Damián Quintero, de ingeniero aeronáutico a leyenda del kárate: "No soy un coco, pero cuando quiero algo me esfuerzo por conseguirlo"
- Damián Quintero se cuelga la medalla de plata en kárate kata y hace historia para España
- A sus 37 años de edad, tenía claro que esta era su última oportunidad en unos Juegos Olímpicos
- Así que lo dejó todo por perseguirla: "Para que los chicos y chicas que vienen detrás lo tengan más fácil"
Tenía ganas de competir, de dar su mejor versión de sí mismo en el evento deportivo más importante a nivel mundial, y ha cumplido todos los objetivos. Hoy todo el mundo conoce el nombre de Damián Quintero, plata olímpica de kárate en Tokyo 2020 y un karateka excepcional desde sus inicios. Lo que no todos saben es que lo dejó todo para lograr este sueño. A sus 37 años de edad, el karateka tenía claro que esta era su última oportunidad en unos Juegos Olímpicos. "No voy a decir que voy a Tokyo y me retiro, pero ya estoy viendo un poco la luz al final del túnel en mi carrera", decía en una entrevista con Men's Health justo antes de viajar a las olimpliadas. "Es la última oportunidad, así que vamos a intentar hacer historia, para el kárate y para el deporte español".
Llevaba seis años preparándose para este momento: en el año 2015 pidió una excedencia para poder dedicarse a la preparación de los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Antes de eso, trabajaba como ingeniero aeronáutico y revisaba las piezas defectuosas de los Airbus. En una entrevista con El País en 2008 decía: "No soy un coco". Pero consigue lo que quiere a base de perseguirlo. Cuando hicieron el kárate olímpico, saltó a la piscina de inmediato. "Era imposible compaginarlo con esto. Entraba a la oficina a las siete de la mañana y salía a las tres de la tarde. Venía corriendo a la Blume, comía solo porque el comedor cerraba. Me guardaban una bandejita allí y a las 16.30 estaba en el tatami. En esa época no teníamos entrenador en el CAR y me ejercitaba solo. Acababa reventado. Aun así sacaba los resultados", explicaba en este medio.
Sólo tenía cinco años cuando llegó desde Buenos Aires hasta Torremolinos, y estuvo a punto de acabar en Australia: cuando su familia abandonaba Argentina para buscar una vida mejor, no tenían claro el punto de destino. Ni que Quintero haría historia del deporte español.
"Le fui cogiendo una tirria impresionante"
Y cuando estaba a punto de tocar su sueño, llegó el confinamiento: "Yo recuerdo la tercera semana que fue la peor de toda la pandemia porque estaba entrenando en casa, por videollamada con mi entrenador, la suerte que tengo de tener un sótano en el que lo podía hacer pero le fui cogiendo una tirria impresionante, no lo puedo ver ya, porque era todos los días hacer lo mismo y a la vez veías como ibas perdiendo tu forma atlética. Una vez que se cancelaron fue como ese alivio y dijimos vale, ahora tenemos un año más para mejorar", cuenta en la entrevista con Men's Health.
Allanando el camino para los que vienen detrás
Su historia corre paralela a la de Sandra Sánchez, la española que, a sus 39 años, le ha robado el oro a Japón en un deporte introducido este mismo año como olímpico. Damián sabía lo que quería: la medalla, y aunque ha logrado la plata ha escrito su nombre en la historia de Tokyo. "La motivación era la medalla, el sueño, el trabajo que hemos hecho en todos estos años. No es un trabajo de un mes o dos meses, hemos trabajado cuatro años, aún más con esto, para poder llegar en las mejores condiciones. Tú piensas en ese sueño que tienes de ganar la medalla pero también piensas en todo el equipo que has tenido detrás, quieres que llegue el momento y disfrutarlo".
La plata brillará ahora junto a todas las medallas de Europeos y Mundiales que Damián tenía acumuladas, pero su ambición va mucho más allá de sí mismo. "Lo importante no son las medallas sino el legado, abrir el camino y dejar las puertas abiertas para los que vienen detrás de mí. Dejar mi nombre en la historia pero que no sea solo mi nombre, sino el nombre español, para que los chicos y chicas que vienen detrás lo tengan más fácil".