Prada decora con flecos su nostálgica austeridad
- Los flecos son el elemento estrella de la colección y se adueñan de todo tipo de prendas
- Miuccia Prada recupera la austeridad de los años 40 del siglo XX y apuesta por el traje de falda
El público, a oscuras, se ha sentado en las gradas que rodeaban la doble pasarela, convertida por Prada en un circo romano sobre el que han desfilado, cual gladiadoras, las modelos. En el centro se ha colocado una enorme figura del titán Atlas sujetando el mundo sobre sus hombros, testigo desafiante de la colección de mujer para la temporada otoño e invierno de 2020 a 2021.
Su fundadora, Miuccia Prada, que está a punto de emprender una nueva etapa profesional, es una de las mujeres más poderosas e influyentes y con esta propuesta dice que los flecos se convertián, si no lo han hecho ya, en tendencia, y arrasar en la próxima temporada.
La firma hace con ellos faldas sensuales que permiten libertad total de movimiento a las piernas, los borda en cuellos, mangas y bajos de vestidos, los aplica para decorar chaquetas y jerséis de punto grueso, e incluso los añade a los zapatos. Los vemos en delicados hilos de algodón de seda pero también en cristal de azabache, en el mismo tono que la prenda o en fuertes contrastes cromáticos. Hay vestidos de flecos que caen desde el cuello y se recogen para contenerlos en la cintura y dejarlos caer luego libremente entre las piernas.
El traje con falda es la pieza central de la colección. Miuccia Prada propone una revisión de la estética de los años 40 del siglo XX, la década del minimalismo impuesto por las restricciones, y ofrece chaquetas enormes, muy masculinas, con las solapas grandes y los hombros muy marcados. Siempre en tonos oscuros, o en grises jaspeados e incluso beige. Destacan las acolchadas, rellenas de pluma, piezas que ya se han convertido en objeto de deseo.
Para contrarrestar tanta intensidad y aligerar su carga estética, las combina con faldas que llevan aberturas laterales u otras hechas con tablas cortadas, que se puede entender como una versión extragrande de los flecos. La idea es tapar el cuerpo con austeridad y desvestir, o destapar, las piernas. Para ello, además de los flecos, se vale de las faldas de tul transparente. Hay pocas concesiones al color y casi todas las prendas se tintan con una paleta contenida y sobria. Los únicos caprichos cromáticos se dejan para los complementos, especialmente para los bolsos que tienen también ese aire retro.
Este tejido se utiliza también en vestidos de colores como amarillo y lila que se llevan sobre otras prendas: un top y un pantalón, un top y un short. Hay muchas prendas con aplicaciones, muy trabajadas, que quieren potenciar y remarcar la artesanía de la que tanto presume la moda italiana, y esta firma en concreto. Los estampados, en cambio, ceden terreno y vemos sencillos dibujos de nenúfares y flores de pétalos rojos apenas alegran prendas tintadas en negro.
Las blusas, largas como vestidos, llevan pequeñas chorreras, baberos y cuellos altos con lazo y forma de flor, piezas de estilo retro con patrón recatado y tejido rebelde. Los abrigos en piel sintética, muy recios, se desmarcan de las faldas y se empeñan en tapar los tobillos. Llaman la atención las camisetas con el apreciado logo de la casa porque se combinan con cinturones para marcar la figura y tapan ligeramente las faldas que tienen un tímido vuelo. No hay conjuntos. Las chaquetas y faldas son de distintos tejidos y colores, otro guiño a la década de los 40, cuando el tejido escaseaba y las prendas, por lo general, eran el resultado de transformar otras prendas.
La top belga, protagonista de inolvidables campañas para Prada a mediados de la década del 2000, ha regresado a la pasarela de la firma italiana. Otro guiño que la casa hace al pasado; en este caso, al suyo.