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Aceitunas violadas y más recetas que deben cambiar su nombre

  • Sí, el machismo y el racismo también se cuelan en la cocina
  • Algunas recetas con nombres machistas o racistas merecen ser actualizadas
  • Mejillones a la buena mujer, cabeza de negro o rabo de mestiza: ¿cuál es su origen?

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Aceitunas violadas
A estas aceitunas les hace falta un cambio de nombre

No podía ser de otra manera: en una sociedad que ha pasado siglos tolerando, ejerciendo y conviviendo con el racismo y el machismo, encontramos muestras de ellos hasta en los lugares más insospechados. Han anidado por todos lados, en lugares visibles e invisibles, allí donde hemos mirado hacia otro lado, tantas veces, que lo hemos normalizado.

Un buen ejemplo de ello es la cocina. La cocina como espacio ha sido y sigue siendo un lugar de abuso. Por un lado, porque la tarea de cocinar en casa, a diario, tres veces al día durante toda la vida, ha recaído en las mujeres, generalmente, en calidad legal de esclavas racializadas o no. Recetas como ‘matamaridos’ o ‘engañamaridos’ evocan el rol en el que se ha encasillado a la mujer, dentro de lo que se considera la 'familia tradicional', a la perfección.

Por otro, porque en las dinámicas jerárquicas y tóxicas que han imperado en los restaurantes, se han propiciado (y se propician) el acoso y la agresión sexual hacia las mujeres, viéndose doblemente afectadas aquellas racializadas y/o migrantes. Desde el #MeToo, distintas voces de la industria estadounidense se han alzado para contar públicamente las atrocidades que sufrieron en cocinas de todo tipo de restaurantes, desde cadenas de comida rápida hasta reputadas casas, como The Spotted Pig.

Desgraciadamente, y como decíamos al principio, la injusticia se encuentra en lugares recónditos, permeando hasta en los nombres de las recetas que aluden con una fuerte carga negativa, ya no a individuos concretos, sino a grupos enteros de personas.

“Mejillones a la buena mujer”

Es el caso de las recetas ‘a la buena mujer’, cuya distinción entre ‘buenas’ y ‘malas’ mujeres merece que la denominación caiga en desuso. Según Le Grand Larousse Gastronomique (2007), esta denominación se refiere “a aquellas preparaciones que evocan una cocina a fuego lento, familiar o rústica (que también encontramos en las apelaciones ‘a la ama de casa’ y ‘a la campesina’), con frecuencia servidas en el mismo recipiente de cocción”. Cita algunos ejemplos hechos ‘a la buena mujer’, como el rodaballo, los guisantes, la cazuela de corazón de ternera, un potaje, menudillos y tordos que, por esas características menos refinadas, son propia de la cocina atribuida a las mujeres, de la cocina doméstica, que así, menosteniéndola, se ha diferenciado de la de los hombres, los cocineros profesionales, los chefs reconocidos, porque se ha considerado mejor y más refinada.

Mejillones

Salteando los mejillones

En España, una receta popular que tiene este desafortunado apellido son los ‘mejillones a la buena mujer’, que consisten en cocer unos mejillones al vapor y rellenar sus valvas con un sofrito de ajo, cebolla, tomate y pan rallado, aromatizado con laurel, cayena y vino blanco, rematado con huevo rallado por encima y terminado en el horno. Podrían llamarse ‘mejillones rellenos’, ‘mejillones al horno’ o ‘mejillones maravilla”, ¿no?

Aceitunas violadas

Seguramente, a alguien le pareció gracioso hacer un símil entre colocar un pepinillo encurtido dentro de una aceituna gordal a una violación. Pues no lo es. El nombre 'violas', que se le da en algunas regiones españolas, tampoco parece adecuado. Pero, en este caso, el problema está solucionado: kimbo o kimbitos (similar a la famosa marca de café napolitano) es como se les conoce en otros lugares por el fabricante tudelense que las popularizó.

Cabeza de negro

Entrar en una pastelería y pedir una ‘cabeza de negro’ debería ser ya cosa del pasado. Pero no: así somos, nos agarramos a las tradiciones, por muy dañinas que sean, como si no hubiera mañana. Este dulce, también llamado 'negrito', en España, Mohrenkopf ('cabeza de moro', en Alemania), 'teta de nega', ('teta de negra', en Brasil) , o el más pertinente ‘beso de chocolate’, es un bombón de chocolate relleno de merengue o malvavisco con una base fina de galleta.

Por si fuera poco lucir ese nombre, en 2019, la pastelería Au Fournils Murois, de Saint Bonnet de Mure, cerca de Lión, tuvo la grotesca idea ponerle cara al dulce, caricaturizándolo como una persona afrodescendiente, y para más inri, le puso el nombre de ‘Mamadou’, un nombre usado de forma despectiva en Francia para referirse génercamente a otros ciudadanos franceses o migrantes que tienen la piel negra.

Beso de chocolate

La mal llamada 'cabeza de negro' Pixabay

Rabo de mestiza

Este platillo mexicano, tradicionalmente consumido en el desayuno, se compone de una salsa de tomate con cebolla y laurel, rajas de chile y huevos. Según el Larousse de Cocina mexicana, en Puebla y San Luis Potosí llevan queso fresco o ranchero y, en Yucatán, también, donde además espolvorean pepita de calabaza molida y llevan rajas de chile dulce o xcatic. Queda claro: no lleva rabo de ningún tipo. Entonces, ¿de dónde viene ese nombre?

Aunque el origen es incierto, cabe interpretarlo: la receta habla de un rabo, apéndice propio de un animal, que pertenece a una mestiza. Nos topamos aquí con una cuestión racial, donde se atribuye un rasgo animal a una persona cuya apariencia no es la de un blanco y, por tanto, se le considera de un estatus social inferior. A pesar de que los estatutos de limpieza de sangre de la época colonial ya no son vigentes, por desgracia, los prejuicios y el racismo sí lo son.