Guerra por la herencia: las batallas legales de las grandes fortunas españolas
- Los herederos de algunas de las grandes fortunas españolas se han enfrentado en los tribunales por su reparto
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La herencia es para todo el mundo una cuestión espinosa, pero para las grandes fortunas lo es incluso más, prueba de ello son los grandes litigios en los que se han enfrentado los herederos de más de una familia conocida. Problamente el caso más conocido sea el de la herencia de la duquesa de Alba, se calcula que su patrimonio era de unos 3.000 millones de euros.
La mayor parte de su fortuna la tuvo que repartir en vida para que sus hijos le dejaran casarse con Alfonso Díez. Sin embargo, no todos acabaron satisfechos y la relación entre los hermanos fue tensa a partir de entonces. Cada uno recibió más de 100 millones de euros.
Tras la muerte de la duquesa y la apertura de su testamento en 2014, el que no quedó satisfecho fue su viudo, aunque al final alcanzaron un acuerdo.
Otro caso muy sonado fue el de la herencia de la duquesa de Medina Sidonia. La conocida como 'duquesa roja' falleció en 2008, tan solo 11 horas después de haberse casado en artículo mortis. La herencia pasó a su viuda, los hijos que no estaban de acuerdo batallaron en los tribunales y siete años después la justicia les dio la razón.
Otras largas batallas en los tribunales
También fue larga la disputa abierta entre los herederos de Miguel Boyer tras su muerte. Los hijos del primer matrimonio consideraron mermada su herencia en favor de la familia Presley. Tal fue la batalla que, aunque algunos llegaron a un acuerdo, la hija de Boyer renunció a la herencia.
El caso más reciente es el conocido como el 'Falcon Crest de Ribera del Duero' y no es para menos porque no le faltan tintes de ficción. El fundador de Bodegas Pesquera, Alejandro Fernández, incluso llegó a desheredar a sus tres hijas que le apartaron de su empresa.
Pero no es el único que daría para una película, en la herencia de Luis García-Cereceda incluso llegó a participar el excomisario Villarejo, que fue contratado por una de las hijas para espiar a su hermana y a la última esposa de su padre. El asunto llegó hasta tal punto que Susana García-Cereda fue condenada a dos años de prisión, aunque no llegó a pisar la cárcel.