Loewe reinventa la majestuosidad de lo español
- Jonathan Anderson, su director creativo, bebe de la austeridad y la pompa típicas de la iconografía española
- Se aprecia un gusto por agrandar, maximizar e inflar las formas en una colección de fuerte carga estética
Loewe y su director creativo, Jonathan Anderson, dicen que han desarrollado el placer, las sensaciones y las emociones que les produce jugar con la moda y, por lo que vemos en la colección para el otoño e invierno de 2020 y 2021, se lo han pasado en grande jugando, tanto con las formas como con los materiales e incluso los colores. Esta colección tiene un aire experimental, vanguardista. Se nota en el trabajo de exploración que Anderson ha hecho con las siluetas, agrandando patrones de las prendas de abrigo, maximizando los pantalones, inflando los volúmenes de las mangas con caprichosas formas, deconstruyendo para construir después y ofrecer vestidos puzle que son un patchwork tridimensional.
Hay una fuerte carga estética que impregna toda la colección y también un dramatismo artístico que conecta algunas prendas con la sobriedad y la austeridad del estilo que imperó en las cortes españolas. Pero hay también guiños al periodo de regencia británica y a los armarios de las protagonisas de la obra de Jane Austen. Hay vestidos con enormes baberos que recuerdan a ilustres reinas españolas y otros con mangas modeladas al estilo palaciego que viajó desde Italia. Pero ni rastro del estilo princesa, la mujer Loewe no vive en los cuentos.
Este nuevo historicismo no es evidente, es un historicismo renovado, matizado, reinventado, actualizado. "La idea de Jonathan Anderson es recoger el pasado para proyectar el futuro, alimentándose de la austeridad y la pompa típica de la iconografía española para concebir contornos exagerados, severos y majestuosos", dice la casa española. "Siempre apostando por siluetas extremas, suspendidas, que se dejan caer y vuelven a entramarse".
Si las formas llaman poderosamente la atención también lo hacen los tejidos, escogidos con un mimo exageado para crear una colección de lujo intelectual, una poderosa propuesta en la que se disfruta del talento del diseñador, de su fuerza creativa, de su gusto para hacer bello lo que no lo es. La bandera de tejidos, rica en texturas, potencia ese " nuevo acercamiento al trabajo artesanal", del que presume Loewe, y resulta perfecta para enfatizar esa opulencia, ese barroquismo contenido y esa españolidad moderna que solo pretenden transmitir optimismo y emoción. Cuenta Anderson que "la yuxtaposición de texturas se radicaliza mediante fusiones de brillo y rudeza, lujo y funcionalidad, lanas y brocados, robustos algodones y sedas jacquard, superficies sólidas y atrevidos estampados".
Se apuesta, como en un guiño a los años 20 del siglo XX, por estampados y motivos metalizados que parecen obra de un arquitecto de interiores. A veces con un sutil estilo surrealista. Y destacan poderosamente las piezas de cerámica del artista Takuro Kuwata- en 2018 tuvo una mención especial en el Craft Prize de la Fundación Loewe- que se colocan sobre los vestidos, drapeados con ganas, para subrayar el aire artístico y poético de la colección. Hacer artesanía con la artesanía. Potenciar el caracter artesano de la colección con el trabajko de otro artesano.
Los corpiños pierden volumen y optan por formas planas y se aprecia un gusto por redondear las prendas y los acabados, buscando siempre la majestuosidad, e incluso algo tan de copla como la majeza. Todos los complementos acaparan las miradas, algunos son ya objetos de deseo, están en sintonía con las prendas y refuerzan el mensaje de la colección. Vemos broches-joya que hacen de las zapatillas deportivas un sofisticado calzado y tocados de plumas que aligeran, al menos visualmente, la imagen de la colección.