Neofobia gustativa, la aversión por los nuevos sabores
- La neofobia gustativa es la resistencia por parte de algunas personas a degustar los sabores de nuevos alimentos
- Hay mecanismos cerebrales implicados en lo que en origen es una respuesta protectora del cerebro
Probar sabores nuevos no es un asunto unánime. Esta resistencia de algunas personas a degustar alimentos desconocidos se llama neofobia gustativa, un asunto poco estudiado hasta ahora. Hay mecanismos cerebrales implicados en este comportamiento, según han descubierto investigadores de la Universidad de Granada.
En origen es una respuesta de alerta del cerebro. “La neofobia gustativa es una respuesta protectora de los animales. Estos consumen una pequeña cantidad de los alimentos no probados con anterioridad, limitan la ingesta y en el caso de que al cabo de unas horas no ocurra nada raro, comerán más cantidad”, según Juan Manuel Jiménez Ramos, catedrático del departamento de Psicobiología de la Universidad de Granada, que ha analizado en animales los mecanismos cerebrales que se esconden tras la neofobia gustativa.
Para estudiar las causas del consumo de ciertos alimentos y el proceso cerebral de cierta discriminación gustativa se emplearon animales con el sentido del gusto y el olfato muy desarrollados. Los científicos partían de la hipótesis de que la corteza perirrinal y la región insular están relacionadas con procesos de aprendizaje y memoria dentro del mismo hemisferio. Según Jiménez Ramos “quedaba estudiar la naturaleza funcional de dicha relación y ver si tenía consecuencias en la neofobia gustativa”. En el experimento de la Universidad de Granada se comprobó que una lesión bilateral en la corteza perirrinal del cerebro interrumpía la neofobia gustativa. “Los animales lesionados tomaban gran cantidad de alimentos nuevos de los que no tenían memoria. Como afirma Juan Jiménez Ramos “nuestro experimento complementa otra investigación hecha en Universidad de Illinois por Steve Reilly, en la que comprobaron que una lesión en la otra zona implicada, en la insular, también interrumpía la neofobia al igual que nos ocurrió con la zona perirrinal. Así estudiamos el cómo ambas zonas actuaban de forma conjunta como parte un mismo circuito funcional”. Los investigadores comprobaron que ambas zonas están muy interrelacionadas en la neofobia gustativa y que funcionan de forma interdependiente.
Ahora habría que investigar qué procesos psicológicos están implicado tras esta desconexión de las dos partes “podría deberse a un fallo de memoria o a un problema emocional al no reconocer el nuevo sabor, pero caben muchas posibilidades”.
El estudio, publicado en la revista Neurobiology of learning and memory es muy importante para entender determinados desórdenes de la alimentación. Aunque también en seres humanos están implicados factores socioculturales.