Gripe y COVID-19 : ¿Cómo será la sinergia entre el SARS-CoV-2 y los influenzavirus en plena pandemia?
- Analizamos los escenarios que se pueden presentar al encontrarse el virus de la gripe y el coronavirus
- Entre los síntomas, aparecen similitudes en ambos virus como la fiebre, el dolor de cabeza y la tos seca
- El coronavirus en ocasiones presenta síntomas propios: pérdida de olfato y de gusto o dificultad respiratoria
- Un test es lo único que puede determinar con seguridad la presencia de SARS-CoV-2 en el organismo
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- Santiago Campillo Brocal es biólogo molecular y divulgador científico
- El Método es un programa de divulgación científica en torno al coronavirus.
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Nos encontramos en plena cresta de la segunda ola de COVID-19. Y si esto parece poco, estamos a las puertas de la etapa de gripe estacional anual. El tiempo apremia, y las vacunas están llegando. Si ya es complicado prepararse todos los años para un solo virus, ¿cómo será hacerlo contra dos, en mitad de una pandemia mundial? Veamos el panorama que se observa desde aquí.
'Winter is coming'
Varios son expertos que han vaticinado para este invierno una "tormenta perfecta": la sinergia entre el SARS-CoV-2 y los influenzavirus que nos atacan cada año podría provocar un escenario bastante preocupante. Los servicios sanitarios ya se encuentran a tope, luchando contra la Covid19. Presionarlos más con la gravedad de la gripe estacional (que deja entre 290.000 y 650.000 fallecidos al año en el mundo) parece una mala idea.
Los datos que tenemos de otras pandemias, como la de la "Gripe Española" de 1918 - 1920, apuntan a que la segunda "ola" de repuntes puede ser mucho más peligrosa que la primera. Esta fue causada por un brote de influenza virus A, del subtipo H1N1, y en España, solamente, llegó a acabar con la vida de 300.000. ¿Nos estamos enfrentando a una situación similar?
Aunque hablamos de un influenzavirus, la gripe estacional no causa, ni mucho menos, los estragos de la vieja "gripe española", por suerte. El SARS-CoV-2, tampoco, aunque es altamente contagioso. Aún así, el invierno se acerca, y con él, los problemas.
Similitudes y diferencias entre la gripe y la COVID-19
Una de las principales barreras para luchar contra la COVID-19 la encontramos en el desconocimiento. Por ejemplo, es una enfermedad virulenta pero es difícil de detectar tanto por las personas asintomáticas como por el hecho de que no existe una clínica definida para determinar la aparición de la enfermedad.
“Encontramos similitudes como la fiebre, el dolor de cabeza y la tos seca“
En vez de eso, los sanitarios utilizan lo que conocemos de la gripe, que se parece en muchas cosas, y sus diferencias, para identificar a un posible afectado por el SARS-CoV-2. Así, por ejemplo, encontramos similitudes como la fiebre, el dolor de cabeza y la tos seca, que suelen darse tanto en COVID-19 como en gripe.
Por el contrario, el coronavirus, según algunos casos clínicos, presenta algunos síntomas propios como la pérdida de olfato y de gusto, la dificultad a la hora de respirar o, incluso, el empeoramiento repentino y más grave de los síntomas. No obstante, hay que recordar que estos no sirven realmente para detectarla. Buscar estos síntomas, u otros, por nuestra cuenta es inútil para detectar la infección. Un test es lo único que puede determinar con seguridad la presencia de SARS-CoV-2, y esto es importante.
¿Qué pasa cuando dos virus se encuentran?
Otra cuestión interesante, y que todavía desconocemos, es lo que ocurre cuando dos virus se encuentran en un mismo cuerpo. Aunque hay cientos de miles de estudios con virus aislados, existen muy pocas investigaciones sobre coinfecciones. Estas se dan cuando dos patógenos infectan el mismo tejido.
Como explica Pablo Murcia, Profesor de Virología Integrativa de la Universidad de Glasgow, en el episodio 1 de El Método, para un virus, un cuerpo humano es un entorno gigantesco. Hablar de la boca y los pulmones, es como hacerlo del Polo Norte y la Patagonia. Encontrarse es bastante difícil. Y, sin embargo, ocurre. Esto se debe a que los virus son muy específicos a la hora de infectar tejidos. Así que se encontrarán en aquellos que colonizan.
¿Y qué ocurre entonces? Pues, entre las pocas evidencias que existen se pueden diferenciar tres tipos de interacciones: positivas, negativas y neutrales. Las primeras provocan un refuerzo en la acción infecciosa de los virus, al contrario que en el caso negativo, que hace que se mitiguen. En el caso neutral no se afectan.
Entre las posibilidades puede darse, incluso, que surja "algo nuevo", una recombinación entre virus de la misma familia, por ejemplo. Los mecanismos detrás de todos estos fenómenos son todavía muy misterio, aunque cada día estamos más cerca de desvelarlos.
Una vacuna que sí tenemos
Pero no todo van a ser incógnitas. También contamos con algunas defensas para sobreponernos al invierno que está por venir: conocimiento, prevención y vacunas. ¿Qué sabemos sobre la propagación de los virus de la gripe? Por ejemplo, sabemos cuáles son los factores que facilitan la circulación del influenza y otros virus respiratorios sinticiales: ventilar menos, permanecer más tiempo dentro de casa, la sequedad ambiental, el frío...
Anticiparnos y prevenir el efecto de estos factores nos ayudaría no solo a mantenernos protegidos contra el coronavirus, sino también contra otras enfermedades respiratorias.
Pero, la cuestión no se queda ahí. Aunque todavía no tenemos una vacuna contra el SARS-CoV-2, lo que sí disponemos es de una contra la gripe. Mantener esta enfermedad a raya puede ser un factor clave para no presionar más al sistema sanitario.
Cada año, en febrero, la OMS publica la composición de la vacuna que debe estar disponible en el hemisferio norte y en septiembre la del hemisferio sur, meses antes de la época de repuntes de gripe. Esto da margen para elaborar las vacunas necesarias dicho año, pero también existe la probabilidad de que cuando llegue el momento, la vacuna no sea totalmente efectiva por mutaciones sufridas durante el periodo de desarrollo.
Aún así, se estima que la efectividad de la vacuna contra el influenzavirus está entre el 30% en el peor de los casos y el 70% en el mejor. Y ya que no tenemos, todavía, una vacuna contra el SARS-CoV-2, el 30% de una vacuna que sí que tenemos siempre será mejor protegiéndonos, y también reduciendo la gravedad de los síntomas de la Covid19, que el 0% de no ponérsela.