La mujer Dior se viste de activismo y libertad
- La casa francesa refuerza su mensaje feminista apoyándose en el arte comprometido
- Maria Grazia Chiuri hace guiños a las revoluciones femeninas de las décadas de los 20 y 60
Harvey Weinstein ha sido declarado culpable de violación en tercer grado y agresión sexual por un jurado de Nueva York. Mientras, al otro lado del Atlántico, en París, actrices como Demi Moore, Sigourney Weaver, Andy MacDowell, Rachel Brosnahan, Anais Demoustier o Cara Delevingne apoyaban con su presencia el desfile de Dior, o mejor dicho, respaldaban su mensaje feminista. Frases y palabras con letras de colores vibrantes como 'Consentimiento', 'La belleza femenina es una confección' o 'Cuando las mujeres golpean, el mundo se detiene' han colgado sobre la pasarela del desfile para dejar claro la intencionalidad y el objetivo que tienen tanto la casa francesa como su directora creativa, Maria Grazia Chiuri.
La mítica maison sigue enarbolando, y cada vez con más fuerza, la bandera del feminismo e invita a la sociedad a que reflexione y se cuestione las distintas percepciones que existen de una misma realidad, esas contradicciones con las que desayunamos cada día. Y lo hace con la ayuda de la obra de la artista, y activista, Claire Fontaine.
El apoyo de la casa francesa al arte comprometido con las causas sociales es cada vez más firme y además utiliza sus desfiles, y sus colecciones, para poner el foco de atención en la lucha de las mujeres, una cruzada global que ya es seña de identidad de la nueva era que vive la firma.
La capa que Natalie Portman llevó a la gala de los Oscar era ya una declaración de intenciones, ya que llevaba bordados los nombres de las directoras de cine que la Academia había 'olvidado' nominar. Fue una de las prendas menos llamativas pero fue la pieza más celebrada. Dior está logrando trastocar muchos conceptos. Hoy ser femenina o tener glamur no es lo mismo que hace una década.
La sostenibilidad es ot en el desfile anterior Ahora la pasarela, con el suelo cubierto con periódicos -el odiado papel- se ha colocado en el Jardin de las Tullerías y anuncia el inicio de una colaboración de cinco años entre la casa de moda y el Museo Louvre para financiar una serie de proyectos ecológicos, de paisajismo y de restauración de estos históricos jardines públicos del centro de París. Dior quiere ser sinónimo de compromiso, tanto con el feminismo como con la sostenibilidad.
La colección es un canto a la mujer, una oda a la feminidad en todas sus expresiones. Se aprecia un abandono de la teatralidad, del ornamento inutil y de la floritura para abrazar una estética con mensaje. Es una propuesta muy rebelde, pero con causa.
Chiuri propone prendas de estilo college, que hacen guiños a los uniformes de los adolescentes insumisos y contestatarios. Otras son revisiones de dos de las décadas más inconformistas de la historia, como los años 20 y los 60. Los flecos que las flappers hacían bailar en los felices 20 se usan, como ha hecho Prada, para vestidos sofisticados pero también para abrigos-batín de cuadros que se envuelven el cuerpo con elegantes cinturones. Las minifaldas y las botas altas conectan con los revolucionarios 60, la década en la que la mujer hizo cambiar el devenir de la moda.
Pero Chiuri, apelando a esa pluralidad que es símbolo de libertad, mezcla polos opuestos que enriquecen el mensaje de la colección. Hay vestidos transparentes y conjuntos muy masculinos de pantalón y camisa que se combina con una corbata, vemos poderosos monos de cuero negro y delicados vestidos de flecos, se cruzan sobre la pasarela abrigos acolchados con estampado camuflaje y minivestidos negros de lo más chic.
Hay mucha prenda de corte miliar que refuerza ese aire de guerreras que tienen sus mujeres y que contrastan con vestidos setenteros de flores que reivindican el 'Haz el amor y no la guerra'. Y más contradiciones. Trajes de aire retro en pana azul noche se mezclan en la colección con prendas urbanas de tejidos tecnológicos.
El vestido camisero es quizá la pieza más desarrollada en la colección, tanto para el día como para la noche. Y las chaquetas, reediciones de la mítica Bar, reducen su intensidad estética hasta rozar el minimalismo. Los cuadros es el principal motivo decorativo, y lo vemos en cuadros ventana, príncipe de Gales e incluso en rombos para las prendas de punto. Siempre saltando con normalidad del armario clásico masculino al de la nueva mujer. Llaman la atención los bordados y aplicaciones de estilo étnico, otro guiño de Ghiuri a otras culturas, a otras mujeres, a otras sociedades separadas en el espacio pero unidas por las emociones.
La aceptación del trabajo de Chiuri y la apuesta férrea que está haciendo la casa están teniendo una agradable respuesta. La lista de invitadas al desfile ha sido excepcional. Mujeres de todas las edades y profesiones se han sentado en la primera fila. Entre ellas, Bianca Jagger, Carla Bruni, las actrices antes citadas, Andy MacDowell, Demi Moore y Sigourney Weaver, y modelos como Karlie Kloss y Romee Strijd.. . Todas apoyan el mensaje de Chiuri. Todas gritan #MeToo.
Chiuri no es la primera en utilizar el desfile como altavoz. Jean Paul Gaultier lleva años haciendo de su pasarela una manifestación reivindicativa, apostando por la diversidad y la multiculturalidad. Y Karl Lagerfeld fue un férreo activista en sus desfiles defendiendo el matrimonio homosexual, apyando lo diferente y apostando con fuerza el empoderamiento de la mujer. Son solo dos ejemplos, pero por suerte hay muchos más, como Vivienne Westwood. Otro ejemplo de moda activista.