Charlène y Alberto de Mónaco posan solos en Sudáfrica: quieren transmitir amor pero solo vemos dolor
- Las fotografías del reencuentro de la pareja no logran calmar a los más alarmistas y los rumores de crisis no cesan
- La princesa Charlène intenta esbozar una sonrisa frente a la cámara pero su mueca es de tristeza y dolor
- Mariah Carey y Ryan Reynolds, unidos para siempre por una 'fantasía'
Primero fue el posado familiar, con los gemelos Gabriela y Jaime, el heredero. Luego, siete horas después, Charlène y Alberto de Mónaco han posado solos, intentando enviar un mensaje tranquilizador, intentando ser la imagen viva del amor, intentando acallar los rumores de crisis -cada vez más insistentes-. Pero cuesta ver amor en ellos, por las posturas, por el lenguaje corporal y, sobre todo, por el rostro de dolor de la princesa. Resulta doloroso ver su mirada, enmarcada en unas terribles ojeras. Sus ojos no brillan de felicidad al reencontrarse con su marido y sus hijos. Sus ojos están apagados, secos de llorar de dolor. El de Charlène es el rostro de una princesa triste.
En la primera fotografía que han compartido los vemos abrazados, pero es una postura tan forzada que no resulta real. Van vestidos como excursionistas, con ropa cómoda, de montaña. La princesa, que nos tiene acostumbrados a llevar diseños únicos de alta costura, de Chanel o Giorgio Armani, va con un chándal, botas altas y un bolso colgado del hombro. Nada pega con nada: ellos (alejados de palacio), sus prendas (alejados del vestuario que suelen lucir en sus apariciones públicas), la postura (alejada hasta el infinito de la de una pareja enamorada)... Nada es artificial pero todo resulta irreal.
Una mirada perdida
La segunda imagen es todavía peor. Charlène se apoya, de forma relajada, sobre los hombros del príncipe Alberto, como un fan cuando su ídolo se presta a posar con él para que les hagan una foto. Pero eso es lo de menos, lo terrible y dramático es, de nuevo, la mirada de la princesa. Sus ojos están completamente apagados, el brillo ha dejado paso a la sombra del dolor, parecen no tener vida. Alberto mira fíjamente a la cámara pero Charlène tiene la mirada perdida, no se sabe a dónde mira, a quién mira... qué busca.
Toda la prensa europea se hace eco de las fotografías, de las primeras con los niños y de las segundas, en las que están solos. Todos intentan analizar las posturas, las miradas, la colocación de las manos... y todo es en vano, nadie sabe qué pasa por la cabeza y por el corazón de Charlène de Mónaco. En las redes sociales se refieren a ella como 'La princesa triste' porque su imagen dista mucho de la de una princesa de cuento. Hay palacio, hay vestidos bonitos, hay príncipe de sangre azul pero el cuento no termina como terminan todos los cuentos. Charlène nunca ha conseguido leer ni oír eso de ... "¡Y vivieron felices, y comieron perdices!".
Poco se habla de los niños, los gemelos Jaime y Gabriela, que quizá estén sufriendo también por todo lo que está pasando. Los gemelos nacieron el 10 de diciembre de 2014 pero no son hijos únicos. El principe Alberto tiene dos hijos con diferentes mujeres fuera del matrimonio: Alexandre Éric Stéphane nació en 2003 y Jazmin Grace Rotolo nació en 1992. Ambos están reconocidos pero no pueden formar parte de la línea sucesoria.