Sebastián Pons: "McQueen y Galliano le quitaron el tufillo a la alta costura"
- Pons trabajó con McQueen y Miguel Adrover y ahora defiende su propia firma, 'Muchache'
- Recuerda con mucha emoción a Alexander McQueen. "Hablo con él todos los días", dice
Sebastián Pons ha cerrado un círculo, vital y profesional. Nos lo cuenta desde S´Alqueria Blanca, un pequeño pueblo de la isla de Mallorca al que ha regresado tras un largo viaje. En estos años ha tenido una vida de vértigo y además ha sido testigo de la de otros. Junto a Lee Alexander McQueen Pons fue parte de una época dorada de la moda y ahora encara su profesión con nuevos desafíos, nuevos códigos y nuevas formas de hacer, mostrar y vender. Y lo hace con los pies desnudos, para pisar su tierra y echar raíces, para crecer de nuevo. “¡Antes era Sebastián Pons diseñador y ahora soy Sebastián Pons payés!”.
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Un payés que colgó las alpargatas para dejar atrás su isla y nadar lejos, a la península primero y a Londres, después, para estudiar moda. Y para que su destino se cruzara con el de Lee. Alexander McQueen murió el 11 de febrero de 2010 pero Sebastián le mantiene con vida día a día. Son muchos recuerdos, y todos maravillosos. Para muchos era un dios, para él era un hombre. "Cuando me pongo a hablar de él me emociono muchísimo. Cuando fui a Inglaterra yo tenía a Galliano en la mente pero un día estaba en la cantina tomando un té, se me sentó un chico y me dijo que estaba con el proyecto de fin de carrera... y así nos conocimos. Me gradué en 1995 e hice prácticas con él. Y cuando le ofrecieron Givenchy [McQueen sustituyó a Galliano cuando este se fue a Dior] me llamó, y me ofreció ser su asistente. "Pero tú sabes que yo soy muy complicado", me dijo. ¡Yo ya lo sabía!". Conquistaron Londres, luego París y luego el mundo. Pons era mucho más que un asistente, participaba en todo el proceso creativo, desde el diseño a la confección y la elección de los tejidos a las pruebas.
Su relación traspasó los límites del taller y se afianzó en una bonita amistad. McQueen llegó a comprarse una casa en Mallorca, cerca de la de Pons. Lee no le tenía miedo a las tijeras. Muchos diseñadores tienen miedo a cortar la tela pero él no, cortaba según lo que tenía en la cabeza, sus visones, sus sueños", revela. "Yo pienso mucho en él, en mis clases lo utilizo como referente y sé que el estaría orgulloso. Hablo mucho con él, conservo muchas historias que vivimos. Tengo una foto den él con mis padres aquí, en casa. Yo aprendí mucho en la Saint Martins pero aprendí mucho más de él. El mejor consejo que me dio fue: ¡no cometas el mismo error que yo. Yo quise hacerme demasiado grande y al final convertí mi sueño en una pesadilla y mi casa en una cárcel!".
Y así nace 'Muchache', una firma pequeña con una gran visión. El nombre avisa de que no hay etiquetas de género, que las prendas caben en todos los armarios. Su filosofía se entrelaza con las nuevas corrientes del textil: comercio de cercanía, sostenibilidad, poner en valor la artesanía local, revitalizar el legado cultural. "'Muchache' hace referencia a esa etapa en la que dejas de ser un chico pero no eres adulto, la pérdida de la inocencia, por eso tampoco hay talla. Y la idea que tengo es revitalizar ese trabajo que se lleva haciendo a través de tantas generaciones. Y ofrecer algo único".
Otro de los valores de la marca es la selección de tejidos. "Casi todos son naturales, con una alta sensibilidad al tacto, ligeros y transpirables", dice, y pone en valor la confección de las prendas, "ya que se realiza íntegramente en su taller o en pequeños talleres locales de manera artesanal".
Adios a la pasarela, a los focos y las luces. Adiós al front row de celebridades aferradas al móvil, adiós al exceso, el derroche y lo banal. Aquello ya pasó, al menos para Sebastián, el payés. "Rebuscando en el arcón de madera familiar encontré la camisa mallorquina de mis bisabuelas, una pieza clave en la cultura mallorquina que está en desuso. Y ella es el eje ahora de mi colección. Lleva cuello de tirilla, mucho fuelle atrás, para permitir la libertad de movimiento, cortes laterales para tener acceso a los bolsillos y un algodón que estoy rescatando de diferentes familias, un algodón orgánico, 100 % natural, que no está tratado y no se parece a nada de lo que vemos hoy".
A partir del patrón de la camisa mallorquina desarrolla otras prendas, como la túnica, la toga.. . Todas conectadas con el espíritu Mediterráneo y sus culturas, algunas tan ligadas históricamente a Mallorca. Y siempre con una paleta de tonos naturales para reforzar esa idea de estar en conexión con la naturaleza, la tierra, las tradiciones e incluso los colores de la isla.
Vive volando, literalmente hablando, entre Palma y Barcelona. Allí da clases en el Istituto Europeo di Design para formar a futuros diseñadores y modistas, a futuras estrellas de la aguja. Aunque no cree que vuelva aquella época dorada y aquel excesiva fabuloso que lograron Galliano y McQueen. "El ritmo aquel no va a volver. Era tan frenético que te quedabas seco. Eran muchas colecciones al año, dedicábamos mucho tiempo al dinero, pero no a las emociones. Ahora es distinto. Ahora toca renovar o morir, hay que adaptarse a esta nueva era, aunque todavía no sabemos cómo es. Va a ver cambios, tanto en el público a la hora de comprar como las firmas a la hora de producir. Es una pena que se haya perdido el sello 'hecho en España', su valor se ha perdido, y lo tenía como Italia y Francia".
También se ha perdido, y quizá sea normal, el exceso, la fantasía y el espectáculo. John Galliano y Alexander McQueen devolvieron el esplendor a la alta cosura. "Le quitaron ese 'tufillo' rancio, le dieron un aire nuevo", dice.
- ¿Entonces no crees que vuelvan el exceso y la fantasía a la moda?
- ¡No hay tiempo que no vuelva!, como dicen aquí en Mallorca. Yo creo que aquel exceso que vivimos a finales de los 90 y los 2000 no va a volver, no es el momento. Quizá más adelante puede ser que vuelva. Antes ser moderno era ser loco, era hacer chaquetas de siete mangas y todo muy exagerado. Ahora son otros valores, más éticos. Ahora ser moderno es predicar la sostenibilidad.
- ¿Crees que John Galliano tiene hoy el puesto que se merece en la historia de la moda?
- Me da mucha pena. Todo el mundo que ama la moda, ama a Galliano. Fue muy revolucionario, la actitud, el corte, la sastrería, en cada desfile te sorprendía... Creo que lo que pasó fue feo pero, ya pagó por lo que hizo, desde entonces se ha mantenido en un segundo plano y ya es hora de verle la cara, de que vuelva. Ha sido el referente de muchas generaciones, nos hizo soñar. !Yo me metí en moda por Galliano y Sybilla!
Pero el destino le tenía reservado algo más granede: Alexander McQueen. Sebastían es uno de los que mejor le conocieron, profesional y personalmente, y no le gustan espeiclmente algunos libros que se han escrito sobre el modista, como 'Dioses y Reyes', de Dana Thomas. Prefiere el documental 'McQueen', porque se centra en el proceso creativo de sus colecciones. "Hay una imagen de Lee que poca gente ha visto. Él no era como lo pintan, él no era ese chico malo", dice, consciente de que algún se tomará la revancha.
Por eso quiere escribir un libro. Lo hará en 2022, cuando cumpla 50 años. "No será mi biografía pero sí hablaré de mis historias y mis vivencias en el mundo de la moda. Escribir mi paso por Saint Martins, por Givenchy, por Miguel Adrover. Y sí me gustaría escribir un buen episodio sobre quién era Alexander McQueen, sobre cómo creaba las colecciones, que cada una era distinta. Yo no tengo contrato de confidencialidad y sí puedo contar mi vivencia con él, su proceso creativo y su forma de ser. Era muy gracioso, cuando estaba bien te meabas de la risa con él".
Un trabajo necesario. Su idea es huir del morbo barato y la ficción para centrarse en lo que realemente importa, en la persona que estaba detrás del genio. "Quiero contar sus principios, cómo empezó a despegar, el miedo que eso le creó. Él tenía pánico, pero era normal..., ¡tenía 27 años y estaba de diseñador de una casa de alta costura en París! Yo lo veo ahora y ... ¡Éramos unos niños!".
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Adios a la pasarela, a los focos y las luces. Adiós al front row de celebridades aferradas al móvil, adiós al exceso, el derroche y lo banal. Aquello ya pasó, al menos para Sebastián, el payés. "Rebuscando en el arcón de madera familiar encontré la camisa mallorquina de mis bisabuelas, una pieza clave en la cultura mallorquina que está en desuso. Y ella es el eje ahora de mi colección. Lleva cuello de tirilla, mucho fuelle atrás, para permitir la libertad de movimiento, cortes laterales para tener acceso a los bolsillos y un algodón que estoy rescatando de diferentes familias, un algodón orgánico, 100 % natural, que no está tratado y no se parece a nada de lo que vemos hoy".