El uso de las pantallas y la alteración de los ritmos biológicos
- David Baeza, investigador de la Universidad San Pablo CEU, explica como afecta la luz al reloj biológico
- La iluminación excesiva por la noche o las comidas fuera de horas pueden crear disfunciones en el ser humano
El abuso de las pantallas y horas de iluminación artificial es una de las causas de cronodisrupción o alteración de los ritmos biológicos y los consiguientes trastornos metabólicos y neurológicos. Fundamentalmente son los estímulos de la luz, especialmente del sol, los que permiten que haya un patrón de regularidad y sincronización en los seres vivos, y muy especialmente la puesta en marcha de nuestra maquinaria.
Aunque el núcleo supraquiasmático, el reloj biológico situado en el cerebro, es el que regula los ciclos independientemente de factores externos “señales como la salida del sol aumentan su fidelidad temporal. La expresión de varios genes y proteínas varían y se asocian a concentraciones de neurotransmisores y neuropéptidos que ponen en marcha funciones del cuerpo” explica David Baeza Moyano que junto a Roberto Alonso González Lezcano, ambos doctores de la Universidad San Pablo CEU, investigan sobre el tema.
Los ritmos metabólicos se regulan por la alternancia entre luz y oscuridad. ”Los estímulos de la luz que recibe el núcleo supraquiasmático llegan por la retina. La exposición de ésta a la luz estimula los fotoreceptores, bastones y conos, que transforman la señal lumínica en señales neuronales”, señala David Baeza.
La entrada de luz puede acelerar o demorar el reloj biológico dependiendo de cuando es recibida. “Nuestros ritmos biológicos, los ritmos circadianos, son fundamentales para la vida biológica, producen oscilaciones génicas, inciden en nuestro ADN, en las hormonas, en la variación de la insulina por ejemplo y en otras funciones de la salud física e incluso mental” . El sol, nuestra fuente de energía, ha dado forma a ritmos diferentes. Y como incide Baeza “cada día experimentamos 3 ciclos de luz que se van graduando desde la azul fría a la oscuridad total y dado el conocimiento que ya se tiene del funcionamiento de nuestro reloj biológico y los efectos que produce la luz en sus ritmos, habría que considerar con mayor atención a la iluminación que hay en nuestro entorno vital. Deberíamos seguir un patrón de regularidad, contraste y sincronización”.
Unos hábitos regulares que diferencien claramente los periodos de actividad y descanso e intenten adecuar los estímulos lumínicos a estos periodos. Así una excesiva iluminación nocturna o las comidas fuera de horas, producen una disfunción en el mecanismo de nuestro reloj biológico, una cronodisrupción, que puede alterar la marcha adecuada del cuerpo.