'El color como forma' y 'Toledo ve': Casa de México recupera para Madrid la memoria del artista Francisco Toledo
- Artista socialmente comprometido e interesado por la conservación del patrimonio artístico mexicano y la protección del medio ambiente
- Pintura, dibujo, grabado, escultura, cerámica o diseño, junto a la utilización de gran variedad de materiales, vertebran su práctica artística
- ‘Francisco Toledo. El color como forma’ y ‘Toledo ve’, en Casa de México (Madrid) hasta el 19 de septiembre
La Casa de México recupera para Madrid la memoria de Francisco Toledo (Juchitán, Méjico, 1940 – 2019), mito contemporáneo popular del país azteca que sigue siendo insuficientemente conocido en el nuestro.
La muestra se compone de dos exposiciones simultáneas, de valor artístico profundamente diferente, que permanecerán a disposición del público de manera gratuita hasta el 19 de septiembre de 2021.
La proposición que ofrece la Casa de México en Madrid abre boca con una interesante representación de la versatilidad pictórica del genial artista, denominada ‘El color como forma’, pero explota en múltiples direcciones, ampliando nuestra visión sobre su arte y figura, al entrar en la exposición ‘Toledo Ve’, que se constituye como plato fuerte de la oferta.
Se trata de una ambiciosa propuesta que ocupa un espacio de más de 700 m2 en la que se plantea un recorrido por una colección de más de 600 artículos y obras que son reflejo aproximado y veraz de la versatilidad y genio de Francisco Toledo. Además, aporta como detalle importante la peculiaridad de ser la última exposición comisariada por el propio autor, lo que, de alguna manera, nos pone en contacto directo con la mano del artista durante el recorrido.
De México a Francia en busca de referentes
Francisco Toledo caminó libremente por el mundo a lo largo de su vida, pero llegó mucho más lejos explorando los caminos del arte. Vivió y se formó en diferentes lugares de su país de origen (Juchitán, Oaxaca, México D.F.), pero no se privó de dar el salto a Europa en cuanto reunió sus primeros recursos, en pos de aportaciones y visiones más vanguardistas. En París conoció a Octavio Paz, por entonces consejero cultural de la embajada de Méjico en Francia y, sobre todo, al pintor Rufino Tamayo. Del acreditado artista mejicano recogió su legado más íntimo y finalmente, incluso, sus herramientas de trabajo personales. De la mano de ambos anfitriones de lujo pudo entrar y establecer contacto con el ambiente artístico parisino y evolucionar en él. Fue absorbiendo referencias múltiples, siempre atento a transformarlas según su personalísimo filtro íntimo. Conoció a Picasso, Paul Klee y Jean Dubuffet. Descubrió y se interesó por el arte polinesio y australiano más primitivo, en sus visitas al Museo del Hombre.
Toledo profundizó en su búsqueda de conocimiento recopilando también influencias de otros como Antonio Saura y Antoni Tàpies, de cuya técnica de pintura matérica acabó incorporando la utilización de texturas y materiales diversos en sus trabajos que, a la postre, conformarían la más sólida base de su personalidad artística. De la mano de Tàpies, acabó recalando durante unos meses en Barcelona, donde dedicó un tiempo a trabajar el grabado en una editorial.
Toledo ve. Multiplicidad de materiales y formas
Francisco Toledo no apreció límites ni fronteras en cuanto a materiales, técnicas u objetos que pudieran tomar nueva forma en sus manos y, de vuelta a su país cuatro años después, se sumergió en lo más hondo de la tradición zapoteca, su cultura de origen. Exploró con su arte la joyería, los textiles, el cuero, los metales, las cerámicas, la creación de herramientas y máquinas, la madera, la fotografía y hasta las radiografías para dejar en ellas la huella de su genio volcánico, mientras desplegaba una actividad febril en su entorno, imprimiendo impulso y vitalidad a multitud de proyectos.
Resulta digna de atención en esta exposición su muestra de radiografías, por ejemplo, para las que no dudó de ofrecer su propio cuerpo, sobre el que colocó e impresionó herramientas y objetos propios del sometimiento a los esclavos, todos reales, que se pueden ver en la vitrina de al lado en una muestra explicativa, que a la par, sirve de denuncia de las múltiples formas de maltrato aplicadas en su tiempo por los negreros. Posteriormente esas mismas placas son intervenidas artísticamente por el autor para dar forma completa a su discurso. E incluso, en otra vuelta de tuerca más, las acaba convirtiendo en fotografías, lo que introduce un último giro expresivo en tanto que las texturas se vuelven a ver modificadas.
También son apasionantes las muestras de diseños textiles, para tapices, manteles, incluso ropa, con un toque personal a veces sutilmente humorístico (calcetines, por ejemplo, o el remedo de una prenda de Lacoste) sin abandonar nunca elementos icónicos de su obra, como la omnipresente figura icónica del mono o los motivos aztecas.
Y no se olvidó de los niños, construyendo todo un universo que en la exposición ‘Toledo Ve’ merece una sala entera altamente vistosa, llena de juegos y objetos dedicados a los menores con todo el entusiasmo. La misma sala sobre la que pisaremos un espléndido muestrario de baldosas diseñadas por el artista.
Francisco Toledo. La dimensión social
Para comprender más profundamente a Francisco Toledo y la dimensión de su preocupación social anotamos los dos proyectos que toman forma en las últimas salas de la exposición ‘Toledo Ve’ de Casa de México en Madrid y que muestran, de manera explícita, su personalidad más comprometida.
En lugar muy destacado, bajo el techo de la antesala previa a la salida, pero con aspiración de buscar el cielo como espacio natural, una sobrecogedora muestra de la invocación poética que Francisco Toledo dedicó a los espíritus de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en el año 2014. Un suceso que convulsionó Méjico y horrorizó al mundo y de cuyos cuerpos, a día de hoy, no se ha vuelto a saber. Dos meses después del trágico suceso, Francisco Toledo realizó un acto poético imprimiendo los rostros y nombres de los 43 desaparecidos en una serie de “papalotes” (pequeñas cometas que sirven para invocar a los espíritus perdidos y ofrecerles una conexión con los allegados para la vuelta a la tierra, en la fiesta del Día de los Muertos) bajo el precepto de buscar a los espíritus en el cielo, ya que sobre la Tierra sus cuerpos no aparecían. Una poética y expresiva forma, también, de protestar y de pedir explicaciones a las tramas más oscuras del poder.
La muestra que cierra la exposición tiene que ver con la lucha contra la imposición comercial en todo el mundo de las semillas transgénicas. Los diseños de los carteles y objetos que dieron cuerpo a dicha campaña son expresión artística y gráfica, tanto de su capacidad para agitar conciencias como de su versatilidad como creador propagandista, en una iniciativa que adquiere tintes de verdadera campaña publicitaria.
Por expreso deseo del artista, la exposición ‘Toledo Ve’ no ofrece ningún tipo de información explicativa junto a cada una de las obras, como suele ser habitual en otras muestras. Casa de México ofrece unas interesantes visitas guiadas que enriquecen la muestra notablemente. Es necesario reservar.
Para completar este acercamiento a la vida y obra de Francisco Toledo, Casa de México ofrece un ciclo de actividades gratuitas entre julio y septiembre que incluye el ciclo documental Francisco Toledo: Retratos, con la proyección de El informe Toledo (Albino Álvarez, 2009), Un mundo sin Toledo (Gabriel Santander, 2021) y Creadores eméritos. Francisco Toledo (1999), entrevista al pintor oaxaqueño por parte del escritor y crítico de arte Alberto Ruy Sánchez.