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El aullido místico de Kate Bush cumple 62 años

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Kate Bush compuso "The Man With The Child In His Eyes" con tan solo 13 años
Kate Bush compuso "The Man With The Child In His Eyes" con tan solo 13 años

Kate Bush es un mito esquivo, desbordante y confuso en la historia del pop: sus canciones construyeron un sonido propio e imágenes nuevas; su trabajo, aun plagado de referencias, se resiste siempre a la descripción taimada. No se parece a casi nada, y por eso "magia" es la palabra favorita de quienes tratan de desentrañarla: está muy presente en su imaginario estético, que habitan princesas, hechiceras y fantasmas, pero además parece la manera más sencilla de explicarla.

Con apenas trece años ya escribió canciones increíblemente maduras. Y su disco debut, que lanzó cuando tenía diecinueve, la demostraba capaz de una complejidad asombrosa. Dicen que adaptó musicalmente Cumbres borrascosas sin leerse la novela, llegando a sus significados por azar, como en un sueño inspirado: su videoclip magnético y extraño ha sido analizado e imitado una y otra vez, objeto a la vez de admiración y de parodia.

"La gente pensaba que Kate Bush estaba loca", contaba Björk en una entrevista en la que citaba los referentes de su juventud. "A la gente le daba vergüenza admitir cuánto les gustaba, y creo que eso dice mucho. Al menos, con el feminismo de hoy en día, ha dejado de ser percibida como una amenaza".

Kate Bush en 1978, posando para una sesión de fotos en Italia

Kate Bush en 1978, posando para una sesión de fotos en Italia

Es cierto que la historia musical reserva un lugar extraño para las mujeres, que a veces crecen, como Kate Bush, convertidas en una especie de pregunta imposible. Aunque su tiempo reconoce su genio, "locura", "excentricidad" y "demencia" también son palabras que acompañan a las descripciones de la artista, que sin embargo se mantuvo siempre lúcida y discreta: entendió el universo que quería construir y buscó las herramientas necesarias para hacerlo, completando el camino con su trabajo y talento.

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Sus comienzos, si bien extraordinarios, también se explican: hija de un médico que quería ser pianista y de una bailarina irlandesa, se crió en un entorno profundamente musical en el que supieron ver su talento. Gracias a este soporte, una de sus casettes llegó a las manos de David Gilmour, integrante de la banda Pink Floyd, que, impresionado, presionó para conseguirle un contrato extraordinario: durante años, Kate Bush pudo grabar con la discográfica EMI más de doscientas maquetas experimentales. Y estudió mímica, danza y canto, las disciplinas que más adelante combinaría en una obra que nunca fue únicamente musical.

Kate Bush fotografiada por Vanheije, con una creación del diseñador Fong Leng (1978)

Kate Bush fotografiada por Vanheije, con una creación del diseñador Fong Leng (1978)

La voz, el movimiento, la palabra y la expresividad de Kate Bush se reúnen en cada álbum, donde materializa complejos conceptos creativos e invoca emociones que siempre pone en el centro. Su música nace de un lugar íntimo, humano, pero se carga de luz y de gestos que parecen siempre apuntar más allá, a un universo místico donde lo incomprensible es la norma.

Sus letras describen seres extraordinarios o sueños cautivadores, y hablan de sentimientos que, en sus vídeos, ella representa de todas las maneras posibles. Baila, lucha contra el viento en medio de un bosque dando volteretas, marcha a la guerra o se mancha de tierra, y se sumerge en el mismo centro del océano.

Kate Bush, fotografiada por Clive Arrowsmith

Kate Bush, fotografiada por Clive Arrowsmith

Ella se desplaza, se disfraza y constantemente recurre a figuras histórcas o literarias, al cine o a la danza. Combina, con gran desenvoltura técnica, el poder evocador de todos los elementos posibles. El resultado es embriagador y complicado, pero su alcance es magnífico.

Además, su actitud creativa ayudó a que muchas otras mujeres del pop, desde Bjork hasta St. Vincent, se atreviesen a coger desde el principio las riendas de su carrera y a imponer sus ideas, por atípicas que parecieran. Muchos artistas la citan como inspiración o como influencia mientras, en el terreno personal, se mantuvo siempre evasiva y discreta. En 35 años, sólo salió de gira una vez.

La atención mediática siempre la abrumó: Kate Bush prefiere crear y trabajar a solas. Pero volvió a los escenarios en 2014 para presentar sus últimos trabajos y el programa Retromanía, de Radio 3, le dedicó una retrospectiva donde repasan el conjunto de su evolución artística a través de sus canciones más representativas.

Pero, si hablamos de "magia" y de genio en su 62 aniversario, conviene cerrar con esta: la publicó con diecinueve y la grabó con dieciséis, pero la escribió cuando tenía tan solo trece años.

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