'Inés del alma mía': así fue rodar en Chile en pleno estallido social
- El rodaje de Inés del alma mía coincidió de pleno con las protestas contra el Gobierno que hace un año sacudían Chile
- Eduardo Noriega: "Había tanques por la calle, gas lagrimógeno, una represión policial muy fuerte"
- Charlamos con Jorge Redondo, productor ejecutivo de la serie, de todas las dificultades a las que hicieron frente
Inés del alma mía tiene dos protagonistas. Una de ellas es Inés Suárez, la mujer española que, en el siglo XVI, participó en la conquista de la ciudad de Santiago. La otra, más longeva y más viva, es Chile: una nación mestiza que se fundó y gobernó con gran violencia y que hoy, tras muchos años de espera, atraviesa con ilusión un período de cambio político.
Como consecuencia del estallido social que comenzó el 18 de octubre del año pasado, y que llevaba como uno de sus lemas "Chile despertó", el pueblo ha aprobado, en un plebiscito histórico y por aplastante mayoría, la redacción de una nueva constitución. El documento simboliza una ruptura con el legado de Pinochet, una respuesta a la reacción contra la privatización y la pobreza, y una promesa: justicia, paridad y representación institucional de los pueblos indígenas.
Mientras Chile se proyecta hacia el futuro, Inés del alma mía echa un vistazo al pasado del país. Por eso es una hermosa y sorprendente coincidencia que el rodaje de la serie, basada en la novela de Isabel Allende —nacida en Chile y exiliada tras el golpe de Estado— sucediese en paralelo a las revueltas que han puesto en marcha este proceso democrático.
Un rodaje en pleno estallido social
¿Cómo fue rodar en pleno estallido social? El proceso ha requerido constantes reescrituras del guion y un importante esfuerzo, económico y humano, por parte del equipo de Boomerang TV, RTVE y Chilevisión. Pese a todas las dificultades, la serie se terminó a tiempo y con un resultado excelente, e Inés del alma mía ha sido nominada como mejor producción en los Premios Iris 2020.
Eduardo Noriega, que da vida en la ficción a Pedro de Valdivia, habla de su estancia en el país emocionado: "Vivimos uno de los momentos más importantes de la historia de Chile. Estábamos en el centro de la ciudad de Santiago y vivimos un toque de queda", explica, haciendo alusión a una de las medidas decretadas por el presidente Sebastián Piñera. "Había tanques por la calle, gas lagrimógeno, una represión policial muy fuerte. Visto desde ahí, nuestro rodaje de repente no era tan importante".
Trabajar bajo el toque de queda
En el capítulo cuarto de Inés del alma mía vemos cómo los soldados de Valdivia se asientan en Santiago de Nueva Extremadura, la primera colonia española en Chile. Para representar lo que hoy en día es el centro geográfico y poblacional del país, el equipo de producción construyó una ciudadela a unos 10 kilómetros de Santiago, para evitar la visibilidad arquitectoncia actual. "Pensábamos que de allí no nos íbamos a mover en días o semanas, pero el estallido social puso patas arriba toda la producción", cuenta Jorge Redondo, productor ejecutivo de la serie.
"Lo que al principio parecían unas pocas manifestaciones se convirtió rápidamente en un movimiento", que desde Santiago se extendió también al resto del país. "Ardían hoteles, bancos, casas y, al tercer día, el presidente Piñera montó un toque de queda y sacó los militares a la calle. Tuvimos que parar toda una semana, porque era imposible ir al rodaje: la Ruta 66, que va al aeropuerto y a Valparaíso, estaba totalmente colapsada de manifestantes, camiones y barricadas".
El toque de queda de Piñera supuso alterar drásticamente todo el plan de rodaje: "Teníamos que estar a las siete de la tarde en casa y no había salvoconductos, sólo para médicos y medios informativos. Los permisos se renovaban diariamente y era imposible tramitarlos para las 200 personas que formaban nuestro equipo. Ya no había metro, sólo coches de producción, y para que todo el mundo volviese a tiempo había que terminar de rodar a las cuatro de la tarde. Tuvimos que suprimir todas las secuencias nocturnas".
Para realizar las reescrituras necesarias del guion, el guionista Paco Mateo viajó hasta Chile. Y, como no podían salir de casa hasta las seis de la mañana, el rodaje se finalizó con jornadas muy reducidas: "Grabábamos de 9:00h a 16:00h con la comida en medio, y nunca sabíamos cuándo iba a terminar eso. Creamos más unidades dobles, aumentó el presupuesto de transporte y de iluminación y el equipo estuvo a por todas: muchos hicieron turnos dobles sin apenas descansar, y nosotros trasnochábamos para reescribir el último capítulo y cambiar secuencias de lugar".
"Hubo momentos donde sí pensabamos que teniamos que abandonar. La furgoneta nos dejaba a 500 metros de los apartamentos y teníamos que atravesar los carabineros soltando gases lacrimógenos, era una odisea. Comprar comida era tan complicado, con los supermercados saturados o saqueados, que nos juntábamos para poner en común lo que teníamos y cenar todos juntos. Gracias a Dios, hicimos una piña tremenda", cuenta Jorge.
¿Y cómo lo vivió el equipo chileno?
A las dificultades logísticas que afectaron al plan de rodaje hubo que añadir, además, el estrés emocional que supuso para el equipo chileno, que en este momento de la producción suponía un 90% de los trabajadores, priorizar la serie en un momento de transición tan importante.
"El propio equipo llevaba 30 años esperando a que esto sucediera", explica Jorge Redondo. "Desde la muerte de Pinochet estaban viviendo una situación economica y social muy comprometida y muy mala. Decían: '¡Por fin Chile despierta!', y no podían echarse atrás, querían asistir a las manifestaciones".
Pero la oportunidad de llevar acabo una producción tan importante en Santiago no se cruza así como así y el equipo se esforzó en sacar adelante Inés del alma mía. "Desde el principio habían estado muy ilusionados: una producción española con guion chileno iba a contar su historia sin faltar a la realidad, e iba a darles mucha visibilidad. El apoyo de Chilevisión fue total".
Lo más complicado fue rodar en el desierto de Atacama y añadir, a las dificultades climáticas, los problemas para llegar hasta allí y, de nuevo, la preocupación de los trabajadores a 1500km de Santiago. "Cuando finalmente llegamos, muchos no querían rodar. Habían hablado con sus hijos y temían mucho por ellos. Me decían: 'Mi hija tiene 15 años y va a ir a la manifestación, le pueden sacar un ojo'. Y como para no entenderlo".
Eduardo Noriega: "Ha sido un orgullo y un privilegio"
Las manifestaciones en Chile fueron la dificultad no prevista de un rodaje que, milagrosamente y con todos los esfuerzos mencionados, se terminó en el tiempo previsto. Pero a todo ello hay que añadir las condiciones extremas del clima que dificultaron mucho el trabajo técnico y actoral. "Había días durisimos en el desierto de Atacama donde el polvo no nos dejaba ni abrir los ojos, la cámara se llenaba de arena, era imposible mantenerse de pie y hablar; días en los que directamente llegar hasta allí ya era un éxito", cuenta Eduardo Noriega.
"Y vivimos un confinamiento y cuando vinimos a España, otro. Pero ha sido una oportunidad de rodaje exrraordinaria. Para nosotros es un orgullo y un privilegio". Elena Rivera, pese a todo, también repetiría: "Ha sido algo único para mí. Al volver a ver la serie he revivido momentos espectaculares. Mira que fue complicado, pero yo repetiría de cabeza".
"Acaba de hacer un año de todo esto y se ha aprobado la reforma de la constitución", dice Jorge Redondo. "Me llamaron los compañeros chilenos y estaban muy contentos de que todo esto sirviese para algo, y evidentemente sirvió para algo. Las manifestaciones emocionaban y la experiencia, profesional y humana, yo no la cambio por nada".
Inés del alma mía, esta noche a las 22:10h en La 1.