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Atlas de lo pequeño

La carpintería de Soria que te invita a viajar en el tiempo

  • Escondido en Medinaceli el taller que Felipe Alcázar abrió en 1929 se mantiene intacto
  • Su familia busca alguna institución que se implique para que esta cápsula del tiempo no se pierda
  • Te la descubrimos en España Directo

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La carpintería centenaria que quiere ser un museo

Está tan escondido que ni siquiera muchos de los 700 vecinos de Medinaceli (Soria) saben que, en el Barrio de la Estación, permanece intacto el taller de Felipe Alcázar. Hace mucho que el carpintero de Medinaceli ya no está, pero este lugar que abrió en 1929 para ganarse la vida es todavía una cápsula del tiempo, con sus herramientas forrando la pared, la huella de la madera, el banco de trabajo, la esencia de unas manos que trabajaban para toda la comarca.

Carpintería centenaria

Taller que se mantiene intacto desde 1929 RTVE

La vieja carpintería de Medinaceli ha llegado hasta hoy gracias al empeño de esa familia a la que el taller dio de comer. En 100 años ha llegado a la tercera generación como un retazo de una historia pequeña que, en cierto modo, es universal. “Nos gusta conservar lo que nos han dejado nuestros abuelos y nuestros padres”, asegura Pedro Alcázar (67 años). Pero quieren, además, que el hilo de la memoria continúe: “La idea sería ofrecérsela a algún ayuntamiento, a la Diputación de Soria o la Junta de Castilla y León para que montaran un museo. Lo podrían hacer con poco dinero, porque lo tienen todo aquí”.

Abre la puerta de hierro y descubre un mundo pretérito de madera. De un cajón, saca el primer libro de registros de la carpintería. “Se anotaba el pueblo, el señor y lo que encargaban”, porque en aquella época “era todo por encargo”. Un vecino de Urex de Medinaceli pagó por una puerta falsa 35 pesetas en el año 1935.

Carpintería centenaria

Viejo armario con herramientas RTVE

En casa del carpintero, cuchara de palo

Hay un armario con estanterías que forra una pared de piedra. Las herramientas antiguas están perfectamente colocadas: “La mayoría las fabricaron mi padre y mi abuelo. Esto es una escofina, que servía para limar la madera”. También hay una colección de cepillos para rebajar la madera. “Están hechos con madera de encina, que era muy dura”, añade Pedro.

Sobre una silla reposa la vieja caja de herramientas. “Mi abuelo la utilizaba cuando salía a trabajar fuera del taller. Metía las herramientas que le hacían falta y si estaba cerca pues la llevaba en la mano. Y si estaba lejos, a partir de los 60, en el motocarro”.

Carpintería centenaria

Maletines de madera para ir al colegio RTVE

En esos años su padre, Miguel Alcázar, ya estaba en la carpintería. Su madre, María Velamasán (99 años), todavía puede rebobinar el tiempo. Hacía muchos años que no bajaba a la carpintería y se emociona al hacer, sin pretenderlo, el retrato de una época: “Ya me está llamando, que vaya al banco, a tirar de la madera”. Parece que está escuchando a su marido, cuando le pedía ayuda para serrar. “Él tiraba y tiraba y yo sujetaba la madera para que fuera derecho. Sacábamos tablas para hacer puertas y ventanas”.

Con la mecanización del campo, comenzó el éxodo rural y los pedidos empezaron a escasear. “Nos quedamos solos. Los carpinteros no teníamos trabajo ni ‘na”, cuenta María echando la vista atrás. La familia diversificó el negocio y buscó un extra en la miel “para reemplazar el dinero que no se sacaba del taller”, cuenta Pedro. Su padre fabricaba en la carpintería los cuadros de las colmenas. “Yo colocaba los alambres y luego poníamos la cera para las abejas“, reivindica María con un fino hilo de voz. “¿Te han picado muchas abejas?, le pregunta su hijo. “Mucho, pero me aguantaba y no me pasaba ‘na”, responde como una muestra de fortaleza y cabezonería.

Carpintería centenaria

Antigua maquinaria RTVE

Una llave de madera hecha a medida abre la puerta del colmenar del abuelo Felipe, a pocos kilómetros del Barrio de la Estación de Medinaceli. En el interior, Pedro guarda con mimo las cajas de madera que su abuelo fabricó en la carpintería hacia 1930. Tienen impresas a fuego las iniciales FA. “Por si se las robaban poder localizarlas”, explica. Es la huella indeleble de Felipe Alcázar, el carpintero de Medinaceli.

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