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Café y dulces antiestrés: el fika, puro hedonismo escandinavo

  • El fika es la manera sueca de desconectar y aliviar el estrés del día
  • Bollos, galletas y café son la tríada esencial para una pausa en cualquier lugar y momento
  • Consulta nuestras recetas más dulces en el Buscador de Cocina RTVE

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Bollo de canela
Bollo de canela, un imprescindible del 'fika'

Existen verdades universales que todo habitante mediterráneo conoce: «como en el sur no se vive en ningún sitio», «aquí comemos mejor que nadie» y «somos los que más disfrutan de la vida». Al fin y al cabo hemos dado al mundo el dream team de las expresiones hedonistas: echar la siesta, la joie de vivre o el dolce far niente, y además estamos armados con un arsenal de tapas, terrazas y fiesta. Ah, y por supuesto los nórdicos son una gente alta, rubia y aburrida que conduce coches seguros e igual de aburridos. Ya lo decía Raffaella Carrà: hay que venir al sur. ¿O no?

Pepparkakor in a glass jar

Galletitas pepparkakor Quanthem

La respuesta sueca al hedonismo mediterráneo es muy sencilla: fika, como te lo diría cualquier holmiense (sí, en Estocolmo tienen uno de los gentilicios más fardones). Fika es su clave secreta para disfrutar de la vida, de lo cotidiano, del día a día. Nunca rechaces una invitación a fika.

¿Qué es el fika?

¿Pero esto es algo cochinote? ¿Es otro neologismo como sexting o tiktoker? No, es la manera sueca de hacer que todo se pare y, citando a los gurús del mindfulness (o eso), disfrutar del aquí y del ahora mediante el sencillo acto de tomar una taza de café y algún dulce (sí, también puede ser algo salado, como un smörgåss, una tostada cargada de sabor boreal). Suena conocido, ¿no? Al fin y al cabo cualquier hijo de vecino hace algo similar cuando baja al bar a media mañana a por un pincho de tortilla y una caña. Pues sí y no. Es cierto que fika comparte de algún modo ese «desconectar» que la gastronomía desenfadada consigue de manera única, pero hay algo más.

Semlor

Semlor, el primo del bollo de mantequilla bilbaíno Ibán Yarza

Puedes tomar fika o «fikar» (el concepto está tan metido en el lenguaje que sirve tanto de sustantivo como de verbo) en casa, en el trabajo, donde sea. En las oficinas se hace fikapaus en el fikarum. Ahí los tienes, desafiando al estrés y al ritmo desenfrenado de la vida actual con un bollo de canela en la mano, o con un trozo de bizcocho de cardamomo, unas galletas con mermelada de frutos rojos o un trocito de tarta de almendra.

Fika va más allá de tomar café, es un aspecto cultural de profundas repercusiones que nos descubre otra manera de sacarle una sonrisa al día a día, y de paso nos habla de una alucinante tradición dulcera. Fika es su tapeo, su pintxopote y su partida con los amigos, todo en uno, y nos cuenta mucho acerca de su cultura y forma de ver la vida.

Los nórdicos son los mayores consumidores de café

Por un lado está el café: aunque Italia o Francia sean los primeros países que te vengan a la cabeza al pensar en café, en realidad los mayores consumidores de café del planeta son los nórdicos. Y aunque por supuesto te puedes tomar un espresso o un cappuccino, lo más habitual en Suecia es el café largo. La cosa es muy seria. Las cafeteras de filtro son un icono nacional como lo puedan ser en Alemania las inmensas jarras de cerveza de los Biergarten o en Bélgica las gofreras, los mejillones y las patatas fritas.

Un calendario marcado por los bollos

Por otro lado está el aspecto dulce. Suecia es un país de zampabollos en el sentido literal de la palabra. El calendario sueco se articula en torno a los bollos: tienen un día nacional para el bollo de canela (el 4 de octubre), además del día de los bollos de azafrán de Santa Lucía (el 13 de diciembre) y ahora estamos en época de semlor, los bollos aromatizados con cardamomo y rellenos de pasta de mazapán y nata montada (se toman en época de Cuaresma).

Vainas de cardamomo

El cardamomo es una especia muy empleada en la bollería nórdica Ibán Yarza

Baste una famosa anécdota para ilustrar la importancia de los dulces en el imaginario colectivo sueco. Existe una tradición según la cual un buen anfitrión debe preparar al menos siete tipos de galletitas o pastas diferentes para agasajar a los invitados al café. El nombre de esta costumbre dio título a una de las obras esenciales de la bibliografía gastronómica sueca, el libro de dulces tradicionales Sju sorters kakors (literalmente, «Siete tipos de pastas») que se lanzó en 1945 y que, en un país de 9 millones de habitantes, lleva vendidas más de 3 millones de copias a lo largo de más de 100 ediciones. Ese es el nivel.

Hazte el sueco: saca el rodillo y la mantequilla

La elaboración casera de dulces es una constante asociada al hecho mismo del fika, ya que a menudo el cariño, el tiempo y la dedicación invertidos en preparar unos bollos van implícitos en una invitación a fika.

Resulta que las abuelas suecas ya se sabían todo el rollo este tan de moda de la lentitud y de, ejem, «lo slow™». Los exponentes más conocidos de la dulcería sueca son las galletas de especias, pepparkakor, y los bollos de canela, kanelbullar, pero la variedad es abrumadora.

Interior del bollo de canela

Un bollo de canela tras un buen mordisco Ibán Yarza

Por un lado están los tiernos bollos y los bizcochos, en los que el cardamomo y la canela son los aromas más habituales. Por otro lado están las pastas y galletitas, similares a las que los daneses se han encargado de popularizar en las famosas cajas metálicas azules (tan ubicuas como a menudo de dudosa calidad), en las que la mantequilla es la cadena de transmisión de infinitos sabores, texturas y rellenos: nueces, jengibre, nuez moscada, mermeladas, chocolate, almendra, etc. Sin olvidar que allá arriba comparten la pasión por una de las elaboraciones dulces más populares en el Mediterráneo, los skorpor, hermanos gemelos de los carquinyolis, rossegons o cantuccini: el bizcocho de frutos secos cocido dos veces hasta crear una pieza crujiente irresistible es uno de los clásicos suecos para sorpresa de cualquier glotón meridional. Tan lejos y tan cerca.

Ahora que aún nos queda un poco de invierno (y que el tema tapeo está medio complicado) es el momento ideal para dedicarse al fika: ármate de mantequilla y cardamomo, saca el rodillo y sé más sueco . Descubre al Lars y a la Ingeborg que llevas dentro.

Para saber más:
Swedish cakes and cookies (la traducción al inglés del mítico Sju sorters kakor). Skyhorse, 2008.
Fika, the Art of the Swedish Coffee Break. Anna Brones y Johanna Kindvall. Ten Speed Press, 2015