¿Puede el ser humano acelerar o retrasar la desertificación?
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- Hace más de 6.000 años el Sáhara era un vergel donde existían lagos y habitaban animales como cocodrilos o elefantes
- La existencia de un Sáhara verde es normal y responde a cambios orbitales y cíclicos de la Tierra
- Pero, ¿tuvo algo que ver el ser humano? Nos lo cuenta la meteoróloga Isabel Moreno en Aquí la Tierra
La desertificación no es lo mismo que la desertización. Mientras que la segunda hace referencia a un proceso natural por el que una zona va convirtiéndose en desértica (por ejemplo, por cambios en el clima), la primera lleva implícita la acción del ser humano. La lucha contra esta degradación es algo importante y tiene su propio día mundial, el 17 de junio, cuando se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
De todas formas, hay ocasiones donde los factores climáticos y antropogénicos pueden dar un resultado curioso, como pudo haber pasado en el caso del Sáhara hace unos 5.500 años.
Un Sáhara verde
Sí, estáis leyendo bien. Lo que ahora es el desierto cálido más extenso del planeta, hace más de 6.000 años era un vergel donde existían lagos y habitaban animales como cocodrilos o elefantes. En ese momento se estaba atravesando un periodo conocido como “Periodo Húmedo Africano” que comenzó hace unos 14.700 años y terminó hace unos 5.500.
La existencia de un Sáhara verde es normal y responde a cambios orbitales y cíclicos de la Tierra. Estos cambios alteran las zonas donde incide más el Sol y su cantidad, provocando cambios en el clima global.
Con todo esto, si estáis pensando en si en un futuro el Sáhara podrá volver a ser verde, la respuesta es que sí, que la vegetación podría volver a cubrir esta zona del planeta… pero eso, si ocurre, será dentro de unos cuantos miles de años y seguro que ninguno de nosotros estaremos aquí para verlo.
Así que volvamos a lo que ocurrió en el pasado, a hace 5.500 años, cuando el Sáhara empezó a convertirse en el desierto que conocemos hoy en día. Fue un cambio relativamente rápido, aunque en algunos lugares concretos se produjo de forma más gradual, pudiendo ser la vegetación responsable en parte de ello, por las retroalimentaciones con el clima regional.
En cualquier caso, la degradación del Sáhara terminó siendo inevitable y, si bien los cambios orbitales de la Tierra tuvieron una influencia determinante, se especula que las actividades del ser humano en la zona también pudieron jugar un papel relevante en este efecto.
El ser humano altera el suelo
Como hemos comentado al principio, además de los cambios climáticos que afectan a los patrones de lluvias y temperatura de algunas zonas, el ser humano también altera el suelo con sus actividades. Por ejemplo, a través de la agricultura o el pastoreo.
En ocasiones, estas actividades pueden acelerar la degradación del suelo. Imaginemos una zona que está siendo afectada por falta de precipitación. Si a ese suelo se le sigue exigiendo productividad, se reduce su capacidad de adaptarse, también su biodiversidad, habría que hacer más esfuerzos para sacarle rendimiento, reduciendo su capacidad de adaptarse… y entraría en un círculo vicioso que aceleraría la degradación de la zona.
Precisamente, una teoría muy arraigada en algunos sectores apunta a que la desertización del Sáhara hace 5.500 años se vio acelerada por las acciones del ser humano en la zona. Sin embargo, un estudio publicado en 2018 apuntaba hacia lo contrario: las actividades del ser humano en la zona tal vez no habían fomentado este proceso e, incluso, la adaptación hacia un pastoreo más sostenible podía haber llegado a retrasar la degradación en unos 500 años.
Unas actividades sostenibles, pueden ayudar a mantener la vegetación de la zona, aumentando la resiliencia del ecosistema y reduciendo o retrasando la degradación del suelo. En cualquier caso, es importante señalar que no podemos asegurar que esto fuera lo que pasase hace miles de años. Es necesaria más investigación para determinar si efectivamente el ser humano ayudo a la llegada del Sáhara tal como lo conocemos ahora, la retrasó o, tal vez, no tuvo ninguna influencia y sólo influyó aquel cambio climático natural.
Nuestras actividades en la actualidad
El debate sobre qué papel jugó exactamente el pastoreo en esta región, si aceleró o retrasó la aridificación, se está produciendo en un contexto completamente diferente. Por un lado, tenemos cambios en las regiones áridas y húmedas como consecuencia de un cambio climático que es de origen antropogénico, no natural. Por otro, está la desertificación fruto de nuestras actividades. Actualmente nuestra especie ha transformado en torno al 75% del suelo del planeta no cubierto por hielo para satisfacer la demanda de alimentos, de materias primas… Se calcula que la degradación de la tierra disminuye el bienestar de unos 3.200 millones de personas y, además, los cambios en los usos del suelo están detrás de la emergencia de enfermedades infecciosas.
Sin embargo, el resultado del estudio que hemos comentado antes podría tener una connotación muy importante: las actividades sostenibles del ser humano también pueden convertirse en parte de la solución. Es necesario transformar los usos de suelo para mejorar su salud. No sólo para no degradar el terreno, sino para evitarlo.
Si te has perdido la entrevista con Isabel Moreno, ¡échale un vistazo!
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