La óptica que lleva las gafas de pueblo en pueblo
- Daniel Paniagua ha encontrado en Mayorga, su pueblo, un sector en el que emprender
- Tras cinco años en Perú, lleva el servicio por varias localidades de la comarca de Tierra de Campos
- Ha convertido una furgoneta en la que dice es la primera óptica móvil de nuestro país, te lo contamos en España Directo
Daniel Paniagua viste un par de gafas modernas. Es su tarjeta de presentación. Tras cinco años trabajando en una empresa de ambulancias en Lima (Perú), decidió enfocar su futuro con una vuelta a sus orígenes en Mayorga (Valladolid). Desempolvó lo aprendido en la universidad y acaba de montar una óptica en su pueblo de 1.500 habitantes.
En realidad, Mayorga es de esas localidades que tiene de todo: banco, tienda, médico, colegio, hasta guardería infantil. Y una vida más barata y tranquila que en la capital. “En los últimos años hemos pasado de una ciudad de 9.000.000 habitantes (Lima), a una de 300.000 (Valladolid) y a un pueblo de 1.000 habitantes”, cuenta María, su mujer. Ella está encantada con el cambio. “Es el lugar donde quiero criar a mi hija”, dice mientras le pone unas gafas de sol en miniatura a Mencía, que acaba de cumplir un año.
El local de la óptica Gafasvan huele todavía a nuevo. Daniel acabó de montarlo hace cuatro meses. ¿Cómo ha sido la respuesta de Mayorga al nuevo servicio? “Ha superado todas mis expectativas. Sabiendo que pueden encontrar cosas más baratas en Internet, vienen a la tienda y te compran, porque apoyan el emprendimiento rural”, explica Daniel. Ese emprendimiento le ha llevado también a montar “la primera óptica móvil de España”, para poder llevar las gafas y toda su luz de pueblo en pueblo.
La furgoneta, reconvertida en óptica itinerante, está aparcada a la puerta. Daniel tiene que preparar todo el material que hay que cargar. “Hay cosas que tengo por duplicado, pero hay cosas caras, como este autorefractómetro, los tengo que desmontar y llevármelo todos los días”, dice mientras lo coge a pulso gracias a unas asas que ha ingeniado con la cuerda de una persiana. Lo mete en una caja con protección y lo carga todo en la furgoneta. “El material no pesa mucho, pero es muy frágil y hay que tener mucho cuidado”, indica. En el interior, hay una vitrina con 80 monturas, fijada para que no salga rodando. Y una mesa que sube y baja. “La normativa no permite atender a los clientes en la óptica móvil, así que necesito un local en cada pueblo al que voy”, cuenta mientras enciende el motor.
De camino a Villalón (Valladolid), el paisaje verde primaveral de Tierra de Campos pasa rápido por la ventanilla. De momento, Gafasvan viaja a cuatro pueblos de la comarca, “con lo que llego a más gente y más potenciales clientes”. En realidad, por estas carreteras secundarias también lleva un servicio social. “El 95 por ciento de las personas mayores de 65 años necesita gafas”, apunta Daniel. Y sin un servicio de óptica “dejan de hacer cosas como leer o coser”.
Tras 23 kilómetros, aparece la imponente Plaza Mayor de Villalón, donde está el local que hace las veces de óptica. Daniel tiene que descargarlo todo, otra vez. Aparece Sinda, 70 años, a recoger sus gafas nuevas. “Es una gran ventaja ir a que te gradúen a la óptica en tu propio pueblo. Antes tenía que ir hasta Valladolid, a más de 70 kilómetros”, dice mientras cambia sus gafas rotas, “me las pegó mi marido”, por las nuevas.