Nadie quiere la noche, estamos en la era del chándal
- Laguna lanza una pequeña colección de futuro incierto. "Sabemos que esta colección no va a tener respuesta"
- Las modelos con mascarillas han presentado una propuesta sencilla, de vestidos fáciles de llevar y tonos alegres
- Ágatha Ruiz de la Prada: "Siempre he sido la más barata de todos los diseñadores"
A medida que pasan las horas y avanza el calendario de la Madrid Fashion Week crece el desánimo. No son buenos tiempos para la moda, y todavía son peores para los diseñadores y modistas que se han centrado en la ceremonia, la noche y la fiesta. No hay bodas, bautizos ni comuniones, el sector llamado BBC, y tampoco hay saraos ni eventos de moda. Se canceló la gala del MET, y se extinguieron las entregas de premios, las alfombras rojas. Todo se pospone o cancela, y los vestidos se hacen viejos en el armario pero, por desgracia, no llegan a ser vintage. Porque al menos hay furor por la moda de segunda mano. Se buscan prendas de los 70, 80, 90... pero no del 2019 o 2020. También se compra vintage porque nos han dicho que hay que ser sostenibles y queremos serlo; y que compremos menos, y eso hacemos. Y todo eso es bueno para el planeta, sí, pero la moda tiene que reinventarse para poder seguir adelante: quizá deba fabricar menos, tener menos desfiles, menos temporadas...
Algunos ya lo hacen, como Pablo Erroz, que solo presenta una colección al año que engloba todas las estaciones. Otros están en ello. Pero mientras la rueda sigue girando, aunque vaya más lenta. En la segunda jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week hay cinco nombres en el calendario y los cinco hacen desfile. Ágatha deja claro que gana más dinero con las licencias y la publicidad que con la moda. Tras su desfile ha sido el turno de Hannibal Laguna, maestro de la costura, que ha presentado una colección de colores alegres que intentan esconder la tristeza, esa procesión que va por dentro. "No sabíamos cómo afrontar la colección, y tampoco cómo afrontar esta situación", dice. "Sabemos que esta colección no va a tener respuesta, pero no queríamos estar parados".
La firma ha hecho una colaboración con una empresa española de tejidos inteligentes para hacer mascarillas y a partir de ahí surgió la idea. "Hacer los vestidos a juego con esas mascarillas, en lugar de hacerlo al revés, como todo el mundo". Los vestidos de Laguna mantienen sus constantes estéticas. Flores, siluetas años 30 y cinturas años 50, transparencias, asimetrías. "Son todos muy sencillos pero hemos trabajado las formas orgánicas, como las mangas bulbo o los cuellos cisne", revela. Es la primera vez en su carrera que todos los tejidos son 'made in Spain', y Laguna destaca un devoré con hojas de palma en amarillo flúor que contrasta con la calidez de la piel, y lo mismo vemos en un damasco valenciano. Son sencillos, sí, pero llevan su sello personal.
Las flores, que son ya uno de los símbolos de la casa, también las vemos en estampados generosos y destacan las que van en negro sobre rojo. Otras en cambio son musas, y prestan sus formas y colores a blusas que en realidad son un body en tono nude decorad con estrellas. Hay faldas tubulares hasta el suelo, con un patrón 'très elegant', y vestidos asimétricos con un tejido devorado y luego estampado. Algunos llevan hasta cinco capas de tul de distinto tono bajo la falda. "Solo así se consigue el mismo tono que la piel", revela el modista, uno de los consagrados del sector de la moda y la costura españolas.
También vemos vestidos con su logo sobredimensionado que no pensaba poner a la venta. Aunque dice que están triunfando en Instagram. ¡Ay, las redes sociales!, una de las pocas tablas de salvación que tiene la moda: Son un perfecto aliado para los diseñadores, para dar a conocer su trabajo, y son un perfecto escaparate para las clientas, y una vía de escape. Ahora nadie quiere 'la noche' porque no hay eventos, pero todos desean que vuelva, y con ella la fantasía, la seducción, la magia.
Amarillos, naranja, verde, rojo... En la paleta de color se nota la mano de su hermana, Isabel. "Yo ahora solo me encargo de la costura a medida, del taller, del resto se encarga ella", dice. Por eso su lamento es más triste todavía, ya que uno de sus puntos fuertes es el sector nucpial.
Luego ha sido el turno de Custo Barcelona que lanza I am the Power, un trabajo "que mezcla moda y mensaje de autoafirmación personal para resistir y superar situaciones difíciles", dice. La propuesta se basa en pocas prendas pero Custo las versiona hasta el infinito. Sudaderas, pantalones de chándal y minivestidos saltan a la pasarela reinterpretados con distintos colores y tejidos. Las sudaderas y los jerséis rompen barreras hasta casi fundirse en una misma pieza. Los vestidos, desestructurados y rompedores, forman una silueta muy sexy y sensual.
Y los pantalones acaparan todas las miradas. En la era chandalera, Custo declina esta pieza imbatible con alegría: algunos son una evolución de los leggings ochenteros, otros revitalizan el look noventero, más tecno, y otros son mas sofisticados. Los vemos ribeteados en oro o con pasamanería, guateados, convertidos en monos muy sensuales, con hilo de lúrex, con textura de PVC... Los colores destacan por el contraste entre mate y brillo, entre liso y estampado. Vemos a Mayka Merino con un sastre de pantalón pirata en negro absoluto, opaco, limpio, poderoso. Y sí, es Custo. Y Custo, aunque sea con sudadera y pantalón de chándal, sí quiere la noche. Pero la que llega cuando se oculta el sol.