Laura Ponte: "Vendo mi armario y la mitad de mis vidas"
- La modelo y diseñadora se desprende de casi toda su ropa, calzado y complementos: "La ropa escondida está muerta"
- "Llevo consumiendo lo que ahora llamamos vintage muchos años por el valor que le daba a la costura", dice Ponte
- Carla Bruni: "La reina Letizia está haciendo un gran trabajo. Es guapísima, elegante, generosa, discreta"
Laura Ponte es una de las mujeres más elegantes del mundo y tiene ese algo mágico que convierte en especial todo lo que se pone. Adora la moda, pero huye de las tendencias de rabiosa actualidad. Tiene criterio, personalidad y estilo propio, y por eso todos los diseñadores y modistas quieren vestirla, tanto los que hacen solo ropa para mujer como los sastres que se dedican a la moda masculina. Porque Laura tiene ese aire ambiguo tan irresistible que gusta a todos. Ya lo decían Franx de Cristal y Xavi García, directores creativos de 44 Studio, firma que siempre ha apostado por el genderless. "Nuestros referentes van desde David Bowie y Tilda Swinton hasta Bimba Bosé y Laura Ponte pasando por Marilyn Manson y Miguel Bosé. Nos gustan porque han defendido siempre su imagen. ¡Han estado siempre de moda pero nunca han estado en ella!", decían a RTVE Digital.
"Yo no hablo de géneros, hablo de personas. Si miras la historia de la moda, los roles han cambiando muchísimo. Para mi no hay géneros como tal, somos cada uno con nuestra particularidad y nuestro físico", dice Laura Ponte. La modelo y empresaria tiene un fondo de armario que genera envidias, y ahora ha decidido poner a la venta casi toda su ropa. Y por varios motivos.
Llevamos tiempo contando que la moda ha movido, por fin, ficha. Esta industria es culpable de ecocidio y es preciso reducir y evitar el impacto negativo que tiene sobre el planeta. Pero el consumidor también tiene su deber: no comprar de forma compulsiva, e incluso no comprar si no hace falta. Los mensajes han calado y por eso ha crecido tanto el furor por el vintage y se ha normalizado la compra de ropa de segunda mano.
¿Para qué producir, con todo lo malo que conlleva esta acción, si ya hay de todo? Hay de todo, y bueno. Lo vemos en las tiendas que dan otra oportunidad a las prendas y ahora en la venta que Laura Ponte hace en la plataforma Best for less, que trabaja para alargar la vida de las prendas. O lo que es lo mismo, para retrasar todo lo posible su destrucción, ya que el proceso en muchos casos es altamente contaminante. "Vendo mi armario, y la mitad de mis vidas", dice, y revela el nuevo rumbo que tomó su vida hace unos años. "Eso de la búsqueda de la identidad es en la juventud... Ahora he encontrado una identidad más cómoda, nada sofisticada, más práctica para la vida que llevgo y que hago. En esta venta hay muchos años de muchas cosas. Hay mucha investigación, porque hay mucha ropa que yo compraba poque me parecía que eran piezas increíbles, a veces para transformarla".
Esta gallega de 47 años estudió Ciencias Políticas por la UNED pero tras ganar el Look of the year organizado por la agencia Elite cambió de registro. ha trabajado con los fotógrafos más importantes, desde Steven Meisel a Richard Avedon, que cayeron enamorados de su rostro. Ha desfilado para los creadores más relevantes, pues es una de las modelos españolas con una mayor proyección internacional. Valentino, Christian Lacroix, Karl Lagerfedl, Gianfranco Ferré, La Perla, Ralph Lauren o Blumarine son algunas de las firmas con las que ha trabajado y en 1996 se publicó que era la tercera modelo mejor pagada del mundo.
Su carrera en la moda no para, sigue posando y trabajando para diseñadores que le gustan, o con los que tiene una relación de amistad, como Baruc Corazón. Esta temporada la hemos visto presentando la nueva colección de Oteyza y con prendas de Palomo Spain, dos firmas masculinas que adoran su versatilidad y embrujo. Y está volcada en el diseño y confección de vestidos de novia.
"Llevo consumiendo lo que ahora llamamos vintage muchos años por el valor que le daba a la costura. Siempre he estado vinculada a la moda desde muchos ángulos, y he viajado mucho y compraba 'joyas' de artesanos y pensaba necesito que esta prenda la aprecie la gente en otro lugar. Porque siempre me ha interesado la artesanía, entendida como esa manera de hacer que había antes en la costura. Mi madre compraba vestidos de los años 20, y siempre me decía cómprate una cosa buena y no veinte trapos. Pero entiendo que de joven lo hagas, como hace mi hija. De joven buscas identidad, identidad de grupo. Pero ahora no. Cuando le gente me dice que se ha comprado una chaqueta por dos euros les digo ¡pero mira lo que hay detrás!".
Insiste en que su vida ha cambiado por completo, ahora sus necesidades se han reducido mucho. Pero también es un tema de edad, dice, y de compromiso social. "He pasado unos años en los que solo me vestía con chándal. A casa siempre ha venido gente y he dejado ropa, he regalado ropa... ¡Mi ropa ha tenido muchísimas vidas!". Y en eso está enfrascada ahora, en dar vidas, muchas, a sus vestidos, faldas, pantalones, chaquetas, bolsos y zapatos. "Lo de la ropa es un peso, la mayor parte de lo que vendo estaba en casa, pensaba utilizarlo como tejido, para no comprar más telas, pero no tengo tanto tiempo. No quería tener tareas enquistadas, pesan demasiado y para no acumular más decidí que tenía que venderlo. ¡La ropa escondida está muerta!".
Por eso quiere dar vida a sus prendas. ¿Y qué vende? Laura se desprende de 'temazos' y en la lista vemos etiquetas de muchos estilos. Desde firmas de lujo como Etro, Loewe, Stella McCartney, Prada, Dolce&Gabanna, Jean Paul Gaultier, Moschino o Yves Saint Laurent a marcas muy asequibles como H&M, Zara o Pull&Bear. Hay vestidos y camisas que cuestan 20 euros y lo más caro es un abrigo de Miguel Palacio que cuesta 1200 euros.
Ya hemos dicho que el vintage está más de moda que nunca y que la venta de ropa de segunda mano crece continuamente. Pero todavía hay gente reaccia a vender y a comprar. "Puede que haya gente que tenga pudor para vender sus cosas, porque crea que la gente pensará que necesitas dinero. Y lo mismo con la gente que no compra ropa de segunda mano porque piensa que está sucia y dice ¡vete a saber dónde ha estado". Pero esto es una rotación natural, ¡hay que hacerlo porque de lo contrario si seguimos comprando no nos va a caber nada en casa!", dice.
Para ella el punto de inflexión fue cuando conoció a Carmen Sáenz Varona, de Best For Less. Fue en el rastrillo Nuevo Futuro, con el que colabora. "Las prendas tienen su alma, su historia, y que alguien las disfrute y vaya tan feliz es...!". Tiene dos hijos y dice que son dos torres de grandes. "Uno mide 1,94 cm y la otra 1, 85 cm... ,y claro no les vale casi nada. Y he dicho, ¿¡para qué quiero todo esto!? Yo ahora solo utilizo tres o cuatro trajes, nada más. Y estas botas que llevo desde hace 20 años, porque no uso tacones, voy plana!".
Algunas de las prendas que vende resultarán familiares para mucha gente porque Laura se las ha puesto en eventos o bodas que luego han salido en prensa. "yo no me 'googleleo', pero sí hay prendas que la gente sí va a reconocer. Pero otras están sin estrenar, como esta camisa de Givenchy que me compré para una boda y luego no me puse. Hay prendas que costaron 1500 euros y se venden por 200 euros". Piezas atemporales, moda con mayúsculas, prendas que no tienen fecha de caducidad que aguantan con elegancia el paso del tiempo. "Huyo de las tendencias, odio esa palabra. Las tendencias son una herramienta de venta, ¡si siempre se ha llevado todo!", dice.
¿Qué es Best For Less?
Es una plataforma fundada en 2019 con un claro objetivo, servir de intermediarios entre los particulares que quieren vender la ropa y los clientes. "Lo que hacemos en ayudar a nuestras clientas a rentabilizar y optimizar sus armarios a la vez que les hacemos conscientes de que merece la pena alargar la vida de los productos que lo 'merecen' y las ayuda a ser más sostenibles. Por ello, toda aquella ropa que no se venda en nuestra web, queremos donarla a una ONG para que aquellas personas que no puedan permitirse la compra de este tipo prendas pueda tenerla. No buscamos tirar la ropa, sino darle una segunda oportunidad, incluso que tenga alcance a personas con un poder adquisitivo bajo. Promovemos el consumo sostenible de la moda", dice Carmen Sáenz Varona.
Algo está cambiando, algo estamos haciendo bien. Ojalá este gesto de Laura Ponte influya en otras personas y entre todos pongamos nuestro granito de arena para evitar que la moda haga un daño irreparable en el planeta.