Cinco lecciones de cine (y de la vida) que nos dio 'Casablanca'
- Casablanca (1942) es una de las películas que más a influido en el cine de Hollywood
- Protagonizada por la gran pareja del cine: Humphrey Bogart e Ingrid Bergman
No importa las veces que la veamos, siempre caeremos rendidos ante el magnetismo de Humphrey Bogat, Ingrid Bergman y su historia de amor imposible. Casablanca (1942) es una de las películas más icónicas de la historia de cine, sus protagonistas, la banda sonora, un guion sublime y aquel memorable final la catapultó al olimpo cinematográfico por siempre.
Pero la cinta dirigida por Michael Curtiz, que ganó su único Oscar como director por esta película, no solo nos cuenta la historia de amor entre Rick Blaine e Isla Lund. Manejando un contexto histórico-político de forma audaz, Curtiz supo recrear también, de forma sencilla y sin trivializar, un relato de acción y drama en el que se muestra parte de la que fue la primera gran crisis de refugiados del mundo.
El gran cine comercial también puede hablar del dolor
El tema es introducido en la apertura: "Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial muchos ojos en la aprisionada Europa miraron esperanzados, o con desesperación, hacia la libertad de las Américas. Lisboa se convirtió en el gran punto de embarque", dice el narrador. "Pero no todo el mundo podía llegar a Lisboa directamente. Por ello, surgió una tortuosa y enrevesada ruta de refugiados. De París a Marsella, a través del Mediterráneo hasta Orán, luego por tren, o auto, o a pie, a través del borde de África hasta Casablanca, en el Marruecos francés", agrega.
Las imágenes que acompañan esta narración (familias en arduas caminatas a través de caminos rurales, con sus pertenencias desbordando maletas y bolsas) son muy similares a las que pueden observarse en la actualidad en crisis como la que viven países como Afganistán o Siria. Casablanca nos recuerda que no hace tanto tiempo estaban viajando en la dirección opuesta.
Buena parte del personal eran judios
Delante y detrás de las cámaras, la cinta estuvo impregnada del rechazo al nazismo y a cualquier segregación racial. Las heridas de la Segunda Guerra Mundial no solo estaban presente en el guion y el contexto de la película, la cinta también fue rodada en pleno conflicto.
Por eso, durante la grabación de ciertas escenas algunos actores y actrices, así como parte del staff, lloraron al realizar las tomas, dado que les recordaba su estado actual: de inmigrantes. De hecho, el propio Curtiz era de origen judío húngaro y los casi 75 actores y actrices que participaron en Casablanca eran inmigrantes.
Rick, salvar el cuello, pero no a toda costa
Es una de sus frases más conocidas de la película, "yo no me juego el cuello por nadie", sin embargo detrás de esa apariencia de tipo duro hay una enorme sensibilidad. Su local nocturno, el Rick's Café Americain es un lugar en el que se cierran muchos negocios, algunos muy sucios.
Allí acuden los refugiados a compercializar con lo poco que tienen o les queda, joyas o sus propios cuerpos. Es el caso de Renault (Claude Rains), el jefe de la policía francesea en la ciudad, les intercambia visas de salida por favores sexuales, un tipo de transacción que la película presenta, al menos inicialmente, como un juego inofensivo.
Pero Rick está por encima de eso. "Yo no compro ni vendo seres humanos", le informa a Ferrari (Sydney Greenstreet), el rey del mercado negro de la ciudad. Con el paso del tiempo, Rick se da cuenta de que hacerse la vista gorda ante la compra y la venta es igual de malo. Hay una escena conmovedora en la que amaña la ruleta de su café para que una mujer búlgara recién casada (Joy Page) no tenga que dormir con Renault. Más conmovedora aún es la escena en la que el jefe de camareros del café (SZ Sakall) se toma un brandy con dos ancianos austríacos que están a punto de marcharse a Estados Unidos y los alaba por su mal inglés.
Una localización nada casual: Casablanca, Marruecos
Aunque Casablanca se grabó enteramente en estudios norteamericanos, Curtiz optó por centrar el escenario en territorio marroquí, punto intermedio entre Europa y Estados Unidos por parte de las víctimas que huían de la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial. De París a Marsella, a través del Mediterráneo hasta Orán, luego por auto, tren o a pie, desde el borde de África hasta Casablanca. Esa era la ruta entonces.
Genialidad de los diálogos, inventiva y un final desconocido
En el plano formal y en el guion, Casablanca también deja lecciones de cine. Empezando por sus diálogos que han dejado algunas de las frases más recordadas del cine. Hay textos geniales, como ese tan famoso de “si pensara alguna vez en tí...probablemente te despreciaría”; "creo que este es el inicio de una gran amistad" o el mítico "siempre nos quedará París".
También destaca la escenografía, aquel Marruecos que parecía salido de Aladín, o la fotografía, muy visual, Curtiz quería contar la historia con sombras y planos, más que con exposiciones de tramas. Algo en lo que el director tuvo grandes influencias del expresionismo alemán y que nos regala aquellos mágneticos primeros planos de Ingrid Bergman, siempre con filtros suaves, tan típicos de aquellos años. Lo que no era tan típico es que una producción tan cara no tuviera un final cerrado en el rodaje, pues nadie sabía con quién se quedaría finalmente Ilsa.