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Carmen Rigalt: "He tratado de buscar por Facebook a muchas de las que estudiaron conmigo"

  • La periodista ha presentado su libro 'Noticia de mi vida'
  • Habla de sus primeros recuerdos hasta el despido de 'El Mundo'

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Las mañanas de RNE con Pepa Fernández - Carmen Rigalt publica 'Noticia de mi vida'

La periodista Carmen Rigalt ha compilado parte de sus memorias en el libro Noticia de mi vida: “El pasado son los recuerdos y me han quedado todavía y a todos se nos quedan recuerdos en el tintero”. Se pueden leer desde sus primeros recuerdos de infancia hasta el despido del periódico El Mundo tras 30 años de oficio: “Nunca han tenido [corazón], para eso son empresas. El recuerdo de este último lo tengo muy nítido como el primero, incluso los primeros son los que más se recuerdan”, ha señalado en De pe a pa.

Sobre el punto final en la cabecera de Unidad Editorial: “No es tan antigua, es de anteayer o de ayer, por su intensidad, pues se recordará. Es que en ese momento estaba el director así como tumbado en un ‘butaquica’ [comiendo cacahuetes], yo no me acuerdo de eso pero como lo escribí, me lo ha recordado. Luego me dijo ‘que tengo prisa’ y digo ‘no se hable más, vete hablar con sus empresarios’. Todavía estoy esperando que me digan adiós”.

El infarto

La Nochevieja de 2019 sufrió un infarto: “En aquel momento no me enteré que era un infarto hasta que no llegué al hospital. Me hicieron las pruebas. Yo estaba más expectante de los borrachos que llegaban, porque era una noche que llegaban todos al hospital haciendo curvas y yo estaba allí esperando a que me hicieran las pruebas. Allí ya me quedé esa semana”.

Una educación espartana

“Hay cosas que te las meten en la cabeza y luego otras que no te las dicen. Entre lo que no te dicen y lo que te dicen mal, te haces un lío tremendo”. Así se ha referido a lo que cuenta en libro sobre su inocencia cuando nadie le explicó cómo era un parto o cuando le dijeron que si se lavaba con las mismas toallas que los chicos, se podía quedar embarazada.

Ha reconocido que le gusta que le quieran, aunque “siempre he sido muy pudorosa. Tuve una educación así como espartana y de pocos besos, abrazos y de pocos decir ‘te quiero’. Supongo que no era la única, mi generación hubo mucha gente que fue educada así. Eso es una forma de no dejarse querer. No te enseñan a querer”.

Aprendió a leer y escribir gracias a unas tías que tenía que eran maestras: “Era una niña resabiada que supo escribir y leer muy pronto”. Las mismas que alejadas de su sobrina comentaban que sería periodista en un futuro: “Llegó el momento. Escribí a Navarra pidiendo información de los exámenes de ingreso que hacía para entrar. Estaba yo con otra gente que quería lo mismo que yo. Llegué jovencita y torpe”.

Ser periodista

Rigalt escuchó una vez en boca de unas modelos que su profesión tenía que ser muy dura “porque se daban codazos por estar en la primera fila”. Ella pensó “como los periodistas”. Empezó en un periódico de Marbella: “Desde el principio de los tiempos ha tenido vocación veraniega. Llegaba mucha gente en verano, gente muy importante. Tenía esa vocación de lujo y esplendor. De allí salté al Diario Pueblo”, ha recordado.

Un oficio que en sus inicios era muy machista: “Nos mandaban hacer los desfiles de modelos”. En el libro recuerda una experiencia desagradable con uno de sus entrevistados, pero prefiere no dar el nombre: “No está vivo. Era muy importante. Suposo para mí una gran decepción. Uno no puede defenderse y pasó hace muchos años. Esto les pasó a muchas”.

Sin amigos en la distancia y el procés

Lamenta que “por la movilidad geográfica que tenga uno”, haya mucha gente que “no vuelves a ver porque no está contigo. No sabes ni siquiera donde está. He tratado de buscar por Facebook a muchas de las que estudiaron conmigo no periodismo, pero que estaban conmigo en Pamplona en el Colegio Mayor y no las he encontrado”

También se ha referido al distanciamiento de los amigos por el Procés y ha señalado que en política “no funciona nada. Afortunadamente aquello ha durado pocos años. Digo afortunadamente porque por política no vale la pena perder una pizca de amigo. Se han perdido muchos”, ha concluido.