatro o seis ramas que salgan del tronco central en forma de vaso en todas direcciones hacia fuera y aproximadamente a la misma altura, desechando en todo caso las que se proyecten hacia el centro. Las raíces también se podan, dejándolas de longitudes no superiores a unos 25 cm y que salgan en todas direcciones de forma equilibrada. Podar en todo caso las ramas o raíces que estén dañadas o enfermas. Usar tijeras de podar bien afiladas y si hay que cortar partes dañadas o enfermas desinfectar con un poco de algodón mojado el alcohol después de cada corte. En caso de podar las raíces, dejar secar los cortes durante al menos un par de días antes de plantar. Tanto si es de raíz desnuda como de cepellón, sumergir durante media hora las raíces en un cubo de agua con dos puñados de humus de lombriz disueltos antes de plantar para que el arbolito empiece bien hidratado y nutrido.
4. Preparar el sitio de plantación
Si es en suelo, debemos hacer un hoyo de al menos el triple del volumen del contorno de las raíces o del cepellón. Si es posible, hacer el hoyo dos o tres semanas antes de la plantación. A continuación, clavaremos en el centro una guía para que crezca bien recto, es decir una estaca o listón preferiblemente de madera (grosor mínimo 4 cm) que al sobresalir supere al menos la mitad del tronco del árbol que vamos a plantar. Después rellenamos con una mezcla la propia tierra sacada (dos tercios) y un compost o mantillo bien deshecho (un tercio) y añadimos unos puñados de un abono de alta calidad (por ejemplo, humus de lombriz). Entonces rellenamos el fondo hasta un tercio del hoyo. En caso de trasplantar a una maceta o contenedor seguimos las mismas indicaciones, salvo que en lugar de la tierra del hoyo (que no existe) rellenaremos con cualquier tierra disponible.
5. Plantar
¿Cómo plantar un árbol? ¡Ya nos queda solo un paso! Colocamos el árbol y terminamos de rellenar justo por encima de la unión de las raíces (o del cepellón) con el tronco. Pisamos no demasiado fuerte para que se compacte un poco el relleno y volvemos a rellenar lo que se hunda. Si tiene injerto éste debe quedar al aire por encima del sustrato, sin tapar. Regamos y el sustrato seguirá compactándose y volverá a ceder.
Rellenamos nuevamente con la mezcla hasta volver a tapar la unión de raíz y tronco o el cepellón. Volvemos a regar ligeramente (siempre sin encharcar). Atamos tronco y guía dejando un espacio de unos 8-10 cm entre ambos donde introducimos un separador a mitad de altura (o dos, uno abajo y otro arriba). Para no dañar el tronco ponemos una venda o trapo a su alrededor en el punto donde toquen los separadores (que mejor estarán también envueltos en venda o trapo). En el caso de trasplantar a una maceta o contenedor.
Y...¿después de plantar, qué?
Pues durante el primer y segundo año hay que estar atentos a que se mantenga una humedad suficiente en el sustrato (dependiendo de la que requiera el árbol elegido) pero sin encharcarse y es conveniente aplicarle tratamientos naturales preventivos de hongos y plagas. También es necesario hacer podas anuales de formación y mantenimiento (lo veremos en otro artículo) y aportarle una ayuda de abono cada año en invierno. Ya sólo queda mantener la ilusión por cuidar nuestro árbol y verlo crecer, porque si todo va bien nos dará buena fruta, buena sombra, buena vista y buen rollito. Sin olvidar que nosotros damos un buen ejemplo, sobre todo a los peques. Y mejor aún si les involucramos en el cuidado y les transmitimos la ilusión de contribuir a mejorar el entorno y la vida. Quizá algún día alguien se subirá al árbol y dirá "mira, este pedazo de árbol lo plantó mi padre, o mi abuelo, o mi...". ¿A que suena bien ?
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