Malne hace el primer desfile híbrido y Brisa Fenoy salta de la pantalla a la pasarela
- Malne celebra la belleza a todas las edades: "La moda difumina las barreras de edad y género"
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Tras el desfile de Devota&Lomba ha sido el turno de Malne. Es decir, hemos pasado del recato al exceso, de la calma a la tempestad. Paloma y Juanjo, responsables de la firma Malne, han dado la primera sorpresa del día con un desfile híbrido. ¿Y qué es un desfile híbrido? Pues una forma diferente de presentar una colección en la que se mezclan lo digital con lo presencial, es decir, mostrar las prendas en un vídeo que se proyecta en la pasarela y además verlas en movimiento. Las suyas las han lucido cinco modelos y tres mujeres de diferentes edades: Brisa Fenoy, Julia Altshuler y Genoveva Longoria. "La moda puede hacerte sentir fabulosa a cualquier edad, tiene ese poder de difuminar las barreras de edad, y de género!
Brisa Fenoy, una mujer multidisciplinar y fascinante, salta del vídeo a la pasarela. Primero con un tres piezas de chaqueta muy estructurada y con sorpresas que no se ven, pero se notan en la silueta que provocan, y una falda que lleva una ventana en la parte de atrás desde la que se asoma y tejido bordado exquisito, "es como los faldones de cristianar", dice orgullosos.
Formas sensuales con aires de los cincuenta conviven con otras más modernas, como los vestidos de alfombra roja que lleva una de sus embajadoras: Mar Flores. Destacan el conjunto en denim con complementos de metal dorados un tanto ochenteros y el vestido con cuello halter que cae buscando el suelo y lleva bordada una explosión de cristales de colores. Hay mucha costura: en su caso es una fuente de inspiración y una forma de entender la moda.
Vemos un vestido con cuerpo camiseta que contrasta en sencillez con una falda voluminosa, con sofisticados estampados en negro, rojo y oro. Brisa Fenoy cierra el desfile con un vestido de patrón mini pero apariencia maxi, con plumas teñidas a mano en dos colores y parches deshilachados de flecos dorados. "La colección es una oda al arte de hacer moda pero también al optimismo y la alegría de vivir". Y de gastar, como se ve en el derroche estético, que es una de las señas de la casa, a modo de bustiers interiores, hombreras pagoda, volúmenes exagerados y aplicaciones barrocas.
Después ha sido el turno de Hannibal Laguna, que hace costura y juega en otra liga. En esta ocasión ha mostrado su línea atelier y dice que con ella quiere rendir homenaje a todas las madres. A esas mujeres que en 1987 comenzaron a lucir los vestidos de novia de la firma y que, año tras año, han sido fieles a Laguna. "Cada pieza está inspirada en mujeres que forman parte de nuestra historia, como son nuestras madres. Mujeres contemporáneas que atesoran un espíritu joven".
Texturas ligeras como la muselina de seda y el crepé triple abrazan el cuerpo de la mujer on delicados pliegues y drapeados. Las asimetrías desnudan retales de lujo con efecto tatuaje y destacan los vestidos en tonos joya que van en liso: zafiro, rubí, turquesa, jade y amatista. La colección no aporta nada nuevo. No es su intención. Laguna deja claro que su estilo es atemporal porque viste momentos especiales, de esos que perduran en el recuerdo ajenos a las tendencias que vienen y van. Esto sí es moda de autor, moda lenta pero segura.