Ni enfant ni terrible, descubre al nuevo Jean Paul Gaultier
- Chitose Abe, directora creativa de la firma Sacai, deconstruye y reinventa las piezas icónicas del diseñador francés
- Guiños al corsé, los vaqueros o su camiseta marinera de los años 80, que es la prenda más buscada esta temporada
Gaultier dijo adiós a la pasarela, pero la fiesta no termina: la Paris Fashion Week atiende por fin al regreso del diseñador y a su colaboración más esperada, un proyecto que debía haberse presentado el año pasado y que no pudimos ver por culpa de la pandemia. Jean-Paul Gaultier, el diseñador que revolucionó la moda francesa en los años 80, había anunciado que abandonaba el prêt-à-porter para centrarse en las colecciones de alta costura. Y en 2020 anunciaba que se retiraba, al menos en la medida en que no volveríamos a ver un desfile al uso de su firma: "Cada temporada invitaré a un diseñador para que interprete los códigos de la casa y estoy muy emocionado", decía.
Pero un año imprevisible alteraba sus planes, y el maestro volvía puntualmente al prêt-à-porter para rendir tributo a la diversidad y poner su nombre, su aguja y sus señas de identidad al servicio de "una generación de nuevos diseñadores talentosos" que merecen visibilidad: Palomo Spain llevó su irreverente aguja y sus pantalones 'picantes' a la mansión Jean Paul Gaultier, que contó con otros nombres como Martin M'Toumo, Nicola Lecourt Mansion, Alan Crocetti y Ottolinger para estas colaboraciones destinadas a la venta en internet.
Ahora, la pasarela de la Paris Fashion Week recibe la primera interpretación de sus piezas de alta costura por una diseñadora ajena a la casa. Una idea con la que el diseñador ya había tratado de experimentar en los años 80 en la firma Patou, y que fue rechazada por parecer "demasiado costosa" a los directivos de la casa. Hace los honores la japonesa Chitose Abe, modista de la firma Sacai, que presenta una colaboración en la que las raíces y las prendas icónicas de Jean-Paul Gaultier se encuentran su pasión por la moda deconstruída.
En sus manos, una gabardina se convierta en un sugerente vestido con corsé, y de un traje con raya diplomática o pinstripe nacen toda clase de construcciones: vestidos, plumas o faldas con complicadas geometrías y una elegancia inconformista.
Los vaqueros, los jerseis marineros o el corsé que popularizó Madonnapasan a formar parte de un ciclo de prendas donde la transformación es constante. Para la confección de la colección, Gaultier le dia a Abe acceso asus archivos y a su equipo de costura, pero no quiso inmiscuirse en la parte creativa, dejando a su servicio todas sus obsesiones y sus creaciones más icónicas. La modista experimenta con la sastrería, los vestidos saco o los corsés confeccionados a base de diferentes telas.
La corsetería, la lencería de los años 40 y el cuerpo de la mujer han sido siempre, junto con París, las principales fuentes de inspiración de Jean Paul Gaultier, que en menos de cinco años diseñó las piezas que serían más celebradas por la posteridad: en 1983 lanzaba la camiseta de rayas marineras que tomaba prestada de Chanel, y que años después convertiría en vestido para que Carolina de Mónaco asistiese al famoso Baile de la Rosa. Chitose Abe toma esta prenda fetiche, infinitamente versionada, y vuelve a darles forma de vestido: confeccionada en organza y con cola, la termina en un "kilt" de tartán, la tipica falda escocesa. Otro guiño a Gaultier, que en 1985 apostaba por la falda para hombre y siempre la ha mantenido en sus colecciones masculinas.
Códigos de todas las culturas se mezclan en el universo creativo de Gaultier, y en la colección de Chitose Abe cobra especial presencia la tradición japonesa: cuerda, piezas de corte militar y un estilo samurai que participa en lo que los medios están llamando 'la reinvención japonesa de Jean Paul Gaultier'.
Y el género es una idea que fluye sin barreras: modelos andróginxs desfilan para la firma que siempre ha jugado a vestir la masculinidad de la mujer y la feminidad del hombre. Su manifiesto explica por qué el diseñador ha llegado a ser conocido como el enfant terrible de la moda francesa: es "un contestario un iconoclasta militante que presume de cuestionar sistemáticamente los clichés, las normas, los códigos, las convenciones y las tradiciones que versiona, aplaza, invierte y destruye para reinventarlas mejor". Un espíritu 'punki' que queda reflejado en el nuevo trabajo de la firma.
Chitose Abe habló con el Financial Times de estos estilismos inspirados en las piezas más icónicas del francés, como la gabardina, las chaquetas "bomber" o las chaquetas militares, pero donde prevalece la firme de voluntad de que la ropa se venda y se lleve y no que se utilice solo para su contemplación. Sus prendas cambian con el movimiento de los modelos, adquiriendo personalidades nuevas dependiendo de la perspectiva: por ejemplo, lo que parece por delante un mono vaquero se transforma en vestido con falda abultada cuando se ve por detrás. Las prendas no dejan espacio para el aburrimiento.
"La moda ha cambiado, el sistema ha cambiado. Prefiero acabar aquí habiendo hecho algo alegre. Me sigue gustando la moda pero hay más cosas que la moda”, señalaba Gaultier en el que anunciaba como su último desfile. Por lo pronto, generosidad y experimentación: el diseñador, que al final del desfile subía a la pasarela con una sonrisa de oreja a oreja, ha explicado que seguirá colaborando con otros diseñadores para descubrir cuál es su interpretación de la marca Jean Paul Gaultier. Jubilarse es una oportunidad para jugar con su legado, siempre asociado con la experimentación y con la fiesta. Sea cual sea el futuro, París lo recibe con un enorme aplauso.