Javier Reverte: "Se viaja para conocer, para conocer a otros y para conocerse a sí mismo"
- “Javier Reverte, el amigo de Ulises” acompaña al escritor en su viaje a Ítaca, escenario de su libro “Corazón de Ulises”
- Imprescindibles homenajea a Reverte después de su fallecimiento el pasado sábado 31 de octubre
- El documental rememora su vida personal y profesional y muestra su manera de viajar
El escritor Javier Reverte, fallecido el pasado sábado 31 de octubre, es conocido por sus libros de viaje y por sus novelas. Muchísima gente ha leído sus obras sobre África, sobre todo “El sueño de África”, con la que empezó a ser conocido. Además, ha ejercido el periodismo en prensa escrita y en televisión. Fue corresponsal en Londres y en París y como enviado especial cubrió el Bloody Sunday en Irlanda y la guerra de los Balcanes.
“Javier Reverte, el amigo de Ulises”, dirigido Alberto Bermejo y Roberto Domingo, es una producción propia de RTVE. El documental acompaña al escritor en su viaje a Ítaca, escenario de su libro “Corazón de Ulises”, rememorando su vida personal y profesional. Muestra su manera de viajar, siguiendo rastros literarios y conversando con las gentes que encuentra en el camino.
Volver a Ítaca
Parecía inevitable que un documental sobre Javier Reverte tuviera estructura de viaje. El objetivo era acompañarle y asistir a su manera de viajar, rastreando las huellas de los escritores que aprecia, que le emocionan, y observar cómo se relaciona con la gente que va encontrando en el camino, como testigos de su insaciable curiosidad y su proverbial empatía. En sus propias palabras, “se viaja para conocer, para conocer a otros y para conocerse a sí mismo.”
El propio Reverte propuso viajar a Ítaca. Un destino conceptualmente perfecto, referencia legendaria y real del origen de la literatura y de la idea de viaje, además de escenario parcial de su libro “Corazón de Ulises”. El nombre de Homero, y por tanto el de Ulises, surge de manera recurrente en cualquier conversación literaria con el escritor.
Ítaca fue el destino, la patria de Ulises, a la que regresa tras su largo periplo tras la destrucción de la ciudadela de Troya, según cuenta la Odisea. Javier Reverte regresa al encuentro con su amigo Dimitris, al que había conocido veinte años antes y se había convertido en personaje de un capítulo de su libro sobre Grecia. Le encontró regentando el mismo restaurante, con la misma barca de madera en la que salieron juntos a pescar. Tenían la misma complicidad.
Atenas también fue escenario del documental. Entre sus calles Reverte reflexionó, en su tono cercano y distendido, sobre el origen de las ideas que han marcado el arte, el pensamiento y la cultura occidental. Otra de las paradas fue Missolonghi, donde se instaló, murió y permanece enterrado el corazón de Lord Bayron. Este poeta romántico se identificó con las ansias de independencia del pueblo griego frente al imperio Otomano y pagó de su bolsillo un cuerpo de ejército. En Nafpatkos, en la bahía de Lepanto, el escritor evocó a la figura de Cervantes y a otros poetas soldados.
Una vez en Patras, en Peloponeso, era necesario embarcar en el ferry que lleva a Ítaca con escala en Cefalonia pero el temporal y la mala mar retrasaron un día la partida. Como anota Reverte: “Un día perdido. ¿Perdido? Quizás ganado”. Durante el rodaje hubieron unos cuantos imprevistos y por suerte todos han dado más riqueza al documental. “Claro que los tuvimos, algunos verdaderamente sorprendentes, de esos que ni buscándolos aparecen, y todos, sin excepción jugaron nuestro favor. Primero grabamos en Atenas y allí conseguimos provocar una secuencia con el dueño de una taberna griega, con el que Reverte intentaba recordar la letra de una canción que le sonaba vagamente de cuando estuvo en los setenta como enviado especial para cubrir el Golpe de los Coroneles. Por supuesto, Javier y Mikele, así se llama el tabernero, acabaron cantando juntos.”, apunta Alberto Bermejo, uno de los directores del documental.
Un viaje por la vida de Reverte
El viaje es un objetivo en sí mismo, pero en el documental es además el envoltorio desde el que ir evocando las vivencias y las reflexiones de Javier Reverte. Se muestra su devoción por la literatura y por sus escritores de cabecera, los secretos del oficio de escritor, la evocación a su infancia y a su indisciplina escolar, los paradisiacos veranos en la naturaleza exultante de Valsaín y su pasión por el mus en buena compañía. También se recuerdan sus años de periodista de prensa escrita. Cuando fue corresponsal en Londres y en Paris, su exclusiva de la matanza del Boody Sunday en 1972 o cuando trabajó como enviado especial en distintas guerras como la de los Balcanes.
“Javier Reverte es un infatigable viajero que se entrega a tiempo completo a viajar y a escribir sobre lo que ha visto y vivido en sus periplos“
Javier Reverte es un infatigable viajero que se entrega a tiempo completo a viajar y a escribir sobre lo que ha visto y vivido en sus periplos. Además de sus innumerables viajes, Reverte habla en el documental de otros temas exclusivamente literarios a los que viene dedicando sus esfuerzos. De una manera especial evoca la Guerra Civil española, primero a través de la figura de su padre que luchó en el bando republicano en la columna de El Campesino y se alistó después en la División Azul para purgar sus supuestas culpas y para eludir los tres años de servicio militar que imponía el franquismo. Para hablar de esto, en documental se traslada a las trincheras de las boscosas laderas de Valsaín, en la sierra de Guadarrama.
La sabiduría y el buen talante de Javier Reverte impregnan cada imagen que ha reflejado el espíritu viajero del personaje, siempre bienhumorado y cantarín, mostrando la belleza de los sitios y de las gentes que han ido cruzándose en el camino.
En definitiva, “sobre la pantalla ha quedado el retrato de una persona apasionada por su trabajo, vitalista, optimista incorregible pese a su escepticismo y su lucidez, empática, que habla en serio de literatura, de periodismo, de la naturaleza y de la vida, que en ningún momento se toma solemnemente en serio a sí mismo”, comenta Alberto Bermejo