Marilyn Monroe y el rodaje más desesperante de Billy Wilder
- Con faldas y a lo loco (1959) fue una de las películas más complicadas de rodar para Billy Wilder
- Una Marilyn Monroe que llegaba siempre tarde, actores malhumorados y caprichos desorbitados
- Disfruta de esta comedia eterna en Días de Cine Clásico de La 2
Jack Lemmon es uno de los actores que más ha dignificado la comedia en el mundo del cine. Por eso, cuando afirmó con rotundidad que nunca había leído un guion de una comedia que superase a Con faldas y a lo loco (1959), uno de los clásicos más famosos de Billy Wilder, inevitablemente la película se convirtió en la comedia cumbre de Hollywood. Nadie puede contradecir sus palabras. Su reparto de lujo, encabezado por la brillante Marilyn Monroe, Tony Curtis y el propio Jack Lemon, son el principal atractivo de este descacharrante filme, aunque nada hubiese sido posible sin el magistral guion que Wilder y su inseparable I.A.L.Diamond coescribieron en total plenitud de sus facultades.
Resulta paradójico, sin embargo, que todos los elementos que conquistaron al público y la crítica en la gran pantalla proviniesen de uno de los rodajes más infernales que recuerda el director. “Me pregunto a mí mismo cómo lo hice”, se preguntaba Billy Wilder hace años en una entrevista. Con faldas y a lo loco resultó ser una auténtica pesadilla en el set de grabación. Una Marilyn Monroe desconcentrada, que llegaba tarde al rodaje y exigía caprichos desmesurados; la polémica que levantó su estreno con el travestismo de Lemmon y Curtis y una mojigata sociedad estadounidense no se lo pusieron nada fácil.
La historia de este filme se basa en una comedia francesa de 1935, titulada Fanfare d’amore y que tuvo dos remakes posteriores, Fanfaren der Liebe, en 1951, y el de Billy Wilder en 1959. Una película que contaba las desventuras de dos músicos de dos músicos en paro y hambrientos que se disfrazan sucesivamente para conseguir trabajo en diferentes orquestas. Wilder aderezó el relato ambientando la trama en el Chicago de la ley seca, durante la matanza de San Valentín, una carnicería ordenada por Al Capone contra el clan de los irlandeses para arrebatarles el control del comercio ilegal de alcohol. Una contienda en la que se enredan Lemmon y Curtis, que deciden travestirse de mujeres para no ser reconocidos y poder huir de sus perseguidores.
Nominada a 6 Oscar, entre ellos mejor guion, director y actor, Con faldas y a lo loco solo ganó la estatuilla al mejor vestuario, sin embargo, sí triunfó en los Globos de Oro, donde se hizo con los premios de mejor comedia musical para Billy Wilder, mejor actriz para Marilyn Monroe y mejor actor para Jack Lemmon.
Un clásico que podrá verse esta noche en Días de Cine Clásico de La 2, a partir de las 22.00h, y de la que desgranamos algunos de los incidentes y anécdotas más destacadas en estas claves de cine.
1. Algo hacía presagiar que la cosas no irán “rodadas”
Ya desde el principio la cosa no fue bien. Wilder no estaba convencido de volver a rodar por segunda vez con la actriz. Marilyn Monroe ya le había hecho desquiciar con algunos desplantes en el rodaje de La tentación vive arriba (1955), consecuencia de los agravios que la joven sufrió durante el divorcio con su ex esposo Joe DiMaggio. Sin embargo, tal y como le aconsejó su productor, “otras podrían ofrecerte una interpretación fantástica, pero nada podrá suplantar la personalidad de Marilyn”.
Así fue como Wilder decidió contar con Monroe en Con faldas y a lo loco. Fuese porque confiaba en él o por pura desidia. La actriz firmó habiendo leído sólo un resumen de dos páginas. Posteriormente renegó de él: comentó que era otro papel de rubia tonta, justo del tipo de los que quería alejarse. Tampoco se dio cuenta de que la película era en blanco y negro hasta que no vio las tomas diarias en el rodaje. Algo por lo que también protestaría antes de que comenzase el rodaje.
2. Caprichos locos y olvidos de Marilyn
Monore interpreta a Sugar en Con faldas y a lo loco. Un nombre muy apropiado para la dulzura que desprendía su personaje, pero no para la amargura que generó en el cineasta. La actriz no pasaba por su mejor momento durante el rodaje de la película. Hay quien advirtió que padecía depresión. Llegaba a plató siempre tarde, exigía la repetición de prácticamente todas sus tomas porque muchas veces era incapaz de recordar el texto. Una de las escenas que más desespero a Wilder fue en el que la actriz debía lanzar la preguntas “¿Dónde está el bourbon?” para la que se tuvieron que rodar hasta 50 tomas.
Todos estos desmanes alargaban los días de rodaje y con ello el gasto presupuestado. Tampoco ayudó mucho al animo del set la constante presencia de su entonces marido, Arthur Miller, obsesionado en convertir a Marilyn en una figura sofisticada, frustrado por depender económicamente de ella, solía adoptar una postura paternalista con la actriz. De él Wilder llegó a decir: “Por fin he conocido a alguien más resentido con Monroe que yo”.
3. Una película inmoral (para algunos)
Estados Unidos no era, (ni es) tan moderna como parece. En los años 50, Hollywood se regía por le llamado Código Hays, un tratado cinematográfico que prohibía cualquier filme “que pudiera rebajar el nivel moral de los espectadores”. Teniendo en cuenta que Wilder había creado, en líneas muy generales, una explosiva comedia que mezclaba gánsteres, fraude, travestismo y sensualidad, Con faldas y a lo loco estaba en el punto de mira de los más conservadores.
Ahora nos parece una historia inocente y hasta ingenua, pero en aquella época fue bastante polémico ver a Lemmon y a Curtis vestidos de mujeres, además del alto contenido erótico de la película, y la multitud de referencias sexuales, misóginas e incluso vulgares de sus diálogos y situaciones. La película obtuvo una calificación C (de Condemned) por la National Legion of Decency (la antigua Catholic Legion of Decency), y fue distribuida por la United Artists sin la aprobación de los códigos censores, derivación del moralista Código Hays.
4. Curtis por Sinatra
En mitad de toda esa mojigatería, entre los muchos retos que tuvo Wilder antes de comenzar el rodaje fue encontrar a dos actores dispuestos a vestirse de mujer. Su primera opción fue Frank Sinatra. El contrato iba a sellarse en un almuerzo que Wilder cerró con el músico y actor, sin embargo, Sinatra jamás apareció. Puede que la amistad que este mantenía con DiMaggio, recientemente divorciado de Marilyn no ayudase demasiado. En todo caso, su actitud acabaría sentenciado a Sinatra, al que Wilder decidió vetar en cualquiera de sus futuras cintas.
La solución pasó por dos actores desconocido por aquel entonces: Jack Lemmon y Tony Curtis, que aceptaron la propuesta porque venía avalada por uno de los grandes directores del momento. De hecho, Lemmon acabó cogiendo gusto a eso de ir vestido de mujer y se paseaba por el rodaje sin quitarse el vestido ni la peluca y saludando a todo el equipo técnico con femenina coquetería. Algo peor llevaban lo de ir subidos a sus tacones.