El guardaespaldas de Karl Lagerfeld lanza sus memorias. ¿Revela los secretos del Káiser?
- Durante veinte años, Sébastian Jondeau trabajó para Lagerfeld como chófer, guardaespaldas y chico para todo
- Es una de las siete personas que figuran en el multimillonario testamento del modista de Chanel y Fendi
- Penélope Cruz: "Karl Lagerfeld me recordaba mucho a Pedro Almodóvar"
Se llama Sébastian Jondeau. Es un gran desconocido para el gran público pero este francés está dispuesto a alcanzar la fama. Durante años fue la sombra de Karl Lagerfeld, su 'chico para todo': chófer, guardaespaldas, modelo, acompañante y, como a él le gusta decir, "guardián de la tranquilidad". A esa lista de ocupaciones ahora añade otra, la de escritor. Jondeau ha publicado sus memorias aunque muchos prefieren decir que ha sacado a relucir los trapos sucios de la vida del modista, fallecido en febrero de 2019. El libro se titula "Ça va, cher Karl?" (¿Qué tal estás, querido Karl?) y en sus páginas desvela intimidades, suculentas historias de traiciones y jugosos cotilleos de los amigos del Káiser de la moda. En los talleres de París no se habla de otra cosa aunque el impacto de esta bomba se va a notar también en EE.UU.
Uno de los que sale peor parados es el rapero Kanye West, marido de Kim Kardashian, que, según se lee, hizo todo lo posible por llamar la atención de Lagerfeld pero el alemán 'pasaba' de él y no dudó en decirle que no tenía interés en su música. "El libro es el relato de mis años junto a Karl, la construcción de nuestra relación y su florecimiento. Más que un jefe eras un amigo, un socio, un padre", dice en su cuenta de Instagram que roza los 48 000 seguidores.
Niño pobre, hombre rico
Tiene 45 años y casi la mitad los pasó pegado a Karl Largefeld. Cada mañana, durante dos décadas, empezaba para él enviando un mensaje, que es el que ha dado título al libro. Pero... ¿cómo se conocieron? Sébastien Jondeau se crió en la periferia de París y llegó a vivir como un millonario. Sus padres se separaron cuando era muy pequeño. Su padre prefirió la vida bohemia a la vida en familia y él vivió con su madre y padrastro. Tenía 24 años cuando volvió a ver a su padre pero fue en el lecho de muerte. Demasiado tarde.
Creció admirando a su madre, que falleció en 2003, y desde muy joven trabajó para llegar dinero a casa: vendedor de productos lácteos en mercados callejeros, vendedor de bocadillos en el estadio, vendedor de chatarra... Su padrastro le consiguió un puesto en la empresa de transportes y mudanzas en la que él trabajaba y fue así como conoció a Karl Lagerfeld. Tenía 15 años y años más tarde sus vidas volvieron a cruzarse.
Fue en 1998 en Biarritz, cuando Karl estaba reformando la casa que tenía allí. "Ahí me lancé y le dije que me gustaría trabajar para él". Comenzó como chófer y mensajero pero poco a poco fue ganándose la confianza del modista hasta convertirse en alguien imprescindible pues Karl apreciaba su formalidad y su profesionalidad. Protagonizó campañas de moda y llegó a diseñar una colección cápsula para la firma del alemán. "La vida con Karl me ha permitido cambiar mi vida", dice.
Lagerfeld valoraba su atractivo y su naturalidad. También su don de gentes y su simpatía. Karl solo tuvo que refinar sus modales y cambiar su forma de vestir. "Todo el mundo te adora", le dijo tras pasar un mes de vacaciones juntos en Biarritz. Pero tras la muerte de Karl la cosa cambió: "Mi riqueza era cultural y social. En los meses que siguieron su muerte, algunas personas continuaron siendo amigas: es lo mejor que me dejó Karl. Otras me dejaron", escribe.
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Jondeau fue una de las pocas personas que estuvo al tanto del cáncer que acabó con el diseñador y del declive de su salud desde 2015.
Lagerfeld le había pedido que no hubiera ceremonia tras su muerte, algo que no fue respetado. "Me incineras, coges las cenizas y vas con Carolina de Mónaco a esparcirlas en el mar desde su barco", cuenta que le dijo.
Los chicos favoritos de Karl
Una de las polémicas del libro es la forma en la que describe la relación entre Lagerfeld y sus 'chicos favoritos' y la rivalidad que hay entre ellos. El modelo Baptiste Giabiconi, que se proclamó heredero número uno, se lleva la peor parte. Le retrata como un interesado y egoísta que se "incrusta" en cualquier situación de la que pueda sacar provecho y apunta a que sentía una envidia casi enfermiza por él, debido a la estrecha relación que mantenía con el modista. "Estoy orgulloso de mi posición junto a Karl pero siento que me asocian con Baptiste y eso no lo puedo soportar", asegura. Tampoco se libran los modelos estrella de la casa Brad Kroenig y Jake Davis a los que califica de arribistas y poco generosos con el hombre que los agasajaba y que sin duda impulsó sus carreras.
La vida de Sébastian Jondeau tiene luces y sombras. Tiene problemas con Hacienda desde hace años que se agravaron tras la misteriosa desaparición del contable de Lagerfeld, Lucien Frydlender, que sigue ilocalizable y parece haber desaparecido del mapa. Jondeau acusa directamente a Frydlender de los problemas con el fisco francés y en el libro dice que días antes de la muerte de Karl Lagerfeld le compartió sus dudas sobre el trabajo que había hecho el contable.
Hoy sigue vinculado a la moda. Ha desfilado para Junya Watanabe, ha diseñado para la firma Karl Lagerfeld y ha llegado a colaborar con Fendi Adora estar en plenn forma y además del boxeo le gustan todos los deportes acuáticos, las motos, correr por el campo... Su lema es 'Soñar pero no codiciar lo inalcalzable porque puede doler si no lo logramos'.
¿Algo más que amigos?
Sobre la relación que existía entre Sébastien y Karl se ha especulado mucho. Los rumores han corrido por el backstage de los desfiles de Chanel y Fendi, por las redacciones de las revistas de moda y entre el resto del personal que trabajaba con el modista. Jondeau es una de las siete personas que, según lo publicado en prensa, figuran en el multimillonario testamento del modista.
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Su salario era de unos 3 500 euros al mes, cifra que crecía con las generosas propinas y los lujosos regalos que recibía: ropa de firmas importantes, motos, coches y un piso de 110 metros cuadrados en el centro de París, propiedad de la actriz Diane Kruger, y que Lagerfeld le compró, según cuenta, en cinco minutos. "Tras la desaparición de Karl, me doy cuenta de que ni el apartamento de la rue de Lille, ni el de la rue de Verneuil estaban a mi nombre. Yo era su inquilino", dice.
Jondeau se ve como un hijo del diseñador y aceptó la forma en la que Lagerfeld se enfrentó a la muerte, ocultando su enfermedad a casi todos sus colegas y amigos. Se nota en las últimas palabras del modista en el hospital, que recoge en el libro, de un tono ácido, amargo y mordaz, como acostumbraba a ser. "Es cuanto menos estúpido tener tres Rolls-Royce y terminar en una habitación horrible como esta".