Ana Obregón vive encerrada en su casa: "Quiero vivir mi duelo dignamente y como se merece"
- "Me morí el día que se fue mi hijo, pero sé que voy a renacer", asegura la actriz, que protagoniza la portada de Vanity Fair
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Después de vivir el peor año de su vida, parece que Ana Obregón ve por fin la luz al final del túnel. La actriz y presentadora recibió ayer la mejor de las noticias, su madre pudo volver a casa tras pasar unos días ingresada en el hospital y el encuentro con su padre la emocionó hasta las lágrimas. A ella y a sus seguidores, quienes también fueron testigos de aquel momento. Este mes protagoniza la portada de la revista Vanity Fair, donde se abre en canal para hablar de su etapa más difícil. Un reportaje que ella define como "triste, mágico y esperanzador".
Ana Obregón, portada de Vanity Fair
Tras la muerte de su hijo Aless, los días se convirtieron en una cuenta atrás para Ana Obregón, quien comparte casi a diario su dolor a través de sus redes sociales. Cuando parecía que era imposible que levantara cabeza, la actriz saca fuerzas y manda un mensaje de esperanza. "Me morí el día que se fue mi hijo, pero sé que voy a renacer", afirma en la entrevista que ha concedido a la revista.
Nadie mejor que Alessandro Lequio entiende por lo que está pasando: "A él no le tengo que explicar mi dolor. Viene todas las semanas y le preparo el plato favorito de Aless: albóndigas con tomate y arroz. El otro día se comió 24. ¡24! Le dije: ‘Te vas a poner malo'”. Desde hace casi un año Ana no sale mucho de casa, prefiere estar en soledad. “No me quiero distraer con falsedades. Quiero vivir mi duelo dignamente y como se merece", asegura.
Con todo, la actriz y presentadora se niega a pedir ayuda tras haber pasado por un episodio tan traumático como es el de perder a un hijo de 27 años, se niega a pedir ayuda: "Ni psicólogo, ni pastillas, ni nada. El ejemplo de luchar por uno mismo me lo ha dado mi hijo". No se quiere medicar porque para ella, el duelo es un proceso que tiene que pasar sola y poco a poco: "El ejemplo de luchar por uno mismo me lo ha dado mi hijo. Y sé que lo voy a conseguir. Si yo empezara ahora con el vino o las pastillas, no me los quitaba nunca", asegura con firmeza.
Aunque no ha bajado la guardia en ningún momento, Ana Obregón se muestra como una persona vitalista ante el mundo. Sin embargo, la propia actriz reconoce estar en un momento muy vulnerable y para nada en su mejor momento, lo cual tiene una explicación más que notable: "Me morí el día que se fue mi hijo. Me morí", asegura.
Pese a todo, Ana Obregón dio sus campanadas más emotivas en Nochevieja de 2020 porque sabe que tiene que vivir por él, por Aless: "Mi dolor es su dolor. Él quería vivir. Amaba la vida. No voy de víctima 'ay, pobrecita', no. Me duele su dolor de no estar aquí. Fue la persona más vitalista que he visto nunca", asegura. Sobre cómo consiguió sacar la fuerza para dar las campanadas de 2020, Ana Obregón lo tiene claro: "No entro en mi clóset desde hace 11 meses. Hay días que no tengo fuerzas ni para ducharme. Hasta que di las campanadas vivía como flotando en la nada", afirma rotundamente.
Por otro lado, Ana Obregón espera a pasar su duelo, dure lo que dure y cueste lo que cueste, porque también se siente más libre que nunca: "Ahora no tengo miedo a nada", dice.Aunque con ella siempre va e irá Aless en su corazón y en su alma: "Cuando una madre pierde a un hijo, quiere saber dónde está".
