Alucinante: este chico ha conseguido cocinar un pollo ¡a tortazos!
- Parece una locura, pero hace años que hay gente intentando cocinar un pollo a golpes
- El youtuber Louis Weisz ha sido el primero en conseguirlo y el vídeo tiene más de 10 millones de visualizaciones
- Si quieres ver recetas con pollo, de las de toda la vida y sin golpes, hay muchas en nuestro buscador
Si, por motivos que no es necesario aclarar aquí, alguna vez alguien te ha dado un buen bofetón, habrás podido comprobar en tus propias carnes que se te ha quedado la cara calentita. Mientras que algunos de esta evidencia solo nos hemos quedado con metáforas amenazantes de salida de bar muy propias de nuestra lengua como “Tú hoy te vas a volver caliente a casa”, otros han decidido darle un aproach científico a la movida: si cocinamos con calor y las hostias calientan, ¿podemos cocinar a hostias? La respuesta corta y aburrida es “sí”, para la versión extendida y divertida sigue leyendo.
Coge el calendario y tira un par de años atrás. Febrero de 2019, estamos en Reddit, foro de los foros, donde la estupidez y la brillantez se alián como en casi ningún rincón de Internet. La gran pregunta se lanzó en el subforo “no stupid questions”: “si la energía cinética se convierte en energía térmica, ¿cómo de fuerte tengo que pegarle a un pollo para cocinarlo?”. La extraña cuestión lleva desde entonces seduciendo desde la curiosidad en las redes sociales y produciendo varios intentos (infructíferos) de cocinar un pollo a hostias.
Según IFL Science, un físico llamado Parker Ormonde hizo los cálculos y estimó que costaría unos 23.034 guantazos cocinar al pobre animal. En Twitter otro iluminado hizo esta simulación bastante desalentadora para quienes se hubieran entusiasmado con la idea de jugar a ser dioses del bofetón y cocinar un trozo de carne usando solo sus propias manos.
“Puedes cocinar un pollo abofeteándolo a 599633,5277 kilómetros por hora, una tarea humanamente imposible. Y si por lo que sea lo lograras, no cocinarías el pollo, sino que reventarías por completo su estructura causando una violenta explosión. Esta es una simulación del tortazo”.
El primero en lograr esta extraña hazaña ha sido el youtuber Louis Weisz. Y no fue a la primera. En diciembre del año pasado colgó en su canal de YouTube un vídeo titulado “¿Cuántos golpes se necesitan para cocinar un pollo?”. El experimento consiguió más de 8 millones de visitas a pesar de ser fallido. Weisz se lo curró: hizo un robot abofeteador, invirtió horas de trabajo físico y mental para que al final, en sus propias palabras, hubiera “un puto agujero donde antes hubo un pollo”.
A priori uno pensaría que esto sería suficiente para que Louis dejara correr el tema, pero viendo su canal de “ciencia”, lleno de proezas como cocinar noodles en alcohol y recrear un barco del Minecraft funcional en la vida real, uno puede darse cuenta de que Weisz es un apasionado de lo suyo (aunque en este caso el “lo suyo” sea complejo de acotar”).
Meses después, con sangre, sudor, lágrimas y, sobre todo, muchísimos golpes mecánicos, lo consiguió.
Según el medio online Sciences Studio se necesitan aproximadamente 75 °C para cocinar un pollo. A una temperatura ambiente de 20 °C, tenemos que conseguir subir 55 °C ese pollito. Weisz contactó con Modernist Culture, quienes le ofrecieron una información similar: debía lograr mantener el pollo a unos 55-60ºC durante al menos una hora para cocinarlo o, como poco, matar las bacterias con el calor. Finalmente costó 135.000 tortazos mecánicos y un total de 8 horas, pero el pollo estaba cocinado. Eso sí, en el proceso se usaron 7.500 vatios por hora de energía, el doble o el triple de lo que se usaría metiendo el pollo al horno. Ah, y todo sea dicho, confirmó que no sabía ni de cerca tan bien como un pollo cocinado de forma convencional.
El vídeo, con más de 10 millones de visitas, ha dado la vuelta a Internet. Algunos dicen que se merece su propio programa de televisión, otros comentan que se imaginan el momento dentro de 50 años en el que alguien tenga que estudiar el caso del tipo que consiguió cocinar un pollo a la perfección a golpes, otros simplemente se preguntaban… “¿Pero… por qué?”. Bueno, la respuesta a eso es obvia: la mayoría de las cosas graciosas de la vida no responden a un “¿por qué?” sino a un “¿por qué no?”.