Generación 2020
Emisión 6 de julio de 2020 · La 2
El certamen Generaciones, promovido por la Fundación Montemadrid, cumple 20 años ofreciendo apoyo y promoción a los artistas emergentes de nuestro país.
La Casa Encendida, bajo el comisariado de Ignacio Cabrero, muestra las ocho propuestas ganadoras en esta última edición marcada por la visión de un futuro distópico e impredecible, y la idea del presente y la práctica artística, como resistencia.
Instalación, vídeo, pintura, escultura, performance. Los artistas más jóvenes se muestran sensibles a las problemáticas sociales y políticas actuales, y las abordan desde diferentes disciplinas y aproximaciones, demostrando con su trabajo, su madurez creativa.
En las piezas seleccionadas este año, destaca el comisario Ignacio Cabrero, se dejan ver algunas ideas y planteamientos comunes como es la visión de un futuro distópico marcado por la oscuridad, la incertidumbre, y la obsesión por el control y la vigilancia. Ante esta situación en cierto modo catastrofista, los jóvenes creadores se muestran esperanzados y reaccionan con su práctica artística como resistencia. En unos casos, desde una visión crítica más o menos evidente; en otros, desde una reflexión y análisis del pasado, con la intención de comprender y reaccionar ante el presente.
Comenzamos nuestro recorrido con la pieza de Gala Knörr (Vitoria-Gasteiz, 1984) titulada Good Bad Not Evil (2020) que nos presenta con humor, una reflexión crítica de la situación actual de los jóvenes a partir de las imágenes que los identifican. Sobre una pared rosa (“rosa milenial”, que denomina Knörr), vemos algunas de las imágenes que representan a una generación marcada por lo digital: imágenes de baja calidad, memes, deep fakes… impresas sobre un material (semiseda) que les otorga una delicadeza y movimiento muy interesantes. A través de este proyecto, investiga y analiza las reacciones compartidas de manera colectiva a partir de sucesos reales y cómo el lenguaje post internet y la simbología milenial se traducen al medio artístico.
Por su parte, Javier Arbizu trabaja con un material muy interesante, el bismuto: muy maleable, cristaliza en forma de maclas escalonadas y refleja los colores propios de la oxidación del metal. Así construye las esculturas que conforman Knee-Deep (2020), pieza que toma como referencia el motivo medieval del hombre como representación en miniatura del cosmos (microcosmos), y su recíproco, el cosmos como representación a gran escala del hombre (macroanthropo). Un conjunto de esculturas huecas que representan diferentes partes del cuerpo humano y que sirven para establecer un juego de texturas y formas, y al mismo tiempo, un diálogo entre lo humano, lo matérico, lo líquido, lo sólido, lo frágil, lo imperecedero.
La Máquina de Macedonio (2020) de Cristina Mejías nos sumerge en una esfera misteriosa y ancestral. Para acceder a la sala donde está situada esta pieza, hay que proveerse de unas linternas que van iluminando el recorrido por un tapiz realizado por los wayúu o guajiros, que habitan desde épocas precolombinas en un territorio entre Colombia y Venezuela. Cada día relatan lo que sueñan con la intención de afectar con su interpretación, su día a día y su cosmovisión. Al igual que la máquina de Macedonio de Ricardo Piglia (en La ciudad ausente), esta obra permite la construcción de diferentes narrativas según sea el recorrido de cada espectador por el tapiz acompañado por una sugerente música creada por Marcos Carnero.
Continuamos el recorrido por Generación 2020 con la pieza de Elisa Celda titulada O Arrais Do Mar (2020), una película de corte documental que registra una jornada nocturna en la que dos acciones se encuentran al abrigo de la noche en una playa de la costa de Caparica, en Portugal. De un lado, la pesca tradicional de Xávega, y de otro, encuentros sexuales ocasionales entre la vegetación. En ambas acciones hay una espera que las condiciona y define, y coinciden en un entorno que se dibuja a través unos ligeros toques de luz que destacan en la negrura de la noche cerrada.
Miguel Marina trabaja en torno a la pintura, incluso desvelando aquellos aspectos que se alejan de la lógica formal de lo pictórico, del plano, de la superficie no vertical, y atienden a otros materiales, otras búsquedas o soluciones formales, pero siempre atendiendo a la base de la pintura como la escala, la luz, la distancia o la superficie. CELADA (2020) gira en torno a la idea de atrapar y recoger: una serie de objetos dispuestos en el espacio contienen trazas de los lugares que el artista ha ido explorando y configuran, en su conjunto, un escenario que plantea una lectura transversal sobre lo vernáculo, el hacer, la identidad subjetiva e intangible del paisaje, sea cual sea éste.
TXUKELA (2020), es la pieza que presenta Claudia Rebeca Lorenzo y que enlaza con un proyecto anterior, Perro dormido, ambos en torno a los haikus del escritor japonés Kobayashi Issa. La forma de construcción de esta poesía de lo cotidiano, donde la realidad entra sin filtros en el poema, se intuye en la fabricación de las esculturas que conforman esta pieza, donde elementos como celo, cinta aislante, metal o plástico se ensamblan dando lugar a una nueva entidad. El título, Txukela, significa perro en el erromintxela, el habla de los gitanos que viven en el País Vasco, una forma criollizada del romaní con influencias del euskera.
Continuamos nuestro camino recorriendo el Paisaje Sin Mundo (Mural) (2020) de Oier Iruretagoiena, una suerte de paisaje vertical realizado a partir de la rearticulación y ensamblaje de pinturas encontradas en diferentes lugares. Con un marcado interés por la representación de lo rural por parte del artista, todas estas pinturas representan paisajes rurales o naturalezas domesticadas que, una vez manipuladas e intervenidas, dan como resultado un complejo tapiz de texturas y capas creadas a partir de materiales como plástico, grapas o la tela de los lienzos.
Nos despedimos de Generación 2020 con Nora Silva que para esta exposición ha presentado No Fall Games (2020), proyecto que propone una coreografía de acciones y gestos tomados de los sistemas de seguridad, la violencia ‘estetizada’ y la cultura de la autovigilancia. Así relaciona elementos propios de la prevención de riesgos (Safe and Healthy) con aspectos relevantes de la cultura digital sobre los que pone especial énfasis, como las implicaciones de los sistemas de vigilancia, la gestión de la privacidad, las consecuencias de la sobreexposición en redes sociales o las formas de autorreprentación en la actualidad.