El gran amor no correspondido de la 'nouvelle vague'
- Tercera película sobre la vida de Antoine Doinel, el personaje fetiche de François Truffaut
- Disfruta del filme esta noche en Días de Cine Clásico de La 2 a las 22.00h
Mucho antes de que Richard Linklater hiciese Boyhood, retratando la vida de su protagonista desde la infancia a la edad adulta, el cineasta François Truffaut ya había llevado aquel experimento a la gran pantalla con el famoso ciclo de películas protagonizadas por Jean-Pierre Léaud. “Dijo que necesitaba un chico pícaro y yo lo era”, dijo el jovencísimo actor cuando apenas tenía 12 años y se enfrentaba al rodaje de Los 400 golpes. Aquel fue el inicio de una vida paralela en la que Jean-Pierre Léaud se convertiría en el genuino Antoine Doinel, el personaje más conocido del cine de Truffaut, dentro de cuyas películas iría creciendo frente a las cámaras.
Una autobiografía de cine
Un actor que se interpretaba a sí mismo y, su vez, era reflejo de la personalidad del cineasta francés en una suerte de autobiografía cinematográfica. Un testimonio sincero y personal con el que Truffaut invitó a los espectadores a acompañar el crecimiento de aquel joven rebelde y curioso que se escapó de la escuela para poder ver el mar. “Ha marcado un punto y aparte en la historia del cine”, contaba hace unos años el propio Léaud. “Es un personaje excepcional porque se le sigue desde Los 400 golpes, cuando era solo un niño”, continúa.
Todas las fases de su vida son reflejadas en la gran pantalla. Desde su adolescencia en El amor a los veinte años (1962) a su incursión en la vida adulta, cuando sale del servicio militar y se incorpora a la vida civil en Besos robados (1968). Después se le ve casado en Domicilio conyugal (1970) y, al final del ciclo de películas, tratando de continuar su vida atraído por una joven en El amor en fuga (1979). "Antoine Doinel no es un hombre ambicioso, es un hombre que vive a través de sus sentimientos”, recuerda el actor que le dio vida. “Le estoy muy agradecido a Truffaut por haber creado un personaje como este que me ha acompañado a lo largo de mi vida”, confiesa el actor.
Así fue creciendo en la gran pantalla, convirtiendo a aquel niño de Los 400 golpes en un apuesto joven, igual de rebelde y que vive sus amores más apasionados en Besos Robados (1968). Una película en la que el cineasta francés sigue las tribulaciones vitales y amorosas de Antoine Doinel en su recién estrenada vida adulta y que fue, junto con la primera película de aquel “ciclo Doinel”, una de las más aclamadas por la crítica.
Una historia de amor sin cursilerías
El rotundo éxito comercial y la popularidad alcanzada por la cinta sorprendieron al propio director, y con el paso de los años se ha convertido en una de las películas de mayor grado de identificación con los signos de identidad de su obra. Con un tono ligero y de comedia, Besos Robados nos muestra a un Antoine que a sus 23 años, aún continúa siendo un joven tímido, inseguro y decididamente romántico, que prefiere expresarse en la distancia, mediante inspiradas cartas y observar atentamente a su alrededor.
Expulsado del ejercito por insubordinación, Antoine visita a su antiguo amor, Christine, que le consigue un trabajo en un hotel a través de su padre. Un empleo que aquel “joven de carácter inestable” no tarda ni un día en perder. La culpa es de un detective privado que, para compensarle por haber perdido el trabajo, le ofrece un puesto en su agencia. Así arranca una historia de amor sin cursilerías en la que Truffaut plasmó como nunca su particular mirada cinematográfica y que fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera en 1968. Una película imprescindible que podrá verse esta noche en Días de Cine Clásico de La 2 a partir de las 22.00h.