"Cartas desde Argónida": el retrato del poeta José Manuel Caballero Bonald
- El poeta nos invita a un viaje sensorial a través de su memoria
- El documental incide en la relación del poeta con toda expresión artística
- El poeta lleva hasta las últimas consecuencias su independencia de pensamiento
- 'Imprescindibles', Esta noche en La 2
Argónida es aquel paraíso que muy de niño se le metió en el alma al poeta y novelista José Manuel Caballero Bonald cuando cruzaba el río Guadalquivir para entrar en Doñana, “un mundo ignorado y arcaico" que ya nunca pudo abandonar ni en la vida ni en la literatura.
“El poeta nos invita a un viaje sensorial a través de su memoria“
En ese territorio mítico, fuente de inspiración de su obra, pasa hoy la mayor parte de su tiempo el poeta. Desde esos paisajes de horizontes sin límites nos invita en Cartas desde Argónida a un viaje sensorial a través de su memoria, de su pensamiento y de imágenes únicas acompañadas de una selección de fragmentos de su obra concebida especialmente para esta película.
La experiencia del director del documental: "Todo es forma"
Desde el principio supe que abordar un trabajo como este no sería tarea fácil por varias razones. Para empezar es sabido que la literatura es un medio de expresión difícil de plasmar en formato audiovisual. Pero además, en mi caso, se convertía en un reto especialmente complicado pues no tenía nada que ver con ninguno de mis proyectos anteriores que siempre habían sido de índole social y política.
“Este documental ha cambiado mi percepción de todo lo relacionado con la expresión artística“
Aún así, había algo que me atraía enormemente y me lancé a la piscina sin saber muy bien adónde iba a llegar. Lo que no sabía es hasta qué punto este proyecto iba a cambiar mi percepción de casi todo lo que tiene que ver con la expresión artística, sea en el formato que sea.
“El poeta lleva hasta las últimas consecuencias su independencia de pensamiento“
Durante la fase de investigación y documentación fui descubriendo poco a poco una perspectiva del hecho artístico que inconscientemente me había negado a contemplar. Yo me había sentido atraído por Caballero Bonald debido a su pensamiento y sobre todo por su manera de expresarlo tan directa y sinceramente, por su capacidad de llevar hasta las últimas consecuencias su independencia de pensamiento.
Sin embargo su obra literaria me fue envolviendo poco a poco hasta conseguir olvidar totalmente todo lo que había escuchado tantas veces acerca de lo complicado que era como autor, lo supuestamente enrevesado de su lenguaje y en definitiva lo difícil que era abordarlo. Es cierto que en algunas de sus obras hay que hacer un esfuerzo para navegar en esa riqueza de léxico y en ese mundo tan prolijo que construye con las palabras pero siempre mereció la pena hacerlo y es que casi todos los placeres profundos requieren de algún tipo de esfuerzo.
Para un cineasta que viene de hacer un tipo de documental en el que se tiene adoración por la realidad, resulta sorprendente zambullirse en un mundo como el de Pepe. Un mundo en el que la realidad no tiene ningún valor, el valor está en la versión que uno construye de esa realidad.
“Ahora no miro ninguna obra de teatro, película, novela o cualquier hecho expresivo de la misma manera“
A partir de ahí empezó a cambiar mi perspectiva hasta llegar en algunos momentos a aborrecer muchas de las cosas que había hecho antes con la cámara. Escuchar a Pepe una y otra vez explicarlo de una forma tan contundente y dedicar tiempo a leer su obra me fue cambiando hasta tal punto que ahora no miro ninguna obra de teatro, película, novela o cualquier hecho expresivo de la misma manera.
“Todo es forma. Ahora lo sé, lo he experimentado leyendo Caballero Bonald“
La vieja dicotomía entre la forma y el contenido por fin dejaba de tener sentido. Todo es forma. Ahora lo sé, lo he experimentado leyendo Caballero Bonald. No sé que haré a partir de ahora pero sé que será diferente. En ese sentido tengo que agradecerle a Pepe la puerta que me ha abierto y el estímulo que ha significado para mi en unos momentos, por qué no decirlo, oscuros y laberínticos para quienes nos dedicamos a contar cosas con imágenes y sonidos.