Cuando Aless Lequio se marchó, Ana Obregón se quedó muda. "No podía hablar. Ni con mis íntimos amigos. Solo me comunicaba por WhatsApp", asegura. Dice que durante los tres primeros días solo quería 'irse' y no paró ni un segundo en pensar cómo hacerlo. Pero menos mal que ahí estuvo su familia para consolarla, desde sus padres hasta sus hermanas, Celia y Amalia: "Las tuve muy encima. Pasé con ellas un mes en una casa rural porque necesitaba estar apartada y en contacto con la naturaleza". Necesidad que aún perdura hasta nuestros días, ya que la presentadora se refugia ahora en el medio ambiente: "Toda la energía se coge del sol, de la tierra, te abrazas a un árbol…", asegura, por eso que la sesión de fotos de Valero Rioja para Vanity Fair le dieron la vida.
Ana Obregón y su lucha por la vida de su hijo Aless
No es que Ana Obregón haya perdido la ilusión en la vida, pero todo cambió para ella aquel día en el que comenzó su lucha y la de su hijo contra el cáncer. Aless estaba cansado de tener dolores de espalda y de que le dijeran "Que si no es nada, que si gastroenteritis, que si toma Gelocatil", y su madre tuvo un límite: "Dije: 'Se acabó. Que le hagan pruebas'", dice Ana Obregón, mientras que explica cómo su hijo se estaba muriendo del dolor. Así que fueron a la clínica Ruber y la pesadilla comenzó: "El cáncer es una enfermedad muy cruel. No se me olvidará cuando hicieron la biopsia y nos dijeron que era malo", asegura. En ese momento Aless entró en su cuarto mientras ella estaba en la cama con un cigarro: "Me dijo: 'Mami, han llamado del hospital. Es malo. Es cáncer'. Y yo contesté: 'No pasa nada, hijo'. Me acuerdo que preguntó: '¿Me voy a morir? Le respondí: 'No".
Aquel fatídico día Ana Obregón comenzó su incansable lucha por salvar la vida de su hijo. El doctor Josep Baselga, una eminencia que dirigía el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York —y fallecido recientemente—, les aconsejó que se fueran hasta aquel hospital para realizarle distintas pruebas. No lo dudó ni un segundo. Tampoco le dio por llorar: "Me dijo: 'Trae una biopsia', y en dos días organicé todo. Una madre no sé de dónde saca la adrenalina. Veía al padre, pobrecito, llorando por las esquinas. Yo no eché ni una lágrima. No podía. Tenía que salvar la vida de mi hijo", asegura emocionada.
Ana Obregón se desplazó hasta el hospital Ramón y Cajal y pidió la biopsia. Le pusieron trabas, pero nunca se dio por vencida y consiguió lo que quería. Pasó siete meses a solas con su hijo en Nueva York y no se apartó ni un momento de él: "El padre vino algunas veces porque estaba trabajando. Pero éramos él y yo. Éramos como un espejo que nos íbamos dando fuerza el uno al otro", recuerda la presentadora de aquellos duros momentos junto a su hijo.
Entonces vinieron las buenas noticias. Tras dos meses en tratamiento, le hicieron los TAC, la resonancia y dijeron que el tumor se había reducido un 90 %. Aquel momento fue pura felicidad para Ana Obregón: "Ahí me puse a llorar. Entonces mi hijo me dijo: 'Oye, mamá, no dramatices'. Cuando volvimos a España aún le quedaban cuatro meses de quimio. En febrero de 2019 hicimos todas las pruebas y estaba limpio", dice. Se produce un silencio en la entrevista y Ana, se sincera: "Ahí es cuando conocí la verdadera felicidad. Le salió pelo, venga a dejarse barba. Estaba orgulloso. Yo fui tan feliz. Joé, madre mía, qué felicidad. Fueron los ocho meses más felices de mi vida", afirma.
Desde entonces, Aless comenzó a pasar las pruebas de revisión cada tres meses: "La ITV, lo llamaba él. Y desgraciadamente en septiembre descubrieron que el cáncer había vuelto". Mientras el mundo sucumbía ante la pandemia del coronavirus, Ana Obregón sufría el derrumbe de su propia vida con la pérdida de su hijo: "Yo e la pandemia no me he enterado. Ahora la gente tiene miedo a la vacuna. Y yo pienso: '¡Madre mía!'. Que les digan a los enfermos de cáncer el veneno que les están metiendo en el cuerpo, que ni te lees los efectos secundarios".
Ana Obregón se refugia en los suyos: nada de trabajo
Lo de las campanadas en Nochevieja se lo sugirió su amiga y representante Susana Uribarri, que tardó varios meses en convencerla: "Me lo propuso a finales de agosto y pensé que sería imposible. A mediados de noviembre dije que sí. Encontré que había una forma de transformar mi dolor apoyando desde la Puerta del Sol a miles de corazones rotos por la pérdida de sus seres queridos no solo en esta pandemia, sino también por el maldito cáncer", dice la actriz. Ella ya sabía que su hijo le mandaría toda la fuerza necesaria para su mensaje tan esperanzador que lanzó a toda España: "Y así lo hice. Cuando llegué a casa, me derrumbé", asegura.
Desde entonces ha recibido ofertas de trabajo varias y hasta le han propuesto hacer una serie, pero no se ve capaz de comprometerse ahora mismo con proyectos laborales: "No he parado de trabajar, y ahora me arrepiento muchísimo de no haber estado más tiempo con mi hijo", lamenta. En los últimos días de Aless, él escribió un post que no terminó y que Ana Obregón publicó: "Decía que lo más importante era estar con la gente que quieres. Es lo único que importa a las personas que saben que se van a ir. Yo no me voy a llevar las películas, ni las series, ni las portadas. Te llevas el tiempo y el amor que has dedicado a las personas que quieres".
Cariño es lo que no le ha faltado a Ana Obregón, quien recibió todo un aluvión de llamadas, mensajes y telegramas de condolencia. Ella apenas tuvo 48 horas para procesar todo lo que esaba pasando: "Me había ido al apartamento a duchar, pero su padre me llamó y me dijo: 'Ana, ven. Ya no hay tiempo'. Con un hilo de voz, varios silencios y mucha emoción contenida, Ana Obregón recuerda las últimas horas que pasó junto a su hijo Aless: "Estuvimos 48 horas cogiéndole los dos de la mano... Me quedé abrazada a él bastantes horas. Luego se lo llevaron", dice.
Entonces comenzaron las llamadas y la lluvia de cariño hacia la presentadora. En una de esas le pasaron al teléfono con la reina emérita doña Sofía: "Me dijo mi hermana que hablé como 10 minutos con ella, pero yo no me acuerdo de nada. Antes había llamado el rey emérito, Juan Carlos I: "Ambos fueron muy cariñosos, eso sí lo recuerdo. Se lo agradeceré toda la vida", asegura.
No fueron las únicas personas por las que se sintió arropada Ana Obregón. La actriz recibió numerosas llamadas de un montón de personalidades y celebridades que acababan de conocer la noticia, entre los que figuran Tita Cervera, Esther Koplowitz, Eugenia Martínez de Irujo, los reyes Felipe y Letizia o Miguel Bosé, entre muchos otros. Y claro está, que eso es solo el principio, porque al abrir su WhatsApp todo fue aún más fuerte: "Más de 200 mensajes sin abrir", zanja.
Pero Ana Obregón no cesa en su lucha y lo que más le calma y hace con ganas es poner en marcha la Fundación Aless Lequio para la investigación del cáncer. "Es lo que quería hacer mi hijo, pero es complicadísimo", se lamenta. Ella creía que crear una fundación para ayudar es fácil, pero ha visto las complicaciones que hay para que aprueben una fundación: "El registro, los abogados, redactar los estatutos… Y pagar 30000 euros. Luego hay que esperar no sé cuántos meses". ¿El principal problema de Ana Obregón? Ella misma lo cuenta: "Ahora todo me cuesta".
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