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Las mutaciones del coronavirus: ¿a qué nos enfrentamos?

  • Los virus de ARN tienden a variar muy a menudo como medida de adaptación
  • Cuando mutan pueden ganar una nueva habilidad para resistir condiciones adversas o reproducirse más eficientemente
  • Desde que comenzó la pandemia se han identificado diversas variantes del SARS-CoV-2 con cambios en su secuencia genética
  • Sin fármacos, vacunas o inmunidad en su contra, nada ha obligado al virus a adaptarse y mutar
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Las mutaciones del coronavirus: ¿a qué nos enfrentamos?
  • Santigo Campillo Brocal es biólogo molecular y divulgador científico
  • El Método es un programa de divulgación científica en torno al coronavirus.
  • Más noticias de ciencia en rtve.es/ciencia

Las mutaciones son el motor que mueve la evolución, especialmente en entidades como el SARS-CoV-2. Los virus de ARN tienden a variar muy a menudo como medida de adaptación. Este es el caso del SARS-CoV-2, aunque es un poco más lento en comparación con virus como el VIH o el de la gripe. Pero eso no le resta importancia a su capacidad de cambiar, poco a poco, a medida que se copia. ¿Cómo ha cambiado este coronavirus desde la primera vez que lo describimos, a principios de año?

El motor de la evolución

Una mutación no es otra cosa que un cambio. Cuando se habla de biología, este cambio suele hacer referencia a las letras que conforman la cadena de ADN (o ARN). En los virus hay miles de ellas. Cuando un virus se copia, en raras ocasiones ocurren cambios en estas letras. Sin embargo, cuando se copian muchas veces, estas mutaciones o cambios pueden ocurrir más a menudo.

Dichos cambios pueden pasar desapercibidos, lo que ocurre en la mayoría de los casos. En ocasiones, sin embargo, son importantes: Pueden ser letal y hacer inviable al nuevo virus o, en ocasiones, pueden proporcionar una ventaja.

Mutando, un virus puede ganar una nueva habilidad para resistir condiciones adversas o reproducirse más eficientemente. Esa nueva habilidad puede ser una ventaja frente a otras copias del virus no mutantes que se traduzca en que la nueva variante se reproduzca más y llegue a convertirse en la más habitual.

¿Cómo ha mutado el coronavirus hasta ahora?

Desde que comenzó la pandemia se han identificado diversas variantes del SARS-CoV-2 que se diferencian por cambios en su secuencia genética aunque, en conjunto, el SARS-CoV-2 es un virus con poca variabilidad, muy homogéneo. Así lo han reflejado varios estudios genómicos analizando miles de muestras del virus.

Sin fármacos, vacunas o inmunidad en su contra, nada le ha obligado a adaptarse, a mutar

Esto se explica por dos motivos: "Si bien todos los virus de ARN pueden mutar, los coronavirus son únicos entre ellos porque tienen un mecanismo para corregir errores que otros virus no tienen. Por eso incorporan menos errores que el virus de la gripe o el VIH", explica a El Método el primer motivo la Dra. Isabel Sola, Codirectora del laboratorio del Coronavirus CNB-CSIC.

El segundo se debe a la falta de presión selectiva. Este nuevo coronavirus ha saltado al ser humano desde otra especie animal y se ha encontrado sin resistencia de casi ningún tipo. El virus es completamente nuevo para los humanos y, por tanto, no tenemos inmunidad contra él. Sin fármacos, vacunas o inmunidad en su contra, nada le ha obligado a adaptarse, a mutar. Esto se traduce en que no ha tenido que evolucionar y, por tanto, todas las variantes son muy similares entre sí.

¿Qué ocurrirá cuando lleguen las primeras vacunas y tratamientos? Entonces, el motor evolutivo del que hablábamos comenzará a rodar y probablemente favorecerá las mutaciones en el SARS-CoV-2. ¿Debería ser motivo de preocupación?

¿Qué tiene de malo una mutación?

Una de las variantes más comunes del coronavirus causante de la COVID-19 es la conocida como D614G, en la que cambia una de las letra que mencionábamos al principio, lo que implica un cambio de aminoácido en la posición 614 con respecto a otras variantes.

El hecho de ser más común que otras ha hecho a los científicos plantearse si es más infectiva o tiene más ventajas (y resulta más peligrosa). "Hasta ahora no hay ninguna evidencia de que ocasione una enfermedad más severa o menos severa que otra variante", aclaraba el Dr. Josep Quer, investigador del Vall d'Hebron Research Institute y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas.

Otra cuestión que genera inquietud es si estas mutaciones afectarán a las vacunas. No es una pregunta baladí y algo similar ocurre con la vacuna de la gripe, la cual hay que "actualizar" anualmente. "Está por ver cuál es la relevancia que tienen estas mutaciones en el comportamiento del virus, pero en principio no son mutaciones críticas", comentaba la Dra. Isabel Sola al respecto.

La experta explicaba que todas las mutaciones que no afecten directamente a la proteína S, encargada de unir al virus con nuestras células, no tienen por qué reducir su efectividad. "[A las vacunas en desarrollo] no les deberían afectar algunos cambios puntuales en otros dominios que no son críticos de la proteína S. [...] Si lo hiciera, por ingeniería genética, que es como están hechas la mayor parte de las vacunas actuales, es algo que es sencillo de cambiar".

Esto, por supuesto, no quiere decir que no exista peligro. Las mutaciones son imprevisibles. No se puede aseverar con rotundidad que no pudiera aparecer un mutante peligroso para los humanos. Al fin y al cabo, una mutación le permitió saltar de algún animal a nuestra especie sin resistencia, y podría hacerlo de vuelta. Eso sin hablar de la remota, pero factible, posibilidad de que el virus recombine con otro coronavirus.

Por el momento, no sabemos qué pasará cuando lleguen las defensas contra él. Hasta la fecha, los cambios han sido pocos y ninguno crítico, pero tampoco ha tenido ninguna barrera que superar. ¿Cómo evolucionará en el momento que aparezcan? Será mejor no perderlo de vista.