Alacón en conserva: conocemos a los protagonistas que han devuelto la vida al pueblo
Apadrinaunolivo.org impulsa la actividad de la conservera municipal y trae una nueva familia
Los Saavedra, con cuatro hijos en edad escolar, salvan la escuela de un cierre seguro
Trabajan un huerto municipal para proveer de hortalizas a la conservera. Te lo contamos en España Directo
El tiempo ha despintado el cartel de la conservera El Manantial de Alacón (Teruel), pero no ha logrado borrar la actividad que Presentación Álvarez y Juan José Lázaro (64 años) iniciaron en 1997. En el asador de la vieja conservera, Presen tira de memoria y abre un bote anaranjado: “Es pulpa de calabaza, la base del mostillo, con lo que empezamos. Lleva la calabaza, el mosto de uva y se puede añadir también manzana”.
Luego empezaron a hacer conservas de alcachofas, pimientos, puerros... Por razones médicas tuvieron que cerrar, pero toda esa sabiduría ha servido para que ahora Presen retome la actividad en la nueva conservera municipal. Abre la leñera para enseñarnos orgullosa que todo se asa a la leña: “: “Tenemos sarmiento y leña de olivo, que proceden de las podas de Oliete”.
La solución de Oliete
A pocos kilómetros, Oliete es otro de esos pueblos turolenses que sufren el zarpazo de la despoblación. Aquí la iniciativa apadrinaunolivo.org lucha por que vuelva la vida recuperando sus olivos centenarios. Vieron enseguida el potencial de una conservera que no pasaba por su mejor momento e impulsaron la reapertura, cuenta José Alfredo Martín, cofundador de Apadrinaunolivo.org: “Era una manera natural de crecer, después de llevar siete años trabajando en Oliete. Ahora estamos transformando Alacón a través de las conservas. Gracias a la actividad de la conservera, hemos podido traer a una familia con niños y evitar el cierre de la escuela”.
Los Saavedra se han instalado en Alacón hace unas semanas. “En el Facebook me saltó una noticia que necesitaban una familia para evitar el cierre del colegio y con trabajo en el campo”, afirma Olaya Molina (39 años). Está embarazada de su noveno hijo. Cuenta que ahora tiene que ir a Alcañiz al hospital, a 67 kilómetros, pero no ve inconveniente: “A ver si no me pilla el parto por la carretera”, sonríe. Su familia numerosa está acostumbrada a la carretera, porque en Barcelona vivían en el campo: “Para mí ahora son más facilidades, porque los llevo al colegio de la mano. Antes tenía que coger el coche”.
Al colegio de Alacón no le falta de nada. Tiene dos aulas y pizarra digital, pero, sobre todo, gracias a cuatro de los ocho hijos de Los Saavedra, tiene vida. “Con todos los que son el colegio no se cerrará en unos años. Mis hijos estarán de lujo, porque van todos a la misma clase y están acostumbrados a estar juntos”, explica Olaya. Estarán juntos y revueltos con Abde (10 años) y su hermana de cinco, dos niños más que viven en el pueblo. Abde está contento porque la escuela no se cierra, aunque no le gusta mucho estudiar. “Pero se me da bien”, asegura.
La búsqueda de familia incluía, además de hijos en edad escolar, un trabajo en el campo. Parecía diseñada para los Saavedra. José (41 años), el padre, es agricultor y ganadero: “Estuvimos visitando primero el pueblo, después el huerto y nos pareció bien. Y luego decidimos venirnos para acá”, dice mientras los terrenos del Ayuntamiento en los que acaba de plantar alcachofas. Tiene tres hectáreas para él solo. “Es mucho trabajo”, afirma. De aquí saldrán las alcachofas, puerros, calabazas y pimientos que Presen embotará en aceite en la conservera municipal. Así se cierra el círculo.