Cultura de dieta: cuando delgado es igual a sano y exitoso
- La nutricionista Victoria Lozada desmonta las bases de la cultura de dieta y nos anima a desafiarla
- “Cuando estamos a dieta, nuestro cuerpo lo interpreta como una agresión y entra en modo supervivencia”
- Escuchar a nuestro cuerpo y aprender a comer puede liberarnos de una gran presión
[Aviso: este artículo describe conductas relacionadas con los transtornos alimentarios. Si estás padeciendo un TCA, dirígete a tu médico de cabecera y pide ayuda. No estás sola/o]
Propongo a los lectores empezar este artículo con una adivinanza: ¿qué nos rodea, nos hace sentir en control en muchas ocasiones, y como si fuéramos lo más triste y patético del universo en muchas otras?
¿Ya saben qué es? Les doy otras pistas…
Está en la televisión, en las redes, en el consultorio médico, en conversaciones familiares o mientras te tomas un café con tus amigas.
Si no saben, déjenme que les diga: es la cultura de dieta.
¿No me creen? Que levante la mano quien no haya escuchado hablar sobre la dieta de la piña, o la dieta Dukan, o la del vinagre de manzana. Y si no las has hecho tú, has escuchado sobre ellas. Puede que también hayas oído sobre pastillas para adelgazar, sobre chicas que hacen ayunos y restricciones o vomitan para adelgazar, o tal vez sobre fajas, batidos y hasta operaciones para perder peso.
Resulta que la bendita cultura de dieta ha estado presente desde que nacemos, y la hemos normalizado hasta tal punto que creemos que tenemos que ser delgadas para ser alguien en la vida.
Si en tu foto de Instagram no sales con la tableta, no eres nadie. Si no haces ayuno intermitente, tampoco. Si no te cuidas y no llevas un estilo de vida saludable, debería darte vergüenza.
Atención: no estoy diciendo de ninguna manera que no nos deberíamos cuidar, ni informarnos, ni saber sobre lo que comemos. Como dietista-nutricionista uno de mis grandes trabajos es educar a la población sobre lo que nos conviene comer, y cómo cuidar nuestra salud.
Sin embargo, hemos llegado a pensar que la delgadez es sinónimo de salud. Pensamos que estar obsesionados con las etiquetas, con lo que hay en nuestro plato, con contar calorías, con adelgazar y con no tomar grasas es salud.
Noticia de última hora: no es así. A eso se le llama ortorexia, y es una obsesión por comer saludable, a tal punto que dejas de salir con tus amigos por no saber qué van a servir en el restaurante.
Obsesión con la salud, no es salud: es obsesión. Desde afuera parece autocuidado y amor propio, pero está disfrazado, es perfeccionismo y cultura de dieta.
Les ilustro mejor con ejemplos. Tengo pacientes con “sobrepeso”, y al mismo tiempo son activas, cocinan vegetales, comen postre, meditan, y tienen unas analíticas para enmarcar.
Por otro lado, tengo pacientes delgadas que son sedentarias, no tienen idea de lo que están consumiendo, viven a base de ultraprocesados, y además no tienen buena relación con su alimentación.
A una le dicen que “tiene que adelgazar por su salud”, y a la otra le dicen que qué bien se ve, y le piden trucos para estar como ella ¿Saben a quién le dicen cada cosa? Me imagino que sí.
La cultura de dieta es eso. Delgado es igual a sano, y grande o gordo, no. Así de simple y reduccionista.
¿Por qué? Pues resulta que detrás está una gran industria. La industria de las dietas, la cual solo en Estados Unidos genera ganancias mayores a 72 mil millones de dólares.
¿Dónde podemos encontrarla? En todos lados, es como Matrix. En mi carrera está bastante presente. La he visto en entrevistas laborales, donde piden ser más delgada para contratarte. La he escuchado cuando a mis pacientes que son más gordas les aumentan la cobertura del seguro. También en publicidad en el metro, o en redes sociales donde tengo que verme de cierta forma para ser más aceptada y válida.
Entonces, ¿qué hacer? Lo primero, identificarla. Si te dicen que para tener más salud, tener éxito y ser tu mejor versión debes adelgazar, es cultura de dieta.
Otro paso es entender que el 95% de las personas que hacen dieta (restrictiva), no la pueden mantener y terminan dejándola. Lo importante (y lo que funciona) es aprender a comer, hacerlo de manera consciente y escuchar a nuestro cuerpo.
Las dietas no funcionan. Estar a dieta por más de 6 meses es básicamente imposible. No lo digo yo: según científicos nadie mantiene la misma dieta por tanto tiempo.
Pero ¿qué pasa cuando estamos a dieta? Nuestro cuerpo lo interpreta como una agresión, cree que hay pocos alimentos (como en épocas de hambruna).
Nuestro cuerpo no sabe que lo estamos haciendo para vernos como el estándar de belleza del siglo XXI. Él solo entra en modo supervivencia.
Esto al principio hace que perdamos peso, sí, pero después nos hace acumular grasa, disminuye el metabolismo, aumenta el cortisol (hormona del estrés) y otras hormonas que controlan apetito y saciedad.
Ahí vienen los problemas, porque no sabemos cuánto ni cuándo queremos comer nisi queremos repetir, e incluso dejamos de disfrutar.
Cuando esa restricción termina y dejamos la dieta, el cuerpo intenta recuperar el peso por si hay otros períodos sin comida (…u otra dieta).
Hacer dieta no sirve. Ni para perder peso, ni para tener una relación sana con nuestra alimentación; para absolutamente nada, la verdad.
Mi mayor recomendación es trabajar en aceptación, aprender a comer de forma sostenible y saber escuchar lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo.
¿Te atreves? Anímate a explorar una alimentación más intuitiva y consciente, a desafiar a la cultura de dieta y a tener la libertad de alimentarte respetando a tu cuerpo.