Coronavirus: ¿Qué es el COVID persistente y cuáles son sus síntomas?
- Afectados por la COVID-19 muestran síntomas asociados a la infección vírica meses después de haberla pasado
- Síntomas como dolores de pecho prolongados, dificultad para respirar y fatiga o daños en corazón y pulmones
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- Santiago Campillo Brocal es biólogo molecular y divulgador científico
- El Método es un programa de divulgación científica en torno al coronavirus
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Con el paso de los meses, los afectados por la COVID-19 están mostrando síntomas asociados a la infección vírica semanas o meses después de haberla pasado. Este fenómeno, que ha dado a llamarse long COVID en inglés, y está adquiriendo el nombre de COVID persistente en España, es ahora mismo fuente de gran interés, y debate, para el personal sanitario.
¿Qué es eso de 'long Covid', o COVID persistente?
Con sendos nombres comienza a emerger la manifestación de ciertos síntomas asociados al coronavirus que permanecen bastante tiempo después de que se haya curado la enfermedad. Síntomas como dolores de pecho prolongados, dificultad para respirar y fatiga o, en los peores casos, daños en corazón y pulmones, o coágulos de sangre que pueden causar una inflamación dolorosa o accidentes cerebrovasculares, aunque curiosamente no se suele encontrar ni fiebre o dolor de cabeza de forma general.
Desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC), se habla de un síndrome inflamatorio multisistémico que afecta a muchas personas que han dado negativo para coronavirus antes de que aparezcan estos síntomas, por lo que no pueden asociarse a la presencia inmediata del virus.
Pero, ¿cómo es posible que un patógeno que ya no está presente en el cuerpo sea capaz de generar problemas de salud? O mejor dicho, ¿acaso es posible? A pesar del debate generado en torno a esta incógnita, lo cierto es que existen evidencias que avalan la existencia de esta COVID persistente, aunque todavía no existe un consenso cerrado sobre su identificación.
¿COVID que nunca se acaba?
Los síntomas persistentes también existen en otras enfermedades. Como explicaba Carmen Cámara, Secretaria de la Sociedad Española de Inmunología, para El Método, es importante no dar mensajes alarmistas sobre la existencia de un síndrome que todavía desconocemos. Eso sí, tal y como apunta, la OMS ha reconocido que hay pacientes presentando síntomas por coronavirus a largo plazo. "De hecho, en todos los hospitales hay consultas abiertas que se llaman consultas pos-COVID-19", confirmaba. "Pero lo importante ahora es saber si simplemente son secuelas o si es un síndrome".
Tal vez esto no resulte tan raro de comprender si nos fijamos en otras enfermedades. "La población que está más afectada por la gripe sufre un proceso inflamatorio crónico que se conoce como vasculitis", explica Marcos López, jefe del servicio de inmunología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, y presidente de la Sociedad Española de Inmunología. "Estos pacientes sufren de una inflamación de la arteria temporal que les provoca dolor en esa zona, y que produce fenómenos vasculares no solo a nivel de los vasos de la cabeza, sino a nivel sistémico".
Según nos explica el Dr. López, la vasculitis es conocida por aparecer, en ocasiones, como consecuencia de la infección. "En un gran porcentaje de estos casos, el desencadenante ha sido una infección vírica. Son cuadros que suelen ocurrir a los pocos meses de haber tenido una gripe [...]. Esta enfermedad permanece durante muchos años, para toda su vida. Se convierte en una enfermedad crónica".
Las enfermedades inmunomediadas crónicas suelen tener muchas veces desencadenantes en enfermedades virales, nos comenta también. "Los virus inducen una respuesta inmunitaria y esa respuesta inmunitaria es capaz de hacer salir respuestas inadecuadas o impropias, y que reaccionan frente a nuestro propio organismo. A veces, en ocasiones, es lo que conocemos como enfermedades autoinmunes, pero otras veces no son necesariamente esto, pero sí enfermedades en las que una respuesta inmunitaria desregulada a largo plazo puede generar este tipo de manifestaciones", explica.
Otro ejemplo, lo podemos ver cuando una persona padece una neumonía importante. Es probable que queden cicatrices en el tejido pulmonar y que estas provoquen que, a largo plazo, los pacientes tengan más dificultades para respirar, por ejemplo, desencadenando otra serie de patologías asociadas, explica el médico para el equipo de El Método. No obstante, es importante señalar que, a pesar de haberse observado en otras enfermedades, todavía queda por desvelar la duda de si esto ocurre realmente con el coronavirus y qué ocurre con exactitud, para detectar y definir un posible síndrome, como remarcaba la Dra. Cámara.
El largo camino para definir una enfermedad
En España, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) lleva tiempo trabajando en un protocolo de seguimiento y una plataforma de pacientes de COVID persistente para pacientes que permitirán recabar más información sobre el coronavirus. Como decíamos, todavía quedan numerosas dudas e incógnitas que despejar para poder identificar correctamente el problema y, ya de paso, ponerle soluciones.
Entre las grandes incógnitas está el desencadenante de esta long COVID. ¿Qué factores juegan a su favor? ¿Hay una razón genética? ¿Son otras enfermedades las que promueven dichas manifestaciones? ¿Existirá un tratamiento para la COVID persistente? ¿Por qué algunas personas son más proclives a sufrirla que otras? Las cuestiones son muchas, todavía. "Nos faltan estudios epidemiológicos bien hechos sobre la incidencia y la prevalencia real de esas manifestaciones, que también deben definirse bien clínicamente", confirmaba Marcos López.
Sin embargo, existen problemas que ahora copan la atención de los sanitarios: la propia pandemia. Actualmente, seguimos combatiendo la expansión de un patógeno que causa estragos a nivel mundial. Solucionar la manifestación aguda de la enfermedad es la prioridad.
Mientras tanto, las consecuencias inesperadas, como es esta COVID persistente, siguen apareciendo entre la población, algo que no se puede dejar de lado. Sin embargo, todavía deberemos esperar a tener más resultados y certezas antes de poder determinar su alcance y, por supuesto, su solución.