Los mejores momentos del capítulo 4: Leonardo da Vinci conoce a Salaí
- El duque de Milán encarga a Leonardo una estatua y el artista contrata como aprendiz al joven Salaí
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Después de triunfar en Milán con la escenografía de una obra de teatro, y de deslumbrar en el taller de Verrocchio, Leonardo Da Vinci tiene otro gran reto por delante: construir una estatua ecuestre para el duque de Milán. Para ello, Ludovico Sforza pondrá a cargo del personaje interpretado por Aidan Turner un taller. Por otro lado, Caterina sigue en Milán y se convierte en la concubina del regente, a la vez que la corte conspira para asesinar a Gian Galeazzo. Mientras, Stefano Giraldi sigue con sus investigaciones e interroga a Giacomo, el papel de Carlos Cuevas. ¿Quieres saber qué más ha pasado? ¡No te pierdas los mejores momentos del capítulo 4 de Leonardo!
Una estatua para el duque de Milán
Ludovico Sforza tiene un nuevo trabajo para Leonardo, un encargo que mostrará sus genialidades como artista e ingeniero. Se trata de una escultura en honor a su padre. Para ello, le pone un taller y una residencia en Milán, donde de inmediato, Da Vinci se pone a dibujar. La idea que ha tenido, puede llevarle a la gloria: "Haremos un modelo de madera y barro, para luego fundirlo en bronce".
Él, Tomasso que le acompañó a la ciudad milanesa, y con la llegada de Julio y Marco, consiguen montar la estatua, aunque ve un error y con unos arreglos consigue hacerla aún más heroica. Vuelta a empezar para terminarlo y enseñárselo al Moro.
En cambio, cuando se la muestran a Ludovico, esta no es del gusto del aristócrata italiano, pues le parece muy pequeña. Leonardo consigue convencerle: "Esta versión solo es un modelo. La estatua real será ocho veces más grande que esta. Un caballo convierte al hombre en gigante, y la fundición hará falta que sea gigante también, la más grande que se haya construido nunca". Unas palabras con las que el duque le dio una segunda oportunidad.
Giacomo, de modelo a aprendiz
Para la construcción de la estatua, Leonardo necesita un modelo, y este es Giacomo, un joven que vive en la calle y que conecta enseguida con el artista. Tanto, que le ofrece quedarse a dormir en el taller para continuar posando al día siguiente.
Pero cuando Leonardo despierta, descubre que Giacomo se ha llevado todos sus materiales y dibujos. Tanto él como Tomasso recorren la ciudad en busca del joven, hasta que Da Vinci le encuentra. El modelo ha vendido el papel, pero tiene una proposición para el artista: trabajar para él. A pesar de todo, Leonardo le acepta en su taller.
El joven se ve que tiene interés, e incluso ayuda a Leonardo para que entendiera el cuerpo de los caballos. Él tiene un objetivo: ser primer aprendiz de Da Vinci. ¿Lo conseguirá?
Caterina, la nueva concubina del duque
Bernardo Bermo ha decidido volver a Venecia, pero solo, dejando atrás a la pobre Caterina. Acostumbrada ya a los lujos, habla con la duquesa para permanecer en la Corte a su servicio. Ella acepta, y cuando preguntan al duque también. Lo que no esperaban ninguna de las dos es que se convertiría en la concubina de Ludovico.
Angustiada por tener que cenar a solas con él, Caterina acude a Leonardo para pedirle consejo, pero él está demasiado ocupado con la estatua, lo que provoca una nueva discusión entre ellos. Finalmente, la de Cremona accede a satisfacer los deseos de Ludovico Sforza: "En realidad no hay elección".
El asesinato de Gian Galeazzo
Ludovico Sforza empieza a tener enemigos en Milán como regente del ducado. Su sobrino, Gian Galeazzo, está a punto de cumplir la mayoría de edad, y el pueblo le quiere, pero por su imagen débil y enfermiza, el ducado puede hundirse si cae en su poder. Por eso, Sanseverino le sugiere acabar con el niño, pero el duque no está de acuerdo: "Si algo malo le aconteciera, jamás sería con su aprobación".
A pesar de estas palabras, el cortesano actúa por su cuenta, y empieza a envenenar a Gian Galeazzo, hasta el punto de que el joven pierde la vista durante una clase con Leonardo. El artista y Caterina se dan cuenta de todo lo que está sucediendo en el Palacio y deciden ayudarle, pero cuando Da Vinci va a socorrer al joven ya no hay marcha atrás: está muerto.
Caterina y Leonardo vuelven a separarse
Después de lo ocurrido con Gian Galeazzo, Caterina y Leonardo saben que no están seguros en Milán, por eso, la florentina decide marchase a su ciudad natal. En cambio, Da Vinci no puede, pues allí no sería nadie y con el duque puede serlo todo. "¿Quién soy si no soy un artista?", le dice. La decisión de continuar trabajando para Ludovico hace que los dos amigos vuelvan a discutir y se separen: "La ambición ha destruído al hombre que amaba", le reprocha la de Cremona antes de partir.
¿Volverán a encontrarse? ¡No te pierdas el próximo jueves un nuevo episodio de Leonardo!