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Atlas de lo pequeño

Las sillas con alma de Castejón del Campo luchan contra la despoblación

  • Ana Sanz vive sola con su marido en un pueblo que clama por seguir latiendo
  • Busca recopilar 243 sillas, una por cada kilómetro que la separa del Congreso de los Diputados
  • Piden medidas y servicios que permitan asentar la población en el medio rural. Nos lo cuenta en España Directo

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España Directo - Una silla solidaria para la España vaciada

A Castejón del Campo (Soria) se llega por una carretera secundaria que termina en línea recta, marcando un punto de fuga de un pueblo en el que ahora solo viven dos personas. Ana Sanz y su marido han visto, en el correr del tiempo, cómo Castejón se vaciaba: el goteo de puertas que se cerraban, algunas para no abrir más, y el abandono de las casas que al final se acabaron cayendo.

Una bella metáfora

En la primavera templada de hace dos años, en un paseo solitario, Ana se paró frente a unas ruinas. “Quedó al descubierto cómo una familia que, por motivos laborales o personales tuvo que irse, dejaron la casa tal cual, puesta la mesa, y aparecieron estas dos sillitas”. Cuando las encontró estaban raídas por el tiempo. Mantienen la solera, pero desde 2019 son Sillas Solidarias, sillas con mensaje impreso en el asiento que luchan contra la despoblación, una bella metáfora para quedarse en el pueblo. El de la silla verde es una declaración machadiana de intenciones: caminante no hay camino se hace camino al andar. La silla coral tiene un mensaje muy bonito de Elvira: “Ama a tus padres, trátalos con respeto, con cariño, con amor, porque nunca conocerás todo su valor hasta que todo lo que te queda de ellos sea su silla vacía”.

Sillas contra la despoblación
Sillas contra la despoblación

 Laura García Rojas

Recuerdos plasmados contra la despoblación

Por una silla pasa también toda la vida de un pueblo. “En esta calle salían a sentarse al sol, y a la fresca, a compartir historias, a tocar la bandurria. A la patrona del pueblo la sentabas en una silla para cuando no había andas. Es un elemento de transmisión que hace sentir que tiene alma”, cuenta Ana mientras muestra las fotografías antiguas, rostros en blanco y negro como el de la madre sentada en una silla que presenta a su bebé en sociedad.

Sillas contra la despoblación
Sillas contra la despoblación

 Laura García Rojas

Como canto a esa vida en el campo, empezaron a llegar sillas de “aquellas personas y asociaciones que sienten arraigo por su pueblo”, cuenta Ana. Y el proyecto, que nació en un precioso micromundo, se ha hecho grande. Sara Pérez, miembro de la Asociación Cultural de Trébago (o Trévago, 30 habitantes), ha vuelto a su pueblo con la jubilación, tras una vida en Zaragoza.

Ahora, se entrega a la lucha contra la despoblación. Suma una nueva silla, pintada de “color verde esperanza”. “Me la regaló una amiga. Era idéntica a las que tenía mi abuelo aquí, que tenía un café y salón de baile en Trébago”. Esta silla no baila pero busca vecinos: “No queremos un futuro a cualquier precio. Queremos un futuro con un desarrollo sostenible”. Piden transporte, sanidad, internet… “No hay viviendas prácticamente para alquilar o rehabilitar y así asentar la población”, reivindica.

Sillas contra la despoblación
Sillas contra la despoblación

 Laura García Rojas

A la comarca del Campo de Gómara han llegado también sillas de la ciudad. Gloria Rubio, jefa de estudios de la Escuela de Artes y Diseño de Soria, ha traído una roja que termina de tunear a los pies de la iglesia. “Hemos cogido los recursos estilísticos de un alumno de la escuela, de Hugo Muñoz”. Son vinilos con forma de estrellas, sol y nubes.

La silla con mucho arte se suma a las casi 200 que Ana ya ha recopilado en Castejón. Proceden de 52 pueblos, seis ciudades (Madrid, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Málaga), cuatro asociaciones y 15 empresas. “La idea es llegar hasta las 243 sillas, una por cada kilómetro que nos separa de Madrid. Y luego llevarlas al Congreso”. Para alzar la voz, para que el corazón de los pueblos siga latiendo